Desde Moscú
Uno llegó a Ezeiza y se fue por la puerta trasera,
Jorge Sampaoli. Otro, fue recibido por unos cuarenta dirigentes y ovacionado
por ellos, no se sabe si por convicción o por apoyo incondicional a su líder.
Lo cierto es que había una clara mayoría de miembros de clubes del ascenso, la
gran basa de Claudio “Chiqui” Tapia para llegar a la presidencia de la AFA.
Claro que en la comida posterior, en el predio de Ezeiza
y con un Tapia tambaleante por el cansancio, no parece que los dirigentes,
entre los que se encontraba el presidente de Lanús, Nicolás Russo, le hayan
cuestionado aquello de que Sampaoli era “el mejor DT del mundo” o la rueda de
prensa en Barcelona, previa al Mundial, en la que el mandamás de la AFA sostuvo
que con la decisión de no viajar a jugar ante Israel en Jerusalén “contribuimos
a la paz mundial”.
Tapia sabe que tiene que definir pronto la situación
de Sampaoli si no quiere verse envuelto, él mismo, en un camino similar al hoy
defenestrado DT por el que la AFA estuvo a punto de forzar su salida del
Sevilla en 2016 pagando los 8 millones de euros de cláusula que pedía el club
andaluz a través del puente que generaron Daniel Angelici, el hombre fuerte del
fútbol argentino, y su amigo José Castro, presidente de los del Sánchez
Pizjuán.
La situación económica y social que vive la
Argentina, y la gran cercanía del presidente Mauricio Macri con el fútbol y la
expectativa de éste por una buena performance de la Selección en Rusia (le dijo
a Sampaoli en la despedida oficial que “depositamos en ustedes nuestra mayor
esperanza”, aunque se encontró con una respuesta corta pero dura desde el
entrenador, que lo dejó en silencio), podrían ser motivos de la necesidad del
poder político nacional de mostrarse expeditivo y dar un cierre a la situación
manejando sutiles cuestiones para buscar que el DT se aleje del cargo.
Por el momento, se trata de “amables” charlas entre
el presidente de la AFA y el director técnico, en las que Sampaoli insiste en
la necesidad de seguir para poder demostrar por fin, y en un ciclo desde cero y
que siente como propio, que todo lo que ocurrió no es producto de su anarquía y
malas decisiones tácticas sino porque no tuvo el tiempo suficiente para
desarrollar sus ideas porque la urgencia lo llevó hacia lugares indeseados.
Tapia, en cambio, no solo cree que no hay plafond
para Sampaoli, sino que sabe fehacientemente que si no cae el DT, el paso
siguiente sería, ante un poder político necesitado de una cabeza rodante, la
guillotina propia, que quiere evitar a toda costa.
En los diálogos, van a apareciendo de a poco
elementos económicos, como lo que la AFA dejó de percibir como premios por no
haber llegado a cuartos de final en el Mundial, o por el dinero ya percibido
del amistoso cancelado ante Israel que iba a jugarse el 9 de junio y que ahora
la AFA se habría comprometido a compensar con dos partidos, uno antes de fin de
año y otro, en el primer semestre de 2019.
En la inauguración de la Casa de la Conmebol en
Moscú, en el inicio del Mundial, Tapia había afirmado que la AFA “no recibió un
peso” de adelanto por ese partido, aunque desde la empresa organizadora se dice
otra cosa. ¿O será que hay un tercero que ya percibió el dinero y juega de callado?
Así las cosas, Sampaoli busca aislarse, por fin, de
días que lo mantuvieron literalmente en vilo, y ya no veía la hora de que todo
esto acabara pronto.
Mientras tanto, los dirigentes comienzan a barajar
nombres. Descartados los que todos coinciden, Mauricio Pochettino (renovó por
cinco años con el Tottenham y le renovaron por el mismo tiempo a todos sus
jugadores preferidos), Diego Simeone (ya manifestó sus deseos de seguir en
Europa dirigiendo a clubes casualmente hasta 2022, cuando acabe el Mundial de
Catar) y Marcelo Gallardo (River Plate está enfrentado a la actual dirigencia
de la AFA), algunos apuntan a Ricardo Gareca (que en el combo traería a su gran
amigo Oscar Ruggeri como parte del cuerpo técnico), y otros a José Pekerman,
quien posiblemente deje de dirigir a la selección colombiana, y cuyos ex
jugadores en el equipo nacional como Nicolás Diez, Pablo Aimar y Diego
Placente, ya están instalados en los distintos equipos juveniles.
Al menos, hay una coincidencia general: jugadores
con futuro hay, pero no puede ser que no se conozcan o no jueguen juntos, y
ponen el ejemplo de dos que no tuvieron protagonismo en este Mundial y son
estrellas en sus equipos europeos: Mauro Icardi y Paulo Dybala. Ninguno tuvo
paso por seleccionados juveniles.
Pekerman aportaría entonces, además de sus
conocimientos y habiendo formado parte de uno de los únicos tres proyectos
reales de la selección argentina desde 1974, una estructura para trabajar desde
los juveniles, que no aportan masivamente jugadores a la selección mayor desde
Canadá 2007, es decir, hace once años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario