Mientras algunos dirigentes de distintos clubes, que simpatizan con la oposición política, aducen como mecanismo de defensa que aún no han podido ver el nuevo contrato firmado entre la AFA y la Secretaría de Medios estatal (el presidente de Lanús, uno de los clubes mejor administrados, Alejandro Marón, sostuvo hoy que eso es "imposible"), el fútbol argentino continúa de desaguisado en desaguisado, recibiendo una partida de fondos de la que aún no se conoce mucho (supuestos 302 millones de pesos extras, según "Clarín"), mientras observa, también haciendo mutis por el foro, cómo continúa el desgüace de jugadores hacia el exterior ya con la temporada comenzada, en otra muestra cabal de cómo la dependencia del mercado europeo es cada vez mayor y por eso pende la espada de Damocles hasta que, por fin, en el viejo continente se cierre el libro de pases el próximo 31 de agosto.
Hasta la llegada de la tarde/noche de ese día (por razones de diferencia horaria), prepárense para lo peor. De los clubes con viejas deudas y añejas mañas en sus extraños manejos, se puede esperar cualquier cosa, hasta la de calificar de "traidores" a todos aquellos que cobran a los premios y en pesos y que reciben ofertas jugosas y en euros, que además pasarían a cobrar al día, sumado a la repercusión que en muchos casos podrían adquirir en los grandes mercados.
Así es que en Huracán, durante el partido ante Lanús, apareció una bandera contra Matías De Federico, quien fuera vituperado por su entrenador, Angel Cappa, quien recordó una promesa del muy buen volante de que si uno permanecía en el puesto, el otro continuaría jugando. Raro que Cappa no entienda este mundo actual, de tantos vaivenes, y especialmente lo que hoy es, económicamente hablando, este Huracán. Y por eso, ante una jugosa ofertadel Corinthians, De Federico se fue, incluso sin permiso. Sin respuestas a la crisis económica, parece difícil que un dirigente de estos clubes pueda frenar a un jugador "indisciplinado" que se quiere ir. Por eso, De Federico termina en el Corinthians de Ronaldo, así como Bergessio deja la idolatría y los goles de San Lorenzo para hacerse humo en horas y recalar en el Saint Etienne, un equipo francés de buena tradición en los setenta (alí triunfó Osvaldo Piazza, por ejemplo) pero venido a menos desde hace mucho. Los franceses se llevaron también, y de un plumazo, a Augusto Fernández, empobreciendo aún más a este paupérrimo River Plate sin ideas ni conducción futbolera. Pero lo peor es que ni Huracán, ni San Lorenzo ni River se quedarán, al menos, con fortunas en sus arcas. Qué va. Poco y nada, porque los jugadores ya no pertenecen siquiera a estos clubes que entregaron su cuerpo y su alma al diablo. Fausto es un poroto, a su lado. Los jugadores son, hoy, de "grupos empresarios" expresamente prohibidos por el reglamento de la AFA (¿ah, existe un reglamento?), pero que de hecho poseen los derechos económicos de los jugadores, mientras que a los clubes les queda el eufemismo de los derechos federativos, a los que habría que llamar "figurativos" porque no son más que eso, en verdad y a la hora de los bifes. Por el Congreso anda dando vueltas un proyecto de ley de Felipe Solá, que ataca a estos intereses y por eso navega sin respuesta.
Mientras Cappa se enoja con De Federico, Diego Simeone hasta habla de irse de San Lorenzo si no le traen un delantero con capacidad parecida a la de Bergessio, con quien contaba, y Néstor Gorosito sigue sin entender que el pibe Matías Musacchio, con apenas minutos en primera, haya optado por el Villarreal B (sí, está bien escrito, es el B) antes que la primera de River, y cuando su pase ya ni siquiera es de los ex millonarios sino del sugestivo Locarno de Suiza.
También Franco Sosa le hizo pito catalán a Ricardo Carusso Lombardi para irse a jugar al Lorient francés, igual que el volante de Argentinos Juniors Peñalba, mientras que Boca Juniors se desprendió de sus juveniles Juan Forlín y Facundo Roncaglia, ambos al Españyol de Barcelona, aunque por sumas interesantes.
Esto no es todo: en las próximas horas puede haber otro éxodo, desde Hernán Rodrigo López (Vélez), Eduardo Salvio (Lanús), Diego Buonanotte (River), y ya emigraron Carlos Araujo (Huracán), o Leandro Cufré (Gimnasia), que llegó a estar apenas horas.
La excusa es la misma: lo que se administra pasa por "la pasión" y eso hace que casi todo valga, cuando se trata de dinero ajeno. En nombre de esa "pasión", el fútbol argentino no es capaz de retener jugadores que emigran a Grecia, a México, a destinos que no son determinantes.
Por eso, el secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), Sergio Marchi, tiene razón cuando dice que todo sigue igual, pese a este excelente acuerdo con el Estado. Nada cambiará en la AFA ni en el fútbol argentino si los dirigentes no entienden, por fin, que lo que administran es la economía de instituciones, y no sólo "pasiones" aunque intuímos que lo saben y que no les importa.
El fútbol sigue siendo la gallina de los huevos de oro. Y no por nada, en River se presentan tantos candidatos a la presidencia en los próximos comicios de este año: Santilli, Dávicce, Caselli, Passarella, Cavallero, D'Onofrio, Kiper, Avila...
Mientras la liga no parece que pueda presentar algo mejor, y todos se enojan con todos y nadie soluciona nada, ya la tercera fecha del Apertura entra en colisión con las fechas de muchos, entre los que deben ceder jugadores a sus seleccionados y hasta un despropósito de un Boca-River en Bolivia, hasta la suspensión del Rosario Central-River para cuidar el Gigante de Arroyito a días del trascendental partido entre Argentina y Brasil. ¿Nadie lo previó cuando se organizó el actual campeonato, que incluso comenzó más tarde de lo previsto? ¿Nadie pudo ver que en esta misma semana se pudo haber jugado una fecha, ya que ningún club tiene compromisos?
Es que los dirigentes siguen ocupados en "administrar pasiones", y no parecen tener tiempo para pensar un poco más allá. Y así les va a volver a ir, aún con 600 millones de pesos más.
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