Julio Buffarini, un recién llegado aunque desde los
tiempos de San Lorenzo (que parece haber olvidado en algún rincón) mostraba
cierto ADN-Boca, metió la pata días pasados cuando manifestó (por esta cuestión
de que hoy hay que decir algo, no importa qué ni para qué) que si el equipo
xeneize llega a salir campeón y a la vez consiguiera clasificarse a los octavos
de final de la Copa Libertadores de América “se podrá borrar la derrota de la
final” contra River Plate por la Supercopa Argentina.
Boca Juniors no escarmienta. No encuentra paz ni
siquiera en estos días cruciales en los que define el título del torneo local
(que será el tercero de los últimos tres, separados por dos campeonatos cortos
de transición) y su pase en la Copa Libertadores que podría alterar mucho su
futuro, porque este torneo se detiene hasta que finalice el Mundial, con la
consiguiente recuperación definitiva de Fernando Gago y Darío Benedetto, pero
además, con la apertura del Libro de Pases y la chance de enriquecer el plantel
y especialmente, equilibrarlo.
Pero la frenética actividad política de la
dirigencia de Boca no tiene un diez de saco y corbata (o de campera) que pare
la pelota y haga una pausa. Hay que correr, generar, hacer ruido en los medios,
y entonces aparecieron dos informaciones de fuste relacionadas con el equipo.
La primera es el anuncio del cambio de auspiciante
en la camiseta desde la próxima temporada y hasta la 2022-23. Pero el que llega
no es cualquier avisador. Es nada menos que Qatar Airways, la compañía de
aviación ligada nada menos que a Qatar, que también auspicia en las camisetas
de la Roma y el Bayern Munich, y que sigue ingresando en el Primer Mundo del
fútbol a cambio de millones y millones de euros.
Ya hemos escrito en este blog sobre los nuevos
términos de “Doping Financiero” y “Clubes-Estado”. En el segundo de los casos,
se encuentran equipos como el PSG o el Manchester City, capaces de cualquier
operación (como la de Neymar, o en el caso de los ingleses, de un fichaje de un
lateral como Mendy en más de 50 millones de euros desde el Mónaco), los que directamente
reciben fondos solapados, con estrechos vínculos con el Estado y sus empresas.
En el primero de los casos, directamente hablamos de montos que provienen de
Estados, pero cuyos intereses, por ahora, sólo se encuentran asociados a clubes
importantes que les permite trascender y blanquear operaciones.
Parece extraño que la dirigencia de Boca no sepa lo
que significa utilizar en la camiseta una publicidad ligada a Qatar, país
acusado por variados organismos internacionales de financiar al terrorismo, que
se encuentra tan aislado en la comunidad global que busca afanosamente, con
dinero, que se le abran los espacios para lo cual aspira a que en su Mundial,
el de 2022, -del que todavía se investiga cómo fue obtenido en aquella espuria
votación de 2010 en la sede de la FIFA en Zurich (y que dio como resultado el
FIFA-Gate y otra investigación en Suiza)- haya 48 equipos cuando esta idea era
para que comenzara a llevarse a cabo en el siguiente Mundial, en 2026.
Claro que para que se adelante esto de los 48
equipos (lo que le permitiría a Qatar entablar relaciones con muchos más países
porque hasta hoy participan 32), se necesitó que “alguien” elevara la idea al
presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Y oh casualidad, los encargados de
hacerlo fueron los “mentes brillantes” de la nueva Conmebol, entre ellos, los
dirigentes de la AFA, que de repente, un día, de la nada misma, se despertaron
con ganas de ayudar a este país asiático. Así, porque sí, de puro buenos que
son, por almas caritativas.
Entonces, elevaron la propuesta de adelantar aquella
idea loca de 48 equipos a un “sorprendido” Infantino, también casualmente en
una reunión en Buenos Aires, y el presidente de la FIFA quedó en estudiarlo.
A esa misma Conmebol que propuso esta idea “repentina”,
acaba de ingresar el cada vez menos ignoto Christian Gerbaudo, hombre de Daniel
Angelici con intenciones de ser presidente de Boca cuando el actual termine su
segundo mandato, en diciembre de 2019, y quien ingresó en la Comisión de
Transparencia y Gobernanza de la entidad sudamericana en lugar del defenestrado
también ex dirigente de Boca, Orlando Salvestrini (aquél al que los jugadores
de los tiempos de Carlos Bianchi mandaron al psicólogo con una inscripción en
camisetas usadas por encima de la del club al salir a la cancha ante Cruz Azul
en la primera final de la Copa Libertadores 2001).
También Angelici maniobró para que el abogado Diego
Pirota reemplace al ex juez Ricardo Gil Lavedra (muy cercano a Marcelo Tinelli)
rn la Comisión de Disciplina de la Conmebol, que a su vez tiene a cargo la
Subcomisión de Control, que es nada menos que la encargada de decidir sobre la
idoneidad de los dirigentes para ocupar cargos en la entidad, y da la
casualidad que el presidente de Boca fue rechazado justamente por eso para
ocupar un cargo en esta organización, en agosto de 2017, y apeló entonces al
TAS, y en agosto próximo podría volver a ser evaluado, y entonces habrá
personas más cercanas a su afecto, aunque deberían abstenerse si la ética aún
existe, aunque sea en miligramos.
De todos modos, cuando mencionamos el test de “idoneidad”
hay que hacer distinción de la palabra "integridad”, que también se suele
estudiar y que representa varios escalones más arriba. La “Integridad” se
refiere a las condiciones éticas y morales para poder ingresar en la institución
en tanto que la “idoneidad” es apenas haber mostrado solvencia para manejos de
empresas en la vida privada. Y el test que no pasó Angelici es el de “Idoneidad”.
Siguiendo con la Conmebol, y tomando en cuenta lo mencionado
en la relación Angelici-Gerbaudo-Pirota y el grado de influencias que tiene el
dirigente de Boca y uno de los hombres con más peso político en la Argentina
del Pro, cuesta creer que, ingresando Qatar Airways a Boca como patrocinante,
este hecho no tenga nada que ver con el de la “idea” de los dirigentes de la
Conmebol de acercar a Infantino aquello de los 48 equipos participantes en
Qatar 2022.
Pero esto no es todo. En pocos días, el actual
presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, sería reelecto
hasta 2023, para lo cual necesitará, como ocurre en la entidad desde hace
décadas, de Argentina y Brasil, léase AFA y CBF.
Como decía el extinto Julio Grondona, ni Argentina
ni Brasil pueden manejar oficialmente la Conmebol por una cuestión de
equilibrio institucional (lo mismo que decía sobre Boca y River en la AFA
aunque una vez fallecido, no le hicieron más caso), y este precepto es retomado
por Domínguez para lo cual, nombró a Claudio “Chiqui” Tapia como vicepresidente
tercero y el brasileño Fernando Sarney, hijo del ex presidente José Sarney,
seguirá siendo el representante de la Conmebol ante la FIFA.
Es decir que lo ocurrido en febrero de 2016, cuando
Infantino fue entronizado presidente de la FIFA, fue flor de un día y ya se
olvidó: cuando Wilmar Valdez, el presidente de la Asociación Uruguaya (AUF)
remó y remó para convencer a su par brasileño que volviera al redil
sudamericano y apoyara a Infantino cuando ya se mecía en los brazos del jeque
de Bahrein Salman Bin Ibrahim Al-Khalifa.
En aquella oportunidad, cuando lo mencionaron por
primera vez como nuevo presidente de la FIFA, Infantino saltó y gritó “Uruguay,
Uruguay” junto con Valdez, gran adversario de Domíngez en la Conmebol, y gran
candidato en aquel tiempo a quedarse con la entidad sudamericana, hasta que apareció
su adversario con los sostenedores del statu quo (los que siguen televisando
los partidos de selecciones y copas continentales) y se quedó con todo (o
casi).
Hemos advertido ya en nuestro blog de lo que puede
generar el contar con Qatar como patrocinante, http://sergiol-nimasnimenos.blogspot.com.es/2010/12/una-publicidad-que-puede-alterar-al.html
Cuando el Barcelona paso de la publicidad de UNICEF
a la de Qatar Airways, nada menos que Johan Cruyff, quien era presidente
honorario del club y es uno de sus principales símbolos históricos, sostuvo que
la entidad catalana pasaba “de ser Más que un Club a ser un club más”.
En estos días en los que Boca se juega
deportivamente casi todo el año, sus dirigentes están pendientes de otras
cuestiones más ligadas al poder y el dinero, como si no escarmentaran, como si
vivieran en otra galaxia.
¿Será eso lo que se da en llamar últimamente el “Mundo
Boca”?
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