DESDE SANTIAGO DE CHILE
Cuando días pasados Arturo Vidal chocó su Ferrari
roja con un índice de alcoholemia que superaba lo legal, estuvo a punto de
quedarse fuera de la Copa América. Finalmente, el director técnico de la
selección chilena, Jorge Sampaoli, acabó perdonándolo y tampoco quiso hacer
nada en su contra el presidente de la Federación, Sergio Jadue.
Se dice que quien actuó de manera decisiva para que
eso pasara no fue otro que un argentino casi desconocido en su país, Fernando
Felicevich, quien es el que maneja a la gran mayoría de los jugadores del
equipo nacional chileno y otros top que militan en distintas ligas del mundo, a
Lucas Pratto, o al director técnico Claudio Borghi.
¿Cómo llegó Felicevich a tener tanto poder cuando
hasta sus 33 años, en 2002, era alguien completamente ajeno al fútbol, no fue
jugador, ni aficionado, y sólo estaba vinculado levemente al rugby?
Felicevich nació en San Nicolás, estudió publicidad,
y para 2002 emigró a Chile como empleado de la agencia McCan Erickson. Al poco
tiempo se independizó y creó su propia agencia, Marka.
Fue allí cuando apareció en su vida otro nicoleño,
el futbolista Pablo Lenci, cuyo contrato estaba por vencer y no sabía qué rumbo
tomar. “Me hizo un contrato increíblemente ventajoso con Wanderers. Fue su
primera negociación”, contó.
Lenci le recomendó otros jugadores, y se alió a otro
empresario ligado al fútbol, Pablo Talarico, y juntos crearon “Vibra Marketing
Deportivo SA” y hasta llegaron a asesorar clubes como Everton.
Pero el gran salto fue en Calama, cuando Felicevich,
alertado por otros jugadores que manejaba, se enteró de la existencia de un muy
joven Alexis Sánchez en el Cobreloa.
Felicevich viajó entonces a Tocopilla, el pueblo de
Alexis, se familiarizó con su madre, sabiendo que el jugador era menor de edad
(16) y consiguió un permiso notarial para que pudiera salir del país y así pudo
transferirlo al Udinese oficialmente por 750.000 euros por el 50 por ciento del
pase, aunque en negro se dice que cobró el doble y eso le trajo serios
problemas y juicios millonarios con Talarico, y que durante la clasificación
para 2014 obligó a Alexis a dejar la concentración chilena, para acudir a la
Justicia.
Felicevich entonces apuntó a los jugadores del
equipo que salió tercero en el Mundial sub-20 de Canadá, ganado por Argentina.
“Se paraba tardes enteras en el complejo Pinto Durán para ganarse a los chicos,
a los que regalaba tecnología, como teléfonos celulares o computadoras”,
recuerda el entonces director técnico José Sulantay.
Su familiaridad con los jugadores hizo que por
ejemplo, asesorara a los padres de Gary Medel que se casaran para favorecer a
su hijo y cuando Arturo Vidal debutó en la Bundesliga apareció abrazado
emocionadamente con su tía.
En el reciente problema de Vidal, fue Felicevich el
que le aconsejó grabar un primer video, inmediato, deslindando
responsabilidades aunque a la mañana siguiente tuvo que desmentirlo y admitir
su error.
No era la primera vez que grababa un video. Luego
del “Bautizazo”, cuando varios jugadores de la selección chilena llegaron tarde
del bautismo del hijo de Jorge Valdivia y fueron apartados por Borghi, el
primero que se fue de Chile e inmediatamente grabó un video pidiendo disculpas
fue justamente Vidal, desde Turín.
Felicevich se maneja con mucha discreción y “cuida
mucho las formas”, según define el reconocido periodista chileno José Prieto,
de radio Minería.
Hoy, Felicevich es un poder en sí mismo, 13 años
después de haberse metido en el mundo del fútbol.
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