domingo, 25 de octubre de 2009

Cada vez es más difícil ser entrenador de equipos grandes (Yahoo)

Hasta hace poco tiempo, era sabido que sólo podían resistir, por tener anchas espaldas, los entrenadores de equipos grandes cuyas trayectorias despejaban cualquier tipo de dudas, pero asistimos en los últimos tiempos a una aceleración tal de la necesidad de resultados, y de rendimiento, que casi nadie se salva de las fuertes críticas de aficionados, prensa y hasta dirigentes propios, y la puerta de salida de sus trabajos está más cerca que nunca.

Los últimos días han sido prolíficos en ejemplos de que la zozobra que viven hoy los entrenadores, incluso aquellos de gran renombre, es mucho mayor que en otros tiempos, al punto tal de que muchos de ellos ya optan por irse solos, a sabiendas de lo que el sistema les exige. Otros, en cambio, resisten como pueden.

Tal vez el caso más insólito de todos ha sido el del chileno Manuel Pellegrini, quien dirige al Real Madrid, y quien ya tuvo que dar explicaciones más de una vez a sus dirigentes, especialmente al director deportivo del club, el argentino Jorge Valdano, y al director de Fútbol, Miguel Pardeza, aún cuando ante el Sevilla, en el estadio Sánchez Pizjuán, recibía la primera derrota de la temporada y luego de marcar un promedio de 3,5 goles por partido.

Poco importó que Pellegrini viniera de un excepcional trabajo de muchas temporadas al frente del Villarreal, con el que ha logrado encaramarse nada menos que a la semifinal de la Champions League en 2006, y si no llegó a la mismísima final de París ante el Barcelona de Rikjaard, fue por el penal que falló su mejor jugador, Juan Román Riquelme, ante el arquero alemán Jens Lehman, del Arsenal. Incluso. Una vez que se enfrentó con el talentoso volante argentino, los medios no dudaron en darle la razón al propio Pellegrini.

Bastó en cambio una segunda derrota, esta vez más dura y como local en el estadio Santiago Bernabeu y ante el Milan 2-3 por la presente edición de la Champions, para que nubes negras se posaran en el futuro próximo del entrenador chileno. “Yo sé cómo son las cosas, y si la prensa en estos cinco años llegó a pedir en algún caso que echaran a la frontera a un entrenador, estoy preparado para todo”, dijo Pellegrini en durísima respuesta, aunque ya algunos medios lo han bautizado como “Pelelegrini” (“pelele” significa “tonto”).

Qué decir entonces del Barcelona. Una sola derrota importante en meses de competición con su principal equipo, aunque por cierto inesperada en el Camp Nou y ante los rusos de Rubín Kazán 1-2 también por la Champions, llegó a que se comenzara a hablar de “fin de ciclo” con Josep Guardiola como entrenador, algo increíble cuando nos estamos refiriendo al actual campeón de Liga, Copa del Rey y Champions,. A poco menos de dos meses de ir a jugar el Mundial de Clubes a Abu Dhabi, en Emiratos Arabes Unidos.

Cierto que muchas de estas afirmaciones provienen de los medios de Madrid, siempre enfrentados con el Barcelona, cuyos medios también se burlaron de los de la capital española que antes del partido con el Milan, decían que los italianos componían “un equipo de viejos”, que no sólo terminaron ganándole al Real Madrid, sino que hasta pudieron llegar a un cuarto gol si no se anula insólitamente uno de cabeza de Alessandro Nesta en la segunda etapa.

Tampoco lo está pasando bien otro de los grandes de España, el Atlético Madrid, que luego del desastre de Londres por la Champions, cuando el Chelsea lo paseó y lo goleó 4-0 en Stanford Bridge, que prácticamente lo eliminan del torneo y sólo le queda una chance de bajar a la Europe League, decidió prescindir de los servicios de su entrenador Abel Resinos, quien ya venía siendo largamente cuestionado por la afición, la prensa y hasta sus dirigentes. De hecho, el presidente Enrique Cerezo dijo que la situación “no aguantaba más”, y fue fulminantemente destituído y reemplazado provisoriamente por Santi Denia, aunque desde la próxima jornada lo dirigirá Quique Sánchez Flores, ex del Valencia, Getafe y Benfica.

