jueves, 22 de octubre de 2009

Maradona y el eterno tironeo de los medios argentinos

Esta Argentina tilinga que supimos conseguir, parece que no puede liberarse de los Boca-River cuando se trata de un hecho mediático. Y si hay alguien mediático por excelencia, sin dudas es Diego Maradona, el hoy entrenador del seleccionado argentino. El hecho concreto es que tras el triunfo por 0-1 en Montevideo ante el equipo uruguayo, y la obtención de la última plaza de clasificación diecta para el Mundial 2010, Maradona tuvo un exabrupto (no es el primero en su carrera) hacia el periodista Juan Carlos Pasman, de América TV, que pudo verse en todo el mundo y que dio lugar a infinidad de críticas, fuera de la Argentina, no sólo sobre un comportamiento fuera de lugar del mejor jugador de todos los tiempos, hoy convertido en un mediocre entrenador, sino también, lo que resulta increíble, un tironeo, en su propio país, entre dos grupos antagónicos de medios, que han decidido atacarlo o defenderlo mucho más cerca de sus ideologías que por el hecho en sí, que ha quedado en segundo plano y parece que ya a nadie le importa.
Veamos: después de las primeras duras (y esperables) críticas mediáticas a las palabras soeces de Maradona, un sector autodenominado "progre" de la Argentina ha comenzado a justificar sus dichos desde distintos ángulos, todos ellos indefendibles y que sólo tiene relación con que se trata de uno de los más grandes ídolos que ha dado el deporte argentino, sino el más grande. Entonces, el insulto al periodista comienza a ser minimizado, interpretado en su semántica, desglosado y hasta defendido. Todo esto tiene relación con que para este sector, si Maradona participó junto a la presidente Cristina Fernández de Kirchner en Ezeiza de la conferencia de prensa en la que se presentó el fútbol gratis por TV, ya significa que debe estar en el palo del Gobierno, algo que por otra parte, el propio técnico tomó con agrado al darse cuenta de que en vez de ser repudiado (como debería) por todo el espectro mediático, aparecía una parte dispuesto a sostenerlo a capa y espada. Entonces, para este sector "progre", si Maradona insultó, ¿qué decir de otros insultos tan típicos de la época por parte de la clase política, como Carlos Reutemann, Francisco De Narváez y tantos otros? supuestamente, ellos, legisladores nacionales, tienen mayor necesidad de expresarse con correción y no Maradona, nacido en un hogar humilde y "apenas" director técnico del seleccionado argentino. Claro que a esta acción "progre" le aparece una reacción absolutamente fuera de lugar de la corporación mediática privada que lleva al escándalo lo dicho por Maradona y minimiza completamente lo manifestado por los políticos en el mismo sentido, tan sólo porque del otro lado, se sostuvo al ídolo. Es decir que casi por una cuestión mecánica, de este otro lado hay que liquidarlo, derribarlo, echarlo inmediatamente de su cargo porque no está en condiciones de representarnos con sus actitudes.
Lo que se observa con perplejidad es el nivel del debate, en un país tilingo que desde hace muchísimos años ha perdido las formas. El país "boludo", "pelotudo", "chabón", de jeans gastados y zapatillas, en el que casi nunca hay clases, los alumnos tienen más respaldo y más fuerza jurídica que los propios docentes, que cobran menos que los "gatos" que pululan día y noche por los programas de TV, y en el que los periodistas no saben escribir ni hablar, y en el que de nada sirve estudiar una carrera universitaria porque llegan los más vivos y el resto, es gil. Este país que ha perdido aquella cultura que lo hizo grande, los investigadores, el progreso, para sumirse en una miseria que crece exponencialmente, no puede tener como consecuencia otro nivel de debate y decir las cosas como son, sin engancharse a ninguno de los dos sectores mediáticos en pugna, que dividen al país por cualquier cosa y que lo que menos les interesa es centrarse en el hecho puntual que acaba de acontecer: Maradona, en tanto entrenador de un equipo argentino, representando en ese momento al país, y ante medios de prensa de todo el mundo, insultó a un periodista sólo por haberlo criticado y eso está pésimamente mal. Como seguramente también está pésimamente mal que hayan insultado Reutemann y De Narváez, pero que en este hecho no tienen nada que ver. En todo caso, habrá que revisar qué dijeron los medios ante aquellos insultos. Pero en estos, no hay vuelta: Maradona se equivocó y debió rectificar. Todo lo demás, si Bilardo o Grondona le mueven el piso, si hay otros que insultan peor, es harina de otro costal. Es no querer asumir algo que probablemente no guste: que un ícono argentino, un rebelde ante hechos injustos en otro tiempo, ahora tenga esta lamentable actitud. Y no hay "progres" ni derechosos que tengan nada que ver. Se trata de eso y nada más. Pero en esta Argentina futbolizada del permanente Boca-River mediático, es imposible conseguirlo. Porque la decadencia del árbol tapa el bosque del crecimiento y el desarrollo. Tan intuitivo es Maradona, que pícaramente dijo luego que al menos lo suyo "fue en el horario de protección al menor".

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