Parte II: Los objetivos y los medios legítimos. ¿Solamente una racionalidad instrumental?
Es momento de retomar el caso de Estudiantes de la Plata como un objeto de reflexión, e insisto e insistiré con lo mismo, como un potencial objeto de estudio sociológico. He recibido varios comentarios de la primera parte donde intento hablar de la mística en el fútbol. Algunos colegas me han dicho que esperaban más, otros que se quedaron con ganas de seguir leyendo. Otros que falta definir con más precisión el concepto de mística. Es posible que algunos queden decepcionados o incluso que algunos terminen enojados. Dos cosas: si no puedo cumplir con las expectativas ofrezco una disculpa por anticipado, si en cambio logro provocar una reacción y generar debate el objetivo está alcanzado.
Y es así, hablando de objetivos, quiero retomar la discusión en torno al campeón de la Copa Libertadores de América, me reuso a llamarla Copa Santander Libertadores (aunque ya lo hice aquí). Antes que nada, cuando me refiero a la mística quiero hablar solamente de una idea para el fútbol, por eso digo mística en el fútbol. Buscaré solamente dejar planteada la discusión dado que no pretendo yo mismo proponer una definición de esa idea. Seré valiente sin embargo antes de concluir con esta reflexión dividida en tres partes y presentaré una serie de elementos que se refieren a esa idea de la que hablo.
La mística es una creencia relativa a lo divino o a lo sobrenatural. Los aspectos esotéricos de la mística tienen que ver con lo interno, los exotéricos con aquello que es exterior o potencialmente escéptico. En el fútbol nos referimos generalmente a la mística de un equipo, de un club, de una selección por su historia ganadora y su fibra en momentos claves, por eso que acompaña y que genera una especie de aura. Mi posición es la siguiente: Estudiantes de la Plata es un ejemplo de racionalidad y mística puestas al servicio de objetivos claramente definidos.
Para hablar de la racionalidad he pensando entre varias opciones movilizar los conceptos de Robert Merton como anuncié en la primera parte. Mi punto es que debemos referirnos a los medios usados para alcanzar objetivos legítimos. Sin embargo, en el caso de Estudiantes la mística, esa idea que todavía me cuesta definir pero que asumimos formó parte de esta historia trazada explica y acompaña el éxito conseguido.
Recuperando los conceptos de Merton, cuando hablamos de objetivos debemos indefectiblemente buscar elementos de evaluación de resultados para saber si los objetivos cumplieron las expectativas. No nos engañemos. En el fútbol, el primer objetivo es ganar. Pero hay objetivos a corto plazo e inmediatos: ganar un partido. Otros a mediano, y aunque nos parezca raro son muy divergentes entre los equipos y las situaciones que viven los clubes. Hay equipos que se animan a plantearse de forma clara el objetivo de salir campeón, y aunque nos parezca eso muy normal no muchos equipos definen el objetivo de salir campeón, quizás porque saben que sus planteles son modestos y que hay otros candidatos más fuertes. Otros no lo hacen porque la historia no los acompaña. Pocos son los que no sólo se plantean salir campeones una temporada sino que proyectan figurar en la escena internacional, crecer como institución, apostar al mediano y largo plazo con políticas de formación de juveniles y ganar títulos internacionales. Son contados los clubes (y esto no abarca a un país determinado sino que engloba a una reflexión para muchas ligas) que definen este tipo de objetivos institucionales. Ciertamente hay varios clubes distintas ligas que aspiran a algo así, pero creo no equivocarme: siempre son unos pocos. Y son muchos menos los que consiguen plasmar esos objetivos en resultados palpables.
Ahora bien, Estudiantes de la Plata es un caso en el que observamos una clara definición de los objetivos a corto, a mediano y a largo plazo. Podemos ver entonces que el resultado del partido en el Mineirao el 15 de julio es producto de la construcción a mediano y largo aliento. Resulta una obviedad decir que los objetivos a corto plazo de la Copa Libertadores se fueron superando en forma paulatina. Cualquiera puede decir eso y no es una banalidad. Desde el repechaje para entrar a la Copa Libertadores hasta la semifinal ganada a otro equipo con y historia y mística en la Copa (y precisamente de batallas en la misma época de aquel Estudiantes que se consagró rey de América y del mundo) como el partido jugado en el Centenario de Montevideo frente a un estadio colmado a parte entera por los seguidores uruguayos. Y así, detrás de esos objetivos que fueron superados con resultados favorables existieron objetivos que muestran la planeación y el esfuerzo institucional a mediano plazo.