Otro español en problemas, aunque no en su liga sino en la Premier inglesa, es Rafael Benítez, aunque parezca mentira, luego de que en sus primeras tres temporadas dirigiendo al Liverpool llegara dos veces a la final de la Champions y ganara la primera. Poco parece que se considera que los “reds” de Anfield han transferido a Xabi Alonso, una pieza vital en la mitad de la cancha. Benítez, respaldado por parte de la comisión directiva, debió buscar más apoyo en sus colegas como el francés Arséne Wenger, del Arsenal pero lo cierto es que la afición no está acostumbrada a tan magros resultados, especialmente el de la derrota como local ante los franceses del Olympique de Lyon (1-2).

Ni qué hablar entonces del hervidero del fútbol argentino, en el que el propio Ricardo Caruso Lombardi decidió abandonar su trabajo en Racing Club, uno de los clubes con mayor tradición y primer campeón mundial del país, por los malos resultados, cuando había sido considerado el artífice de la levantada de la temporada pasada, cuando el equipo estaba muy cerca de descender a Segunda división y terminó arriba de los últimos cuatro puestos, sin necesidad de jugar siquiera una repesca.

Los mediocres resultados de las primeras ocho jornadas del actual Torneo Apertura, sin ninguna victoria, alejaron al entrenador aunque la afición misma le manifestó su afecto, y lo insólito es que el equipo argentino estaría cerrando por estas horas un contrato con el alemán Lottar Matthaeus, de gran trayectoria como futbolista, pero sin la misma suerte como técnico.

Con lo difícil que es el medio argentino y lo poco que suelen durar los entrenadores, el ambiente del fútbol de ese país se pregunta perplejo cómo hará Matthaeus, que ni siquiera habla español, para subsistir en una jungla como aquella, si bien ya ha tenido la posibilidad de trabajar en países tan distintos al suyo, como Brasil o Israel.

Si esto sucedió en Racing, no hace falta mucho para entender la necesidad de uno de los dos clubes más grandes de la Argentina, River Plate, de donde también se fue Néstor Gorosito, con muy malos resultados, siendo reemplazado en menos de la mitad del torneo por el ex jugador Leonardo Astrada, que llega por segunda vez en cinco años al banco de suplentes, con la urgencia de conseguir algunos resultados, ya no sólo para no perder el tren de los punteros, sino que ya River comienza a tener un bajo promedio que lo coloca entre los equipos a pelear por no descender en la temporada siguiente.

Tampoco la prensa ni la afición tuvieron paciencia en Roma con Luciano Spaletti, quien en los últimos años colocó al equipo en la cima, y siempre fue protagonista de todos los torneos aunque no pudo avanzar demasiado en Champions. Fue reeplazado por el veterano Claudio Ranieri, quien salió de la Juventus aún cuando realizó una buena campaña en su primera temporada de regreso en la máxima categoría.

Nadie se salva en este fútbol resultadista. Tanto, que la moda llegó hasta la mismísima Sudáfrica, sede del próximo Mundial. Allí, por bajos resultados…en partidos amistosos, cayó el entrenador brasileño Joel Santana, llegado hace apenas un año y medio para reemplazar a su compatriota Carlos Alberto Parreira. Ahora, los sudafricanos tienen en la mira a un tercer brasileño, Luiz Felipe Scolari, campeón mundial con su seleccionado en 2002. Scolari sabe bien en lo que se mete: hizo todo por sacar adelante el Chelsea en la temporada pasada, pero un tropezón lo mandó a la calle. “Es que no habla inglés”, se mofó de él el portugués José Mourinho, acaso sin entender que bastará que el Inter no siga en Champions para que se le frunza el ceño.


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