martes, 25 de agosto de 2009

No les pidamos que cabeceen

Pasó la primera fecha del Torneo Apertura y un título clásico podría decir "más de lo mismo". ¿O será que continúa el Clausura, o que, en verdad, continúa´todo desde hace dos o tres temporadas? lo cierto es que el fútbol argentino asiste a la misma "tenistización" del fútbol mundial aunque con sus reglas propias: si dentro del terreno de juego el fútbol siempre será "la dinámica de lo impensado", de acuerdo a los postulados del magister Dante Panzeri, pareciera que la lógica empuja tanto la realidad de cada club (más que de cada equipo), que hoy todo se termina resolviendo, a niveles macro, de acuerdo a la estructura económica. Si Carlos Marx viviera, no sería montonero, no....pero sí, podría notar, si fuera gustador del fútbol (acaso sería del Manchester United o de Independiente, por aquello de los "diablos rojos"), cómo aquellos postulados suyos para hechos de mayor importancia aparente (sólo aparente) como los sociales, están determinados, siempre, los post- económicos: la estructura económica que determina la superestructura. En fútbol no es distinto, muchachos. Y si analizamos lo que ocurre con este balompié argentino, cuya mayoría de dirigentes terminan apelando (una vez más, como los empresarios de casi toda laya) a "papá Estado" para que los salve, nos daremos cuenta entonces por qué en todos los casos de los clubes con mayor cantidad de hinchas y tradición ganadora, hay malestar. Porque salvo Boca, tampoco muy bien administrado pero al menos ganador de títulos y dinero (mal gastado muchas veces o con confusas operaciones, en muchas otras), y con prestigio fronteras afuera, el resto se hunde cual Titanic de la número cinco, con ventas al exterior de jugadores que ni siquiera les pertenecen porque ahora casi todos forman parte de los "grupos empresarios". Entonces, ¿qué fútbol podemos ver, aún libremente televisado? lo poco que queda, lo que nos pueden dar estos muchachitos menores de 22 años ávidos de una venta, cualquiera, que los salve, y otros muchachones, mayores de 33, con abultadas cuentas bancarias y casi amateurs porque juegan en los equipos de sus amores por algo más de money, reconocimiento final, y hasta el pispeo de alguna actividad post retiro. Si le sumamos a este cóctel la escasa idea de la mayoría de los entrenadores por promover un fútbol de ataque, con mayor dosis de espectáculo (con excepciones como las de Borghi, Cappa, Zubeldía y Cocca), o que queda para analizar de fútbol en serio, es con cuentagotas.
Boca, sin cambios importantes con el reemplazo de Ischia por Basile, en el banco de suplentes. Es más, se nota un extraño desdén por los jugadores surgidos de divisiones inferiores, luego de que el club por fin optara por una política de valorar a sus juveniles, y que suena a extraño. Y todo se termina limitando, y más aún sin su estrella, Riquelme, a los centros para buscar la cabeza de Palermo. No es difícil de entender que estuviera en desventaja en la Bombonera y que casi perdiera ante Argentinos Juniors.
River está peor aún. Porque no tiene relevancia internacional desde hace mucho, y tampoco juega a nada desde hace bastante y ahora con las salidas de Augusto Fernández y tal vez de Buonanotte, puede pasar por pesadillas impensadas hace una década. Un equipo que no promete nada y con jugadores muy veteranos y otros que desconocen la historia del club.
Racing viene de una crisis tan grande, que luego de su buen torneo pasado, aún perdiendo contra Central, sigue con cierto optimismo, aún cuando su técnico, Carusso Lombardi, terminó con un casting que consiguió jugadores de categorías menores. Peor le va a su vecino, Independiente, que vivió mejores tiempos en los ochenta pero que ya lleva quince años de malaria, y que va camino de parecerse a las eternas crisis de su vecino. Y San Lorenzo, que empezó ganando con justicia a los tucumanos de Atlético y es el que parece más sólido de los cinco grandes, se queda ahora sin Bergessio y es un vuelta a empezar, aunque su panorama parece más sólido y optimista pese a todo. Lo demás, lo de siempre: Lanús, Vélez y Estudiantes siguen imponiendo respeto y distancia, con equipos más armados y sin grandes problemas extrafutbolísticos, y Huracán es un rompecabezas que Cappa tiene que volver a armar de la nada y es casi inimputable todo lo que haga por estos días en el campo de juego hasta que no tenga, al menos, once jugadores para poner.
Es decir, como siempre, la mayoría de los equipos recién estarán más o menos armados entre la cuarta y la quinta fecha, cuando ya los que mejor están de la cabeza (o sea, de lo infraestructural) ya habrán impuesto una distancia casi irremontable.
Nada ha cambiado y hasta parece que todo sigue (¿o será que todo pasa?). Y en este contexto, tampoco podemos pedirle a estos mayoritariamente míseros equipos, que cabeceen. Bastante con que cercade diez millones de personas se acercaron al fútbol por TV aprovechando una esperada libertad.

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