La información proporcionada por varios medios indica que la AFA parece querer reservar para su "caja chica" nada menos que cien millones de pesos de los seiscientos que recibió del Estado, sosteniendo que una parte de ellos son para pagar a clubes del ascenso, que siguen cobrando el dinero de la TV del acuerdo original porque estas divisiones no fueron afectadas en el conflicto que determinó el final del monopolio. A su vez, otra información se cruza con ésta, y es que la reconocida organización "Salvemos al Fútbol", a través de su titular, la valiente dirigente Mónica Nizzardo, ratificó ante la Justicia una denuncia penal contra la Inspección General de Justicia (IGJ) por falta de control sobre los clubes de fútbol. Esta denuncia, patrocinada por el ex juez y abogado Mariano Bergés, está radicada en el juzgado número 10 a cargo de Julián Ercolini, con intervención del fiscal Miguel Angel Osorio. De acuerdo con esta denuncia de "Salvemos al Fútbol", la Justicia debe investigar si efectivamente la IGJ no investiga, a su vez, lo que ocurre en el seno de la AFA y en la relación entre ésta y los clubes, cuando, según Bergés, muchos de sus balances son "escandalosos".
Esta información vuelve a generar un debate sobre un tema que hemos abundado en este blog y que no creemos que se haya planteado demasiado en el ambiente del fútbol argentino y que nos parece medular. El presidente de la AFA, Julio Grondona, viene sosteniendo que la AFA "son los clubes" pero cuando recibe, por fin, seiscientos millones de pesos para paliar los tremendos déficit de la mayoría de esos clubes que componen su asociación, resulta que decide quedarse con un vuelto de cien millones. ¿Qué sucede, entonces? ¿La AFA son sólo los clubes, o es mucho más que eso, o debiera ser mucho más que eso?
Venimos insistiendo en el ejemplo de España. Allí la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) no está conformada sólo con "los clubes" sino que ellos conforman, entre sí, lo que se conoce como la Liga Profesional de Fútbol (LFP), que funciona en otro edificio, tiene su propio presidente, y tiene tal funcionamiento autónomo que en las últimas elecciones tuvo una postura contraria a la del presidente de la RFEF, Angel María Villar, por cierto, casi un hermano mellizo de Grondona en la FIFA.
Es decir, la RFEF es una sumatoria, lógica, de la LFP y de las asociaciones de árbitros, del fútbol femenino, de las federaciones regionales y otras organizaciones porque incluye a todo el fútbol español. En la Argentina, em cambio, se recae en el simplismo de la "mesa chica" en la que se sientan los dirigentes de "los clubes" con lo cual se controla mucho mejor desde la autoridad (Grondona y sus amigos) a los votos y las disidencias. Cuanto más amplia es la organización, menos control, más necesidad de votos en papeletas y en urnas. Cuanto más pequeña, voto a mano alzada y ante la dura mirada del eterno mandamás.
El hecho de que la dirigencia de la AFA quiera quedarse con un sexto del total del monto destinado a los clubes por parte del Estado, cuando la excusa fue la necesidadde un acuerdo mejor que al anterior por el déficit crónico de la mayoría de las entidades, demuestra una vez más que los clubes no importan tanto como parece, y sería interesante, lo decimos una vez más, saber si los dirigentes de los clubes involucrados en el nuevo acuerdo entre la AFA y la Secretaría de Medios, saben fehacientemente qué dice este contrato, y que no vuelva a ocurrir que firmen "ahí", sin saber qué ni para qué firmaban y sólo porque Grondona les dijo que lo hicieran.
Otro tema, complicado si los hay, tiene que ver con la injerencia o no del Estado en la AFA, como reclama (con razón) "Salvemos al Fútbol". Desde el Estado, podría invocarse el reglamento de FIFA, por el que cualquier investigación estatal es considerada como "intromisión" y la AFA podría ser pasible de suspensión instantánea. Pero todo indica que desde lo ético, ningún Estado puede tolerar manejos discriminatorios y/o corruptos en su territorio por más que una federación deportiva sea autónoma y dependa de la federación internacional correspondiente.
Ahora bien, ¿esto es real? ¿quién se impone en este conflicto de poderes? volvemos a España y lo ocurrido en 2008: a meses de la Eurocopa, el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, sostuvo que la RFEF debía convocar a elecciones debido a los crecientes cuestionamientos a su presidente Villar, pero nada menos que Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, amenazó con que cualquier intromisión estatal sería pasible de suspensión de la RFEF y con ello, la imposibilidad de jugar la pasada Eurocopa, que terminó ganando la selección española. Todo terminó en que en silencio, Zapatero terminó firmando la paz y Villar, muy contento en su cargo. Es decir, el poder del fútbol pudo más, incluso, que el poder estatal. Es una buena lección para que la Argentina la tome en cuenta y encuentre una solución jurídica a esta difícil cuestión, que merece un debate más serio.
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