Pese a que existen posibilidades de que se vea
envuelto en el Caso Neymar, por el que su antecesor Sandro Rosell tuvo que
salir del cargo, y a otros cuestionamientos relacionados con las finanzas y los
símbolos del club, como la publicidad relacionada con Qatar, Josep María Bartomeu fue elegido como
presidente del Fútbol Club Barcelona.
Bartomeu, vicepresidente original en la anterior
elección presidencial que le dio el voto a Rosell, fue ungido presidente
incluso ante quien representó una de las etapas más productivas para el club en
lo deportivo, Joan Laporta, estrechamente vinculado al entrenador Josep
Guardiola, a otro símbolo de fuerte presencia en el club como el holandés Johan
Cruyff, y con el que el propio Lionel Messi se siente más cómodo.
Parecía poco probable que Bartomeu pudiera ganar las
elecciones en el Barcelona apenas hace pocos meses, cuando el club atravesaba
el vendaval de una campaña futbolística complicada, con el enfrentamiento entre
el entrenador Luis Enrique y Messi, a principios de 2015, y cuando se le
endilgaban sobreprecios demasiado altos (que además, seguían aumentando el
valor) en el pase de Neymar, sumado a otros casos como el de los fichajes de
juveniles por lo que la FIFA suspendió la posibilidad de incorporar jugadores
hasta 2016, algo que sigue pesando en la actualidad.
En aquel momento, parecía imposible ni siquiera la
chance de pensar en permanecer en el cargo, incluso con la posibilidad de salir
en cualquier momento, del mismo modo que Rosell, y con demasiados frentes que
resolver.
Pero Bartomeu es un empresario que creyó en el
trabajo, que fue acabando lentamente con los distintos problemas más graves en
el club y hasta tomó la medida de reforzar mucho al equipo de fútbol sabiendo
que ahora se encontraría con la imposibilidad de contratar jugadores, para
terminar ganando el triplete (Liga Española, Copa del Rey y Champions League),
con la posibilidad de aumentar los títulos en 2015 de ganar la Supercopa de
España, la Supercopa de Europa y hasta el Mundial de Clubes.
En cuanto al Caso Neymar, éste parece haber bajado
unos cuantos decibeles cuando el Fútbol Club Barcelona consiguió que el
expediente fuera trasladado de Madrid a Cataluña, lo mismo que la discusión que
podía desatar una tormenta entre Messi y el entonces vicepresidente Javier
Faus, que hace poco tiempo acabaron con la discusión, demasiado subida de tono.
Bartomeu tampoco la tuvo fácil con el director
deportivo, cuando tuvo que prescindir de Andoni Zubizarreta, quien se desligó
del asunto de los fichajes de jugadores juveniles que derivó en el problema
judicial con la FIFA, y se lo cargó al presidente, aunque no se dé a conocer
esto públicamente.
Zubizarreta, en verdad, tampoco había acertado con algunas
decisiones, como prescindir de José Manuel Pinto como segundo arquero en la
temporada 2013/14 cuando ya se conocía la lesión de Víctor Valdés, o no buscar
un reemplazante para un Carles Puyol lesionado, que terminó abandonando la
práctica del fútbol.
En cambio, Bartomeu rectificó para la siguiente
temporada con un plantel completo al que se sumó luego Luis Suárez y tuvo que
manejar el final de los tiempos de Xavi Hernández y la falta de partidos de
jugadores como Pedro Rodríguez o Adriano, o el culebrón de la renovación de
Daniel Alves y la dependencia de Montoya sobre si seguir o no en el club de
acuerdo a esto.
Bartomeu negó siempre ser “un Florentino Pérez”,
como le endilgó su principal oponente, Laporta, quien decía de él que buscaba
fichar jugadores “galácticos” para el plantel, al responder que a los culés
“nos gusta desde siempre que el mejor futbolista esté siempre en el equipo”.
Se define como “un trabajador silencioso, una
persona a la que le gusta unir más que la ruptura y que busca el consenso, no
la imposición” y también alguien que toma decisiones “y genero un buen rollo”.
Evidentemente le ha alcanzado para ganar las
elecciones presidenciales del Barcelona con cierta holgura, y ya apostando a
2016 con los fichajes de Aleix Vidal y Arda Turan, teniendo en cuenta las bajas
de Montoya y Xavi.
Le esperan tiempos complicados, aunque menos
turbulentos que hasta ahora, porque el consenso dará cierta tranquilidad a los
socios y Laporta tendrá menos fuerza como principal opositor, o al menos lo deberá
ser desde otro lugar.
También seguramente Bartomeu y su comisión directiva
deberán tomar alguna postura respecto de una posible independencia catalana de
España porque hasta el momento el Barcelona ha sido protagonista fundamental en
este aspecto y en la campaña, Laporta ha tenido duras palabras hacia España que
en cambio el presidente no parece querer seguir en esa misma línea.
Al nuevo presidente le espera un enorme trabajo y
muchos desafíos, que el tiempo se irá encargando de decirnos si los pudo resolver
exitosamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario