Desde Madrid
Jupp Heynckes, el veterano director técnico del
Bayern Munich que anoche estuvo a punto de clasificar a su equipo a la final de
la Champions League pero que se quedó en la orilla a falta de un gol, lo sabe
muy bien porque lo vivió con la otra camiseta: en la temporada 1997-98, el Real
Madrid eecchisstaba mal en la Liga Española, fuera de la Copa del Rey y se
aferró a loa Copa de Europa y salvó el año al ganarla luego de 32 años sin
conseguirlo.
En estos últimos años, ya se va haciendo costumbre:
el Real Madrid pareciera que se conforma con dejar a un lado la Liga, que
entonces queda en manos del Barcelona (los catalanes llevan siete en las
últimas diez), no le da importancia a la Copa del Rey y apuesta todas sus
fichas al torneo que más le gusta y que más prestigio da, la Champions.
No es la primera vez que, como en esta temporada, le
ocurre al Real Madrid que en todas las apuestas no aparece como candidato,
llega jugando mal a los octavos de final –esta vez,. Como segundo de grupo
detrás del Tottenham de Mauricio Pochettino- debe enfrentarse al poderoso PSG
primero en Madrid y después en París, pero pasa a cuartos.
Allí lo espera una Juventus que va por su séptimo
Scudetto consecutivo en Italia, con jugadores ganadores en todas sus líneas, y
aunque gana como visitante 3-0 en Italia, la “Vecchia Signora” remonta en el Bernabeu,
se pone 3-0, parecía que iban al alargue….y llega un dudoso penal, con
escándalo que convierte Cristiano Ronaldo.
En semifinales esperaba un Bayern Munich que venía
de ganar la Bundesliga y con tiempo para preparar bien esta serie, aunque con
ausencias notables como el arquero Manuel Neuer, David Alaba o Arturo Vidal, a
los que se suman las inesperadas lesiones en los primeros veinticinco minutos
de Arje Robben y Jérome Boateng.
Con todas estas dificultades, aún así, en Munich el
Bayern había sido muy superior pero las dos áreas terminaron siendo decisivas
porque los alemanes se hicieron uno de los dos goles y erraron insólitamente
demasiados frente al arco del costarricense Keylor Navas y por parte de
delanteros que no suelen fallar, o al menos no en un promedio tan alto de
equivocaciones como Tomas Müller y en especial, el polaco Robert Lewandowski
(por cierto, pretendido por el Real Madrid para la próxima temporada).
Este tipo de errores se suelen pagar carísimo ante
un equipo con el poder de fuego de los blancos, que aprovecha todo. Su director
técnico, el ex crack francés Zinedine Zidane, conoce muy bien que su equipo no
necesita atacar tanto sino tener los espacios justos para golpear, aunque no
siempre su juego sea superior al del rival.
Lo cierto es que en esta semifinal, el Bayern salió
muy condicionado entre las lesiones, los resultados que en los últimos años no
le favorecieron ante el Real Madrid, y especialmente en la temporada pasada se
quedaron fuera de la final de Cardiff por notables errores arbitrales.
Con toda esta carga, el Bayern jugó nervioso la ida
en Munich, y las lesiones tempranas y los goles fallados cuando sus delanteros
suelen convertir en situaciones más complejas son una muestra de cuánto jugó la
psicología en todos los movimientos del conjunto alemán.
Así fue que el 2-1 en contra condicionó al equipo de
Heynckes, que jugó, sin embargo, mucho mejor en el Bernabeu, sabiendo que no le
quedaba otra que marcar, como mínimo, dos goles para no quedar eliminado.
A su vez, en el Real Madrid todos eran conscientes
de que aún pasando a la final, el equipo iba a sufrir, como le tocó hacerlo
como local ante el Tottenham en la fase de grupos, o más tarde el PSG y la
Juventus. Y así fue porque ya a los 2 minutos estaba perdiendo con otro gol del
interesantísimo lateral Joshua Kimmich y todo indicaba que sería un partido
dramático.
El Real Madrid empató enseguida por intermedio de
Karim Benzema, en uno de los primeros ataques claros locales, en otra muestra
de su poder ofensivo, pero el Bayern era el que tenía la pelota, la
administraba con calidad, con un planteo ultra ofensivo, con los dos laterales
en ataque (Alaba, en su regreso, y Kimmich), con dos volantes de muy buen
manejo como Corentin Tolliso y Thiago Alcántara, Heynckes dispuso de un ataque
con cuatro delanteros, con James Rodríguez como asistidor, Frank Ribéry por una
punta, Tomas M[uller por la otra y Robert Lewandowski como centrodelantero.
El Real Madrid prefirió esperar y jugar a la contra
y con muchas situaciones de gol se fue el primer tiempo con la sensación de que
si en el segundo el Bayern lo apretaba contra su arco al Real Madrid, lo podía
ganar, pero otra vez el Bayern se autoflageló cuando el joven arquero Sven
Ulreich calculó mal un pased hacia atrás y Benzema aprovechó para colocar poner
otra vez en ventaja al Real Madrid, aunque el problema para los alemanes es que
estaban obligados otra vez a marcar dos y en mucho menos tiempo, y aunque
ejercieron un dominio muy claro, y hasta pudieron empatar por James Rodríguez con
suficiente tiempo para marcar el tercero y clasificarse, chocaron una y otra
vez contra el arquero Keylor Navas, en una gran actuación.
Párrafo aparte para el árbitro turco Cüneyt Cakir,
que no cobró un claro penal por mano de Marcelo en la última jugada del primer
tiempo que hubiese cambiado, tal vez, el curso del partido.
Una vez más, entonces, la historia se repite: un
Real Madrid contundente en las dos áreas, que sigue avanzando con polémicos
fallos arbitrales que alimentan las sospechas, y una cantidad de jugadores que
pueden resolver todo en cualquier momento.
El Real Madrid está en otra final de la Champions en
busca de su tercera consecutiva y la cuarta en cinco años, sin jugar bien, y
sin opciones en la Liga y en la Copa del Rey, pero eso, a esta altura, no le
interesa a ningún hincha blanco del mundo. Esta noche se define su rival del 26
de mayo en Kiev, si la Roma o el Liverpool. Mientras, el Real Madrid ya sueña
con la Decimotercera Champions.
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