Así como en otros Mundiales, el mercado español
funcionó de acuerdo con las estrellas emergentes en esos certámenes, el hecho
de que en Rusia 2018, las figuras sobresalientes por lo general hayan
ratificado su condición y no hayan aparecido demasiadas nuevas pudo haber
contribuido a que en buena parte el movimiento sea menor en este verano.
Si bien es difícil establecer absolutamente el
motivo, también es cierto que en las ventanas anteriores de los mercados se han
pagado cifras siderales que no ayudaron a las economías de los clubes, sumado a
que el hecho de que en España exista la llamada cláusula de rescisión, por la
que sociedades extranjeras pueden depositar los valores establecidos y llevarse
los jugadores, facilita la emigración de muchos de ellos.
De todos modos, de momento no apareció ningún
fichaje de los rutilantes y no aparece fácil esta posibilidad, de acuerdo con
la situación económica de la mayoría, ahora muy controlada por la Liga de
Fútbol Profesional (LFP), que puja para que todos se pongan al día con sus
economías y porque salvo grandes ventas al exterior, tampoco disponen de esas
cifras que, por ejemplo, generaron las sumas de los pases de Neymar al PSG y el
posterior gasto monumental del Barcelona en Philippe Coutinho o de Osmane
Dembélé.
La prueba está en que el Barcelona ahora ha
generado, por llamarlo de alguna manera, fichajes intermedios, más de apuestas
a futuro que cracks ya establecidos. El caso de jugador más consolidado es el
del volante brasileño Arthur, quien ya ha comenzado a rendir sus frutos en los
torneos de verano, y de características parecidas a Xavi Hernández, por quien
el club catalán pagó 31 millones de euros, o el defensor francés del Sevilla
Clement Lenglet, por el que abonó casi 36 millones, pero en el caso de Malcom
(45), es claramente una idea de futuro, aunque ya ha generado polémica con
Dembélé, inquieto porque la nueva contratación se mueve por su mismo sector en
el campo.
Tampoco es distinto el caso del Real Madrid. Si bien
es cierto que su presidente Florentino Pérez se suele tomar su tiempo para los
fichajes y los estelares suelen llegar más cerca del cierre del mercado (31 de
agosto), y que muy posiblemente llegue el portero belga Thibaut Courtois, no
p0arece fácil que arribe, por ejemplo, un crack ratificado en el pasado Mundial
como el también belga y del Chelsea, Eden Hazard, cuyo valor sobrepasa los 200
millones de euros.
Si tras Brasil 2014, el Real Madrid contrató a otro
portero, el costarricense Keylor Navas, y al volante creativo colombiano James
Rodríguez, con suerte diversa en el club, ahora los blancos están interesados
en los belgas y disponen del dinero, pero han apuntado, de momento, al futuro,
con la contratación de jóvenes como los brasileños Vinicius Jr. (45 millones),
y Rodrygo, un lateral como Alvaro Odriozola, aunque no tendrá fácilmente un
lugar entre los titulares, y también un portero como el ruso Lunin.
Se trata de un mercado particular en España porque
además, la próxima será una Liga que marcará el inicio de una etapa sin íconos
en sus tres equipos principales si tomamos en cuenta los que han animado los
torneos en la última década.
El Real Madrid, por ejemplo, se ha quedado sin
Cristiano Ronaldo, acaso el jugador más influyente en la historia del club
desde la salida de Alfredo Di Stéfano, y que había sido fichado en 2009, quien
se marchó de manera rauda a la Juventus, si bien sus declaraciones tras la
final de la Champions League de Kiev y sus festejos en el vestuario de aquel
día ante el Liverpool sonaron a despedida anticipada.
El Barcelona, por su parte, pierde a otro de los
grandes íconos, Andrés Iniesta, despedido con todos los fastos, y quien
representaba un modo de jugar de muy difícil reemplazo porque fue quien marcó
el estilo de la elegancia y la pausa que caracterizaron el juego azulgrana de
los últimos años.
Y en menor medida, dado que su poder de influencia
en el equipo había bajado hasta desdibujarse, la salida de Fernando Torres del
Atlético Madrid, y en cierta medida, por su condición de capitán y de peso en
el vestuario como Gabi, pueden hacerse notar en el futuro próximo en los
rojiblancos.
El Atlético Madrid vivirá una temporada especial
porque ésta acaba justamente con la final de la Champions en su nuevo estadio,
el Wanda Metropolitano, y la creciente economía del club, gracias a los
sostenidos premios por sus buenas ubicaciones en las copas europeas y los
certámenes locales, le permitieron a su dirigencia fichajes de jugadores más
consolidados si observamos el mercado actual: Rodri (Villarreal), Thomas Lemar
(Mónaco), Gelson Martins (Sporting Lisboa), Adán (Betis), Nehuén Pérez
(Argentinos Juniors), y una apuesta al futuro como Juan Manuel Sanabria
(Nacional de Uruguay).
El Valencia, que regresa a la Champions League,
también apostó por jugadores consolidados como Geoffrey Kondogbia (Inter), el
danés Daniel Wass (Celta), el francés Mouctar Diakhