A sólo once
minutos del final del amistoso de anoche ante la selección mexicana, el estadio
mundialista Malvinas Argentinas de Mendoza estalló en una ovación. Se trataba del ingreso como suplente de Paulo
Dybala, quien había sido pedido insistentemente por la gente durante todo el
partido. “La Joya”, por si faltara poco, respondió con un bonito gol, y durante
los festejos fue directamente en busca de quien generó la jugada y lo asistió,
Giovanni Simeone, para agradecerle con gestos ostensibles.
Dybala, ídolo de
la Juventus, donde el público asiste a al estadio con su rostro y el gesto de
la máscara que reproduce en cada festejo de gol, no había logrado el mismo
rendimiento en la selección argentina durante el ciclo anterior, pero ahora
aparece muy fortalecido, sintiéndose respaldado por el público, y asumiendo
claramente uno de los roles de liderazgo de la nueva generación de futbolistas
convocados por Lionel Scaloni para los últimos seis partidos post-Mundial de
Rusia 2018.
Eso se nota en
todo. En la soltura con que se mueve en la cancha, sin la mochila de tener que
demostrar algo, como en el ciclo pasado. Ya se pudo comprobar en la soltura de
aquel intento, en Córdoba, de colocar una pelota de emboquillada por encima de
Guillermo Ochoa en el primer partido ante México en Córdoba, o la tranquilidad
para definir ante Jesús Corona en el segundo partido, en Mendoza.
Pero también en
sus declaraciones, sosteniendo la continuidad de Scaloni como entrenador para
2019 (“obviamente, queremos que siga. Nos da libertad y nos hace trabajar de
linda manera. Podemos seguir así”).
No es casualidad
que ahora, a diferencia de lo ocurrido durante muchos años con la generación
anterior, los jugadores aparezcan muy cerca del público, con enorme simpatía,
sacándose fotos con los hinchas que esperan en la puerta de los hoteles de
concentración, sonriendo, y firmando autógrafos sin ningún apuro. Dybala tiene
muchísimo que ver con eso, y la gente lo considera humilde y cercano. Hay un
evidente esfuerzo por mostrar humildad y pertenencia, algo que no se veía en
épocas anteriores.
Pero tampoco es
casualidad que Dybala y Mauro Icardi, dos de los que menos lugar encontraron en
el ciclo anterior, hayan hecho tanto hincapié en la actual cohesión grupal.
“Todos tiramos
para adelante”, fue la frase que utilizó, sin ingenuidad de ninguna clase,
Paulo Dybala para definir este momento, mientras que Icardi es todavía más
contundente al respecto, cuando sostiene que “yo viví en la Selección y no
había tanto compañerismo ni tanta amistad. Se formó algo muy lindo de parte de
todos y esperamos poder seguir por este camino”. ¿Acaso una manera de cerrar
filas o una advertencia a la Vieja Guardia que pueda querer sumarse en el
futuro?
Icardi no sólo
se siente cómodo en este ciclo, en el que apoya claramente la continuidad de
Scaloni (“En este nuevo ciclo nos sentimos muy cómodos y muy bien con todo el
cuerpo técnico, con Leo, con todos”), sino que se suma a la elipsis de Dybala
hacia la etapa anterior: “Cuando era convocado antes, no se sentía lo que se
siente ahora, porque antes había jugadores de más experiencia y ahora hay
jugadores que llegan desde abajo, que quieren hacer méritos y eso nos da un
plus”.
Pero tanto como
Dybala y tal vez por un carácter diferente, Icardi se va convirtiendo poco a
poco en uno de los voceros y referentes de este plantel, muy lejos de la etapa
anterior, cuando tras mostrarse en la gira por Australia con Jorge Sampaoli,
aún lesionado, no volvió a repetirlo antes del Mundial, cuando el Inter envió
un certificado de su salud física como justificativo de su ausencia, algo que
pudo ser clave en su desafectación mundialista para Rusia.
Tanto es así,
que incluso dentro del campo de juego, Icardi sabe que el esquema táctico de
Scaloni no lo favorece, como anoche cuando prácticamente no tuvo acompañamiento
por las puntas porque ni Erik Lamela ni Rodrigo De Paul se sienten extremos,
pero se las arregló al minuto para generar su primer gol de albiceleste, al
tocar hacia el jugador del Tottenham para abrirse camino solo hasta la
definición.
Acaso quien
aparece como tercer líder grupal, el experimentado Sergio Romero, pueda ser
fundamental para articular puentes entre la generación anterior y la actual.
El arquero
suplente del Manchester United, dos veces mundialista pero desafectado con
polémica de Rusia 2018, es considerado amable por la nueva generación y siempre
fue uno de los pocos accesibles en la relación con el público en tiempos
pasados y a diferencia de sus ex compañeros, siente que tiene una nueva
posibilidad tras perderse la gran cita hace cinco meses.
Aún así,
sorprendió su enorme respaldo a Scaloni, cuando lo comparó nada menos que con
Alejandro Sabella, con quien llegó a la final de Brasil 2014. “Leo logró hacer
un cambio muy importante, como antes Alejandro. Trajo gente nueva que se adaptó
y está dejándose la piel por esta camiseta. Estamos muy contentos”.
Romero (y
Scaloni lo sabe) resulta clave para conseguir el regreso de un Lionel Messi que
no hace ninguna mención sobre el tema, cuando ya en 2019 se disputará la Copa
América de Brasil, así como también las posibles de Sergio Agüero o la más
factible de Nicolás Otamendi.
Si bien la
dirigencia de la AFA confía en que Scaloni logre atraer por distintas vías a
los referentes de la Vieja Guardia, lo cierto es que ésta se encontrará con un
panorama muy distinto a lo que hubo en el pasado, y los nuevos líderes ya se
encargaron de marcarle la cancha.
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