Se termina la temporada en el fútbol español y
mientras se abre el abanico de la esperanza con la selección nacional en su
camino hacia el Mundial de Rusia, una sensación de optimismo envuelve a los principales
equipos, a punto de entrar en sus vacaciones anuales.
De los tres que protagonizan habitualmente la lucha
por el título de Liga, hay dos que aún tienen un último peldaño por saltar, y
se trata de los dos equipos de la capital, el Real Madrid y el Atlético, porque
deben jugar ambas finales de los torneos europeos.
En el caso de ganarlos, obviamente el sentimiento
será de éxito total en la temporada, porque para la consideración general y
desde lo estrictamente económico, ganar una copa continental de la UEFA es
sinónimo de triunfo, pero si cayeran en la definición, ya no sería lo mismo
para uno que para otro.
En el caso del Atlético Madrid, siempre ha dicho su
entrenador, el argentino Diego Simeone, que el objetivo ha sido ser tercero por
detrás de Real Madrid y Barcelona por una cuestión de presupuestos. Entonces,
acaso lo más complicado para los rojiblancos en esta temporada podría pasar por
aquella extraña eliminación de la Champions League en la fase de grupos, cuando
no pudieron vencer al humilde Qarabag en ninguno de los dos partidos, lo que
determinó que quedaran en la tabla de posiciones por detrás de la Roma y del
Chelsea y los obligó a tener que jugar la Europoa League.
Sin embargo, el Atlético Madrid redobló los
esfuerzos, se propuso otros objetivos para no perder la temporada, y terminó
llegando a la final del torneo europeo en Lyon ante el Olympique de Marsella, y
virtualmente, aunque quede una jornada, al subcampeonato de Liga por encima del
Real Madrid.
En cambio, la situación no es para nada la misma en
el Real Madrid, porque las expectativas del club blanco son inmensamente
superiores, máxime luego de ganar dos Champions Leagues seguidas. El equipo de
Zinedine Zidane, con un tremendo poder de fuego en ataque, sorprendió
renunciando a la Liga demasiado pronto, y tampoco hizo pie en la Copa del Rey,
de la que no fue protagonista.
Todo el peso de la temporada quedó entonces en la
Champions, donde tampoco la fase de grupos fue demasiado buena y quedó en el
segundo lugar detrás del Tottenham, aunque se repuso en octavos de final ante
el PSG, sufrió inesperadamente en cuartos ante la Juventus luego de imponerse
0-3 en la ida, y padeció el juego del Bayern Munich, aunque ineficaz a la hora
de marcar, con Keylor Navas como gran figura.
Es decir que en el caso del Real Madrid, perder la
final de la Champions del 26 de mayo en Kiev ante el Liverpool significará
perder la temporada con inciertas consecuencias para su futuro próximo, así
como ganarla puede significar la gloria deportiva con tres “Orejonas”
consecutivas, algo que no se consigue desde que el Bayern la ganó entre 1974 y
1976.
Por el lado del Barcelona, depende con el cristal
con que se lo mire. Para algunos, el Doblete (Liga y Copa del Rey) implicó una
gran campaña aunque el invicto se haya perdido con el increíble 5-4 ante el
levante, pero la eliminación de Champions en Roma tras una ida de 4-1 es una
mancha importante que tapa mucho de los logros.
Claro que los dos títulos del Barcelona pueden volver
a subir en la consideración si su máximo adversario, el Real Madrid, acaba sin
ganar la Copa de Europa. Pero si la consigue, el Doblete puede perder
posiciones.
Otros que acaban con alegría la temporada son los
aficionados andaluces. Claro que mucho más los simpatizantes del Betis, un
equipo que acostumbraba a ocupar las posiciones de debajo de la tabla en la
Liga y que esta vez logró llegar con comodidad a la Europa League, jugando un
muy buen fútbol bajo la dirección técnica de Quique Setién.
Pero sobren el final se le agregó su rival, el
Sevilla, que ahora está muy cerca de sumarse a la Europa League, lugar que ya
consiguió también el Villarreal, si consigue sacar un punto en el Sánchez
Pizjuán en la última jornada de la semana próxima.
Para quienes crean que un equipo como el Sevilla
tiene el mínimo deber de clasificarse a la Europa League, hay que recordar que
la temporada fue muy extraña, desde la desprolija despedida de Eduardo Berizzo
(doblemente, porque además arrastraba una enfermedad), hasta la llegada del
italiano Vincenzo Montella, el histórico pase a cuartos de final de la
Champions al eliminar al Manchester United, la llegada a la final de la Copa
del Rey, cuando cayó duramente ante el Barcelona en el Wanda Metropolitano de
Madrid (0-5), y la caída anímica que derivó en el peligro de quedar afuera de
Europa para 2018-19. A último momento, y con una situación desesperada, la
comisión directiva convocó a un viejo conocido como es Joaquín Caparrós, para
posicionarse otra vez en el séptimo lugar y ya depender de sí mismo en la
última jornada, ganando en confianza y en juego.
Queda lugar para la muy buena campaña del Valencia,
de la mano de Marcelino García Toral, que no sólo consiguió el cuarto puesto y
el acceso a la Champions League luego de mucho tiempo de sufrimientos, sino que
potenció jugadores como Rodrigo o Guedes y dejó siempre la sensación de equipo
compacto.
Para destacar también la histórica producción del
Gerona, una de las sensaciones del torneo, con un entrenador joven como Pablo
Machín, la continuidad del Eibar de Mendilibar, y las aceptables campañas de
Getafe y Alavés.
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