Fue el 26 de
octubre de 1988, hace poco más de treinta años, en el Estadio Centenario de
Montevideo. Esa noche, ante cuarenta mil personas, Nacional se consagró campeón
de América al vencer a Newell’s Old Boys de Rosario. Pocos podían pensar
entonces que los equipos uruguayos estarían tres décadas sin lograr un solo
título y con apenas una final jugada, la de Peñarol ante el Santos de Neymar,
en 2011, y una semifinal, ante Estudiantes en 2009, mientras que apenas una vez
más llegaron hasta esta instancia Danubio o Defensor Sporting.
Según los
distintos analistas consultados por Infobae, los motivos principales de esta
caída de los equipos uruguayos son el económico, la gran emigración de futbolistas desde muy
jóvenes, pero también, las malas administraciones de los dirigentes, la
direccionalidad de los grandes capitales de la industria de la pelota hacia las
potencias latinoamericanas como Argentina, Brasil o México, y hay hasta quien
cree que se acabó aquella mística de los primeros treinta años (desde 1960 a
1988) para buscar resultados quiméricos.
Lo cierto es que
los dos equipos grandes uruguayos, Peñarol y Nacional, compitieron en los
primeros años de Copa Libertadores para ser los dominadores del continente.
Peñarol (que ganó los títulos de 1960, 1961, 1966, 1982 y 1987) ya era
tricampeón de América en 1966, cuando había terminado la séptima edición (sobre
59 totales) y cuando aún Estudiantes no había conseguido ninguna Copa, y ni
Boca ni River lo habían logrado. Incluso, Peñarol llegó a ser bicampeón
intercontinental en esos años.
Nacional llegó a
destronar al Estudiantes de Carlos Bilardo al ganarle la final de 1971, y
posteriormente obtuvo las Copas Libertadores de 1980 y 1988 y en las tres
oportunidades, se consagró campeón intercontinental, aunque todo eso forma
parte de un pasado muy remoto.
“Lo que le pasó
a los equipos del fútbol uruguayo en los años Ochenta fue increíble, y también
a la Selección. Fuimos tantas veces a Tokio para la Intercontinental entre
Peñarol y Nacional (1980, 1982, 1987 y 1988), que los japoneses ya tomaban como
algo natural que fuéramos para allá, y se preguntaban “qué estará pasando” con
nosotros”, se ríe Jorge Goncalves, campeón de América con el Peñarol que
dirigía un joven Maestro Oscar Tabárez.
“Cuando los
periodistas japoneses vinieron a cubrir los entrenamientos para la
Intercontinental y vieron lo que era nuestra infraestructura, nuestros
estadios, no lo podían creer”, recuerda Goncalves, hijo de Néstor (Tito),
también campeón de América 1960, 1961 y 1966, y un símbolo del club.
Goncalves
también recuerda que en la década de 1980, la selección uruguaya ganó dos Copas
América, la de 1983, con sedes
variables, y la de 1987, la primera llamada efectivamente así (antes eran
torneos Sudamericanos) y jugada en Argentina “donde en semifinales eliminamos a
los campeones del mundo, con Diego Maradona y Claudio Caniggia incluidos”,
acentúa.
“Creo que lo que
cambió desde ahí –insiste- es que antes no había tanta demanda porque había
cupos en los equipos extranjeros, y ahora se van todos, cuando antes se iban
los jugadores clave de cada equipo. Por otro lado, ahora el dinero de los
sponsors, la TV, va para los que más poder y habitantes tienen, y es lógico,
pero Uruguay quedó rezagado porque el jugador uruguayo es barato, muy bueno y
rendidor. Si hace un buen torneo Apertura,
ya no está en el Clausura. Por ejemplo, si Peñarol ahora hubiera podido
mantener a Jonathan Rodríguez, al “Pájaro” Federico Valverde (en el Real
Madrid) y a Nahitán Nández, que era el capitán, con Maxi Rodríguez podría estar
en condiciones de pelear esta Copa Libertadores, pero no los pudo retener. Pero
hoy te lo desarman Argentina, Brasil, México, el fútbol europeo”.
Para el Bambino
Etchegoyen, reconocido periodista de la emisora “Sport 80” de Uruguay, el
motivo por el que ningún club de su país ganó la Copa Libertadores en 30 años,
“es netamente económico” y da ejemplos muy contundentes: “Cuando Uruguay cuenta
con los jugadores puede salir cuarto como en Sudáfrica 2010 o quinto como ahora
en Rusia, o puede ser campeón de América porque compite de igual a igual. En 2018, Nacional fue campeón de la Copa
Libertadores sub-20 que se jugó en Uruguay y River, un equipo chico, tercero.
