Desde Nizhny Novgorod
La selección francesa, pocas veces tan “italiana”
como en estos días, debido a que privilegia el pragmatismo y entrega la pelota
a su rival para aprovechar cada uno de sus errores, se clasificó para la
semifinal del Mundial de Rusia al vencer sin atenuantes a Uruguay por 2-0 con
goles de Varane y Griezmann, éste último, ayudado por un grave error del
arquero Fernando Muslera.
Parecía a priori un parrido parejo, tomando en
cuenta la trayectoria de los dos equipos en el torneo, pero la ausencia de
Edinson Cavani en el ataque uruguayo, por un edema en el gemelo izquierdo,
resultó fundamental porque los “celestes” no tienen, ni en Christian Stuani, ni
en su reemplazante posterior. Maxi Gómez, a un jugador de características
similares y de un nivel como el del delantero del PSG.
Desde este punto, los dos centrales de gran
jerarquía en Francia, Raphael Varane y Samuel Umtiti, comenzaron a sentirse
cómodos por tener que estar menos pendientes de los movimientos del ataque
uruguayo, y todo se simplificó con el gol de cabeza del primero, porque para
los galos, en este Mundial, no hay mejor cosa que marcar un gol y esperar al
rival para liquidarlo a la contra con la velocidad de Kylian Mbappé, una de las
revelaciones del certamen.
Uruguay, con un equipo joven, especialmente en el
renovado mediocampo, que no conserva ni un solo jugador en la zona respecto de
Brasil 2014, se las vio en figurillas para acercarse al arco de Hugo Lloris,
que de todos modos se lució en la única gran oportunidad de los celestes,
cuando Martín Cáceres cabeceó al gol pero el arquero del Tottenham alcanzó a
desviar la pelota en, tal vez, la mejor atajada del campeonato.
Pero fuera de esta jugada, el equipo uruguayo no
pudo acercarse al área francesa, y en cambio, comenzó a emerger la elegancia de
Paul Pogba, bien respaldado por Ngolo Kanté, y con muy buen desempeño de sus
laterales Benjamin Pavard y Lucas Hernández.
Por si esto fuera poco, a los 16 minutos del segundo
tiempo llegó el remate de Antoine Griezmann, envenenado, y lo que parecía un a
pelota fácil para Muslera, se le terminó colando al mejor estilo de Karius, del
Liverpool, en la final de la Champions League de Kiev ante el Real Madrid.
Si algo necesitaba Francia era aumentar la ventaja a
2-0 a media hora del final. Entonces, ya el equipo comenzó a jugar más que
nunca “a la italiana”, concepto aprendido por su entrenador, Didier Deschamps,
en sus tiempos de jugador de la Juventus, y con el ingreso de Setevn Nzonzi por
Corentin Tolisso, ya se paró con un doble cinco que hizo impenetrable su zona
defensiva.
El partido, más allá de algún tumulto, bien frenado
por el árbitro argentino Néstor Pitana, otra vez de muy buen arbitraje, estaba
definido demasiado antes, por lo parejo que parecía en el inicio.
Francia y Uruguay habían jugado la final del Mundial
sub-20 en 2013 y varios jugadores de ambos equipos llegaban ahora a este
partido decisivo como producto del trabajo. Pasaron los galos, y esperan ahora
por el ganador del Brasil-Bélgica en semifinales.
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