martes, 18 de agosto de 2009

Que el fútbol no pare

La sensatez del secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), Sergio Marchi, no deja lugar a dudas: por el momento, en el fútbol argentino, nada ha cambiado. Aún si los clubes recibieran, de hoy al viernes 21, el dinero que necesitan para paliar sus deudas y recomenzar a jugar oficialmente por el Torneo Apertura, las cosas no serán diferentes al momento en el que se iniciara el conflicto. Por la sencilla razón de que no existe la autocrítica real, y por tanto, los clubes parecen ser proclives a repetir una vez más el mismo desastre de la actualidad. Porque al margen del dinero que necesitan de manera urgente (unos cien millones de pesos), y que hoy por hoy sigue sin aparecer y el Estado dice que no lo pondrá, al menos ahora, y la AFA no habla, no hay en los dirigentes un mea culpa en serio sobre cómo se administra la enorme masa de dinero que cada mes ingresa en sus arcas, ya sea de transferencias de jugadores (aún en baja con respecto a años anteriores), ventas de entradas y abonos anuales a palcos y plateas, cuotas societarias, ingresos de TV, publicidad estática y en las camisetas. Y a pocos días del cierre del libro de pases, especialmente de Europa, lo que más interesa para exportar (el próximo 31), el escaso remanente de chances de venta de jugadores sigue pugnando entre los entrenadores que no quieren perder capital futbolístico, los clubes que necesitan vender imperiosamente, los jugadores que quieren irse, y los "grupos empresarios" que quieren sacar su tajada del negocio. Así, asistimos a las posibles salidas a último momento de los Muñoz, Forlín, De Federico, Araujo, Sosa, Buonanotte, Bergessio, Salvio y tantos otros, para terminar de apagar la luz de las figuras de un torneo argentino que ni siquiera puede mantener a los que emigran a Grecia, aunque en los cálculos de los especialistas, este torneo no maneje más activos que los locales. Pero esto habla a las claras de lo mal que se administra y también, de la nula capacidad de control sobre las acciones del fútbol y la poca crítica de un periodismo entregado de pies y manos al negocio y con escasos referentes intelectuales de peso.
Marchi se preguntaba "qué parte del cuerpo" pertenece a los grupos empresarios que poseen los derechos económicos de un porcentaje de un jugador. "Los que tienen el 20 por ciento de un jugador, ¿tienen un ojo, media pierna, un brazo?", se interrogaba irónicamente Marchi, como si hablara de la obra teatral "Una libra de carne" de Agustín Cuzzani. Eso es el mercado, que demuestra cómo los pases de los jugadores no se condicen con la realidad, que muestra a veinte equipos de primera división con derechos federativos que de nada sirven a la hora de vender a un jugador al exterior, porque en verdad, no son los dueños de sus pases, que es lo que importa, y salvo excepciones, la mayoría dispone de jugadores a préstamo de particulares que luego sacarán ganancias cotizándolos y vendiéndolos por más dinero. Habría que investigar cuál es el rol de los dirigentes de los clubes en este punto, y por qué dejan que esto pase así porque sí. ¿O hay algo más y es que verdaderamente estos dirigentes tienen participación en estas transferencias? a la mayor parte del periodismo deportivo argentino no parece interesarle, y menos, a los políticos que al menos en teoría, se encargan de este área.
En sus chascarillos de cada día, el programa de Marcelo Tinelli por TV hizo una parodia con la situación del fútbol al ritmo de "que el fútbol no pare, no pare, no...que el fútbol no pare". Parece que se trata de eso. Como dijo Diego Maradona, la Argentina sin fútbol "es un país dramático", por lo que todo indica que el show debe seguir, aunque los clubes sigan debiéndole a Agremiados el ochenta por ciento de lo que debían antes de iniciarse el conflicto, o aunque los grupos empresarios sigan especulando, y los dirigentes, haciendo la vista gorda. "Siga, siga", suelen decir los árbitros para "sacar" adelante los partidos. Ese es el objetivo: que el fútbol no pare. No importa cómo, pero que no pare, así todo sigue igual.

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