En 2017, Liverpool llegó a la final y y Defensor antes había llegado a la final
y la perdieron frente a Gremio y San Pablo”.
Etchegoyen recalca que “es imposible que el
fútbol uruguayo, hoy, pudiera tener un solo jugador de Boca o de River. La
diferencia es abismal. El presupuesto de Peñarol o Nacional en sueldos debe ser
de un millón de dólares o poco más, contra varios millones de Boca o
River. Es imposible compararse con el
fútbol argentino, brasileño o mexicano porque los jugadores se van a los
17,18,19 años, entonces nunca juegan en nuestro país”.
Etchegoyen
destaca que el torneo local “es con jovencitos que juegan en Primera o
veteranos que ya pegan la vuelta. River le compró a De la Cruz (20 años) a
Liverpool y a Saracchi a Danubio y fijate a cuanto lo vendió al Leipzig. Carlos
Benavídez, uno de los mejores de Defensor, se lo llevó Independiente. Creo que
esto seguirá así por bastante tiempo más, lamentablemente”.
Pablo
Karslián, comentarista de Radio
Oriental, de larga trayectoria, y ex presidente del Círculo de Periodistas
Deportivos del Uruguay, coincide bastante con el diagnóstico de Etchegoyen y
traza un diagnóstico muy preciso cuando dice que en el fútbol de su país: “hay
dos aspectos fundamentales, que terminan siendo una combinación complicada que
conspira contra las posibilidades uruguayas,
la coyuntura económica y el y una involución interna de los torneos
locales.
Karslián
recuerda que Tabárez (DT de la selección) dice sin empacho que en cuanto a
ligas, “Uruguay está peleando el descenso en Sudamérica junto con Bolivia”. Y
esto tiene una explicación porque hay dos “fútbol uruguayo” que conviven. Una
realidad es la Selección, que se basa en la cantidad poco común. Por fuera
completamente del promedio, de jugadores que aparecen y que triunfan en la
necesidad. Y la otra, es el torneo local”.
“La estructura
del fútbol infantil de nuestro país hace que los jugadores desde muy pequeños
jueguen ya organizados, y eso es muy importante, pero también se van al
exterior muy jóvenes, algunos sin debutar en Primera. Hoy hay 16 clubes en la A
y 15 en la B, más o menos unos 30 equipos profesionales que a 20 jugadores por
plantel, de base, da unos 600 y 700 jugadores de fútbol. Pero hay más de esa
cantidad de futbolistas uruguayos diseminados por el mundo. Los de élite, los
de selección más lo de primera y segunda categoría, de ligas de segundo orden,
o en Segunda de ligas de segundo orden, o en países asiáticos no relevantes o
en Centroamérica. Más de 800 jugadores uruguayos afuera, o sea, mayor a la suma
de toda la Primera y toda la Segunda juntas”, expresa con rotundidad.
Por último,
Karslián agrega que los equipos de mayor convocatoria, Peñarol y Nacional, “han
tenido políticas inestables. No asentaron un equipo aunque incluso cuando
contrataron jugadores en el exterior”.
Javier Máximo
Goñi, relator de Radio Oriental y panelista de la TV, coincide con el análisis
de Karslián y de Etchegoyen en cuanto a la emigración de jugadores jóvenes,
pero considera que hay otros puntos, como las erogaciones de los clubes en
construcción de estadios, mantenimiento, seguridad, que afectan la contratación
de jugadores” y que tampoco el fútbol uruguayo “tiene peso en Conmebol. Es
escaso o nulo. Y los equipos tienen dificultades físicas para jugar cada 72 hs
y eso influye en el estilo de juego”, pero diagnostica que “hay una falta de
voluntad de las autoridades uruguayas para mejorar el fútbol reuniendo a las
fuerzas vivas”.
Javier De León,
periodista radial de “Cadena Celeste” y con diez Mundiales consecutivos
cubiertos, agrega otro elemento para explicar los treinta años sin títulos de
Copa Libertadores de los equipos uruguayos. Acepta que el factor económico
influye, pero que no es el único, y que sirve como excusa para explicarlo todo
“y creo que se ha perdido el espíritu de grandeza, la convicción de que se
puede ser campeón y asumimos desde el comienzo de que es imposible ganar”.
De León recuerda
que cuando los clubes uruguayos ganaron las cuatro Copas de la década de los Ochenta “no eran equipos
con grandes presupuestos ni estrellas como sí en los Sesenta, y es más,
recuerdo en 1987 que cuando le ganó la final al América de Cali, los premios de
los colombianos eran diez veces más que los que pagaba Peñarol por ganar la
Libertadores. Quiere decir que lo económico también estaba pero se ganaba igual
porque había un convencimiento”.
El experimentado
periodista insiste en que el fútbol uruguayo “se ha caracterizado como el que
más veces ha quebrado una lógica y así fue que consiguió consagraciones como
las del Macaraná en 1950 en Brasil o las Copas América de 1987 y 2011 en
Argentina, y en ambos casos, eliminando a los locales. Sin esa convicción,
entonces termina perdiendo, como le pasa ahora. Arrancamos derrotados. Esa
pérdida de fuerza mental influyó sin dudas”.
Goncalvez
concuerda en cierta forma con De León cuando advierte que los escasos
resultados de las últimas tres décadas “no quieren decir que los clubes grandes
uruguayos no empiecen una Copa sin la exigencia de salir campeones. La hinchada
está acostumbrada a los títulos, las redes sociales, la historia que se repite
por generaciones, así lo exigen”.
Pero ensaya una
explicación del presente: “En las primeras Copas, entraban sólo los campeones
de cada país, luego los dos primeros, y ahora, Argentina y Brasil tienen cinco
o seis equipos poderosos, entonces pasamos a uno y ya llega el siguiente. Lo
que nosotros hicimos con Peñarol con el Maestro Tabárez y un equipo muy joven,
que pasó la primera rueda ante el Alianza Lima de Perú, que era la base de la
selección, y le ganó a Independiente de visitante y a un poderosísimo América
de Cali que era finalista por tercera vez consecutiva, hoy parece irrepetible”.
Hoy, los hinchas
uruguayos viven de la nostalgia de aquellos equipos ganadores como aquel
Peñarol de 1960 y 1961, ganador de las dos primeras ediciones de la Copa
Libertadores, con Tito Goncalvez, Roberto Matosas, el gran delantero
ecuatoriano Alberto Spencer, José “Pepe” Sasía, Luis Cubilla o el peruano Juan
Joya, que ganó aquellas finales a Olimpia de Paraguay y al Palmeiras de Djalma
Santos y Julinho, o los aurinegros de aquella definición ante River Plate en
Santiago de Chile en 1966, cuando perdían 2-0 con goles de Daniel Onega y Jorge
Solari, y acabaron ganando 4-2 en el alargue cuando en el final, Spencer y
Julio César Abbadie empataron y otra vez Spencer y un notable Pedro Virgilio
Rocha dieron vuelta el marcador y luego alcanzaron la Copa Intercontinental en
España ante el Real Madrid “yeyé”.
Los de Nacional
viven recordando aquella gesta de 1971, cuando destronaron al tricampeón Estudiantes,
con un equipo que se sabía de memoria y que comenzaba con el brasileño Manga en
el arco, Luis Ubiña y Atilio Ancheta y el que integraban Julio Montero
Castillo, Víctor Espárrago, Ildo Maneiro, Cubilla y el gran goleador argentino
Luis Artime, que definió con tres goles la Copa Intercontinental ante el
Panathinaikos de Grecia.
Nacional volvió
a ser campeón en 1980 al vencer en la final al Inter de Porto Alegre de Falcao,
Batista, Mauro Galvao y Mario Sergio, cuando tras empatar 0-0 en Brasil,
definió en en Montevideo con gol de Waldemar Victorino, quien luego sería el
definidor de la primera edición de la Copa Intercontinental en Japón, ante el
Nothingham Forest de Peter Shilton y Trevor Francis.
Dos años más
tarde, fue Peñarol el campeón de América ante el Cobreloa con figuras que luego
pasaron por el fútbol argentino como Nelson Gutiérrez, Mario Saralegui o
Fernando Morena, y luego sería campeón intercontinental ante el Aston Villa, y
cinco años más tarde, Diego Aguirre convertiría el mítico gol en el último
segundo del tercer partido ante el América de Cali de Julio Falcioni, Ricardo
Gareca y Roberto Cabañas.
A Nacional, en
1988, le tocó ser el último equipo uruguayo que levantó una Copa Libertadores
hasta hoy, cuando tras perder 1-0 ante el Newell’s de José Yudica que contaba
con Norberto Scoponi, Darío Franco, Roberto Sensini, Darío Franco, Juan Manuel
LLop, Gerardo Martino, Roque Alfaro y Gabriel Batistuta, pudo coronarse en
Montevideo al vencer 3-0 con grandes jugadores como el caudillo Hugo De León y
el volante Santiago Ostolaza, que posteriormente también se llevaría la Copa
Intercontinental en Japón ante el PSV Eindhoven holandés que contaba con Ronald
Koeman, el danés Soren Lerby y el brasileño Romario. Ganó por penales, y la
gran figura fue el arquero Jorge Seré.
Hoy, todas estas
historias parecen demasiado lejanas.
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