Esto no es una defensa al Pincha, no soy aficionado del club, estoy tratando de ser lo más objetivo y neutro dentro de cierta admiración que me produce, no lo niego, pero Estudiantes de la Plata atravesó en 2004, hace tan solo cinco años un momento de complicaciones respecto al promedio. Carlos Salvador Bilardo se hizo cargó del equipo. Los proyectos se han respetado desde entonces, algunos técnicos emigraron a otros equipos que pagaban más, sin embargo, el club siguió apostando por objetivos a mediano plazo con medios confiables y creíbles para lograrlos.
El regreso de Juan Sebastián Verón trajo otros aires, sin dudas, pero en este análisis institucional, los medios elegidos fueron apostar por la formación de jóvenes. Difícil discernir cuáles medios son legítimos, en este sentido, y cuáles no lo son. Desde el punto de vista del Real Madrid, comprar los mejores (o los más caros y al precio más caro para saturar el mercado) es legítimo dado que para ser los mejores hay que tener los mejores (y para conseguirlos hay que comprarlos). Para el Real Madrid es legítimo movilizar esas sumas. Para muchos críticos y observadores del deporte eso no es tan legítimo ya que genera una inflación en los salarios de las superestrellas y provoca una mayor distancia entre los clubes ricos y los demás. En Sudamérica y en Argentina lo legítimo es formar jóvenes. Sin embargo, muchos forman jóvenes y los libran a agentes y grupos de inversores en búsqueda de dinero líquido e inmediato que permita paliar las obligaciones agobiantes. En otros casos se hace para recuperar una tajada del pastel. Estudiantes de la Plata ha presentado “en sociedad” a Luciano Galletti, Mariano Pavone, el Principito Sosa, Pablo Luguercio, Pablo Piatti y a Ezequiel Maggiolo, entre muchos más. Creemos que todos han sido vendidos en buenos términos para la institución, de forma conveniente y transparente. Sus compras (todos compran para reforzarse) han sido efectivas. Mi hermano Adrián, desde México D.F. me informa que ya asoman algunos pibes interesantes a seguir: Raúl Iberbia, Marcos Rojo, Federico Fernández, Maxi Nuñez, Ramón Lentini y Juan Herrera.
Una combinación entre medios legítimos para alcanzar objetivos legítimos con frutos concretos en esquema de una racionalidad instrumental que ya quisieran tener varias empresas e incluso industrias en estos tiempos de crisis globales. Hemos dicho que los resultados son una muestra de la sensatez de los objetivos planteados. Hay datos que hablan e imágenes que dicen mil palabras: Estudiantes no solo salió campeón de la Libertadores hace unos días. En 2006 logró desbaratar el sueño de Boca Juniors de conseguir el ansiado tricampeonato luego de cinco conquistas en títulos al hilo bajo la conducción del Coco Basile. Ese torneo ganado con el Cholo Simeone produjo una definición inédita en Argentina, una final después de un torneo corto por empate de puntos entre Boca y Estudiantes. Así como con Cruzeiro el favorito era Boca para la mayoría. Al igual que en Brasil, Estudiantes dio vuelta el partido y festejó esa vez en la cancha de Vélez. Ese día ocurrió algo excepcional, parte del público de Boca terminó parado y aplaudiendo de pie la consagración de sus rivales.
En 2008 llegaron a la final de la Copa Sudamericana y se escapó frente al Inter de Porto Alegre. El año siguiente, éste, ganaron la grande, la Libertadores y se van a Dubai al Mundial de clubes. La labor del técnico campeón, Alejandro Sabella, un hombre de la casa sin experiencia firme en primera división pero que reivindica el estilo de Estudiantes arroja un saldo de 24 partidos jugados entre campeonato y Copa de los cuales ganó 16, empató 7 y perdió sólo uno.
Acá volvemos a lo mismo, todos esos medios, objetivos y resultados fueron alcanzados mediante una combinación de racionalidad instrumental y del otro componente, ese que acompañó al campeón no solamente en 2008-2009 sino aquel que se construyó con la generación del papa de la brujita Verón. Veremos sin embargo, en la parte III que hay más elementos que acompañaron esa odisea.
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