Desde Kiev
Si en fútbol hay un “Día del Arquero”, la actuación
del arquero alemán del Liverpool, Loris Karius, quien regaló dos goles en esta
final, será uno de los hechos recordados en la historia, casi como el “anti
Día”, al igual que la decisiva lesión del egipcio Mohamed Salah en el primer
tiempo en los “reds”, todo lo cual fue aprovechado por el Real Madrid y su
enorme poder de fuego para ganar 3-1 y llevarse la Decimotercera Champions
League para su riquísimo palmarés, el más importante del mundo.
Al contrario de lo que las cifras podrían indicar,
el Real Madrid nunca fue un claro dominador del partido, y lo que sí hizo muy
bien, al igual que en toda esta competencia, fue aprovechar todos los errores
rivales y rematar el partido en cada oportunidad.
De esta forma, además, y bajo la dirección de un
Zinedine Zidane que siempre se mantuvo en un segundo plano, el Real Madrid hace
historia y logra algo inédito, como es el hecho de llevarse tres Champions
consecutivas.
Ya lo había conseguido el propio Real Madrid y en
cinco oportunidades seguidas entre 1956 y 1960 pero en el formato anterior de
Copa de Europa, y luego, tanto el Ajkax holandés como el Bayern Munich, ambos
en los años setenta.
Tras un empate sin goles en el primer tiempo, que
dejó como saldo principal la lesión del egipcio Mohamed Salah (reemplazado por
Adam Lallana), y también, aunque menos determinante, la de Daniel Carvajal (por
quien ingresó Nacho), lo más fuerte llegaría más tarde.
El segundo tiempo trajo bajo su brazo muchas
emociones más. La primera llegó a los 5 minutos, cuando pareció un dejá vu de
la semifinal. Otra vez un arquero alemán, así como Sven Ulreich del Bayern en
el Santiago Bernabeu, en este caso Loris Karius, se equivocó gravemente y
sirvió el gol a Karim Benzema.
En una fracción de segundos, Karius quiso sacar con
la mano, pero con tanta mala fortuna que la pelota dio en el cuerpo de Benzema,
que estaba a pocos metros, y el francés sólo tuvo que empujarla a la red, igual
que en semifinales.
Parecía irremontable para un Liverpool tocado por la
salida de Salah y este golpe pero los ingleses fueron con todo a buscar el
empate y cuatro minutos más tarde, lo consiguieron por una atropellada del
senegalés Sadio Mané.
Desde ese momento, el partido se pareció al inicio,
por la misma presión alta de los “reds”, casi asfixiante, pero bastó que el
Real Madrid avanzara una vez para que apareciera su enorme poder de fuego y
Gareth Bale, que había ingresado por Isco (que tuvo dos oportunidades claras,
una de ellas aprovechando un rechazo para mandar la pelota al travesaño), sacó
una especie de chilena, muy bella, que superó de emboquillada a Karius.
A partir de ese momento, el Real Madrid se asentó en
el campo, hizo correr la pelota y aunque el Liverpool siguió con el mismo
ímpetu, los minutos fueron corriendo. Y aunque los ingleses buscaron llegar
hasta un buen Keylor Navas, las mejores ocasiones llegaron de contragolpe por
Cristiano Ronaldo y Benzema, con buenas respuestas de Karius y de su defensa.
Pero quedaba lugar para otro tremendo error de
Karius y fue a los 37 minutos del segundo tiempo, cuando Bale remató desde
lejos, no parecía muy complicado, aunque sí potente, pero la pelota se le
escapó de las manos al arquero alemán y así Real Madrid se colocó 3-1
impensadamente y a minutos de coronarse campeón por decimotercera vez.
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