Fue un final de Liga española muy especial, y muy
extraña. Sij casi nada en juego, como pocas veces ocurre, con el campeón
decidido varias ornadas antes, con todos los clasificados a las copas europeas,
y los descendidos a Segunda, la ocasión fue propicia para algunas despedidas
que dejaron una marca muy importante en los aficionados, y no solo los de sus
clubes sino para todos los amantes del fútbol en general.
El principal hecho, por lo que significa para el
fútbol español (algunos hasta lo consideran el mejor jugador de la historia
nacido en tierras ibéricas) y el mundial, ha sido la despedida del Fútbol Club
Barcelona de Andrés Iniesta, a sus 34 años, y tras 22 años en la entidad, con
32 títulos, un comportamiento ejemplar (nunca fue expulsado) y una ética poco
común pero además, con un estilo elegante, preciso, de gran riqueza técnica que
lo hacen inigualable.
Iniesta ha decidido por su propia voluntad alejarse
del Barcelona para terminar su carrera seguramente en el fútbol japonés, y
plantea un desafío para el Barcelona de ahora en más debido a que su tipo de
juego, al espacio y milimétrico, de pausa y creatividad, no es fácil de
encontrar ni en su país ni en ninguna otra parte.
El Barcelona, previendo su salida, fichó al
brasileño Philippe Coutinho, de excelente remate de media distancia aunque se
trata mucho más de un delantero que de un armador de juego, y con la anterior
salida de Xavi Hernández en 2015 y la de Iniesta ahora, se queda sin ese
jugador que fue fundamental para llevar a cabo un sistema que deslumbró al undo
pero que ahora no parece tener un sucesor, lo que no significa que el equipo
vaya a perder poder de fuego en ataque o solidez defensiva, pero faltará esa
magia en la creación, salvo que a partir de la próxima temporada, Lionel Messi,
su nuevo capitán, haga esta tarea y se recueste unos metros más atrás, aunque
tal vez esto le haga perder llegada.
En el mismo Camp Nou en el que se despidió Iniesta
del Barcelona, en un espectáculo conmovedor, también se produjo el retiro, esta
vez de la práctica del fútbol, de un gran jugador como lo fue Xabi Prieto, en
la Real Sociedad, quien, con justicia, recibió una cerrada ovación del Camp
Nou.
Apenas horas antes, en el Wanda Metropolitano del
Atlético Madrid se despedía del equipo otro símbolo, “El Niño” Fernando Torres,
quien efectivamente comenzó demasiado joven en el club, en tiempos mucho más
complicados que el sólido de la actualidad, justo cuando acaba de ganar en Lyon
una nueva Europa League, la tercera en los últimos nueve años, mientras que
gracias al empate del Real Madrid ante el Villarreal, se aseguró el
subcampeonato por encima de los blancos.
Torres, al igual que Iniesta con el Barcelona,
siempre se identificó con el Atlético y no sólo así se lo hizo saber su público
en el estadio, sino que apareció muy emocionado en los festejos de la copa
europea en la fuente de Neptuno, con los hinchas, y con un discurso muy
sentido, al borde de las lágrimas.
Torres había debido marcharse a la Premier League
debido a que el Atlético, en aquel momento, necesitaba de un gran ingreso, pero
se juramentó volver y lo hizo en una época dorada, si bien siempre había
manifestado que el día que sintiera que no contaba mucho para el entrenador, no
seguiría, y es lo que ocurrió en esta temporada con Diego Simeone, quien no
contó demasiado con su aporte.
También en el Leganés se produjo el adiós como
jugador del capitán y símbolo del equipo, el argentino Martín Mantovani, quien
era el único que quedaba del plantel que logró dos ascensos desde segunda B a
la Primera división, al igual que el entrenador Asier Garitano.
Si sumamos el caso de Gianluiggi Buffon en la
Juventus, puede decirse que en este pasado fin de semana comenzó a terminarse
una etapa de jugadores muy identificados con sus clubes, en tiempos en los que
muchos se tientan con cambiar de aires por excesivas ofertas de mercado, cuando
parecían estar vinculados a sus entidades anteriores.
En este sentido, hay dos jugadores ligados a la Liga
Española, que parecen la contracara de los casos que enumeramos en esta
columna: el brasileño Neymar, quien coquetea con el Real Madrid luego de haber
sido fichado por el Barcelona en una operación con tintes mediáticos, ha
desatado distintas reacciones y no es casual que Lionel Messi, otro que siempre
se puso la camiseta del Barcelona, haya declarado que “sería terrible” ver a
Neymar vestido de blanco.
A Neymar se le suma el francés Antoine Griezmann,
autor de dos deliciosos goles en la final de la Europa League en Lyon para el
Atlético Madrid ante el Olympique de Marsella, pero que, todo indica, tendría
todo arreglado para jugar en el Barcelona en la próxima temporada. El Atlético
Madrid trata por todos los medios de convencerlo pero no parece fácil, y ni los
títulos conseguidos bajo la conducción de Diego Simeone, ni el clima casi
familiar de su actual club han logrado modificar su probable decisión de
cambiar de aire.
Todo indica entonces que la generación anterior, con
jugadores que por años vistieron la misma camiseta y no se plantearon otra, al
menos para competir con sus antiguos clubes, va dejando lugar a una nueva con
otra concepción de las cosas.
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