El pasado martes 7 de julio, además de San Fermín, fue el día de la Marcha de la Bronca de la hinchada de Huracán, ante la AFA, para protestar por lo que consideró una injusticia en la definición del Torneo Clausura 2009. La hinchada del globito, en buen número, se acercó a la sede de la AFA, en la calle Viamonte, en la zona de Tribunales de Buenos Aires, haciendo ruido y pintando las paredes con reclamos a la AFA, a su presidente Julio Grondona, y al árbitro del partido, Gabriel Brazenas. No sólo eso: una semana después, el martes 14 de julio, el presidente y ex crack y entrenador de Huracán, Carlos Babington, entregó un petitorio a Grondona para que se revea el resultado del partido, a partir de fallos equivocados y decisivos en buena manera por parte de Brazenas. Un petitorio que, por otra parte, no pudo entregar la hinchada de Huracán la semana anterior por ausencia del "vicepresidente del mundo", según autodefinición de Grondona a sus más cercanos colaboradores y amigos.
Pero la hinchada de Huracán equivocó la fecha para la marcha. El día para movilizarse, para caminar con firmeza hacia la AFA, para manifestar contra la conducción de la entidad y contra Grondona, no era el 7-J. Era el 15 de abril. El día que se cumplieron nada menos que treinta años de Grondona como presidente de la AFA, viendo pasar cómo en el país cambiaron la presidencia desde los militares de la dictadura, Raúl Alfonsín, Carlos Menem (dos veces), Fernando de la Rúa, los de la transición, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y ahora Cristina Fernández de Kirchner. El 15 de abril, la ONG "Salvemos al Fútbol" convocó a una movilización a la puerta de la AFA para protestar por el manejo de la entidad por parte de Grondona y sus adláteres. Y esto incluía el mirar para el costado en los hechos de violencia en el fútbol y hasta un suprepticio apoyo a la misma. O la falta de la democracia a la hora de toma de decisiones o de votación para renovar presidente. O la oscuridad a la hora de saber por qué los clubes son tan pobres y la AFA es tan rica. O la complicidad de la AFA con el monopolio en el desquicio de los clubes, al darles migajas por la TV a cambio de quedarse con toda la torta. O la falta de federalismo, o, entre tantísimas cosas, el hecho de que los árbitros sean designados o regidos por un amigo del presidente que jamás en su vida dirigió un partido, y que maneja a su antojo a los jueces del fútbol, o que tacha a algunos árbitros para que no dirijan a equipos que se sienten desprotegidos ante ellos, es decir, el equivalente al armado de una lista negra para cada caso.
Todo esto era motivo de una enorme protestade todas las hinchadas del fútbol argentino. Pero no. En el 15-A, sólo se reunieron una treintena de hinchas en la puerta de la AFA, que incluso se esperaba más y ya había procedido a cortar la calle Viamonte, y ya había colocado a varios miembros de una empresa de seguridad, para nada. Porque los únicos interesados fueron los hinchas de equipos de ascenso, y por el único hecho de que no los dejan ver a sus equipos en condición de visitantes. Nada más que eso. ¿La hinchada de Huracán? ausente. Como si la designacón de Brazenas no tuviera que ver con los desmanejos de Jorge Romo, hombre puesto a dedo por Grondona. Como si Babington no conociera lo que ocurre en la AFA.
Muchas cosas hubieran cambiado en el fútbol general (y por ende, también para el Globo) si la hinchada de Huracán, junto con las otras, se hubiera movilizado el 15-A. Pero eligió hacerlo tardíamente, el 7-J.
Hace unos años, una publicidad de un organismo estatal argentino decía "No se queje si no se queja". La hinchada de Huracán no se movió cuando realmente importaba que se moviera. Y se movió cuando le tocaron intereses particulares. Una buena lección para la próxima, si es que aparece.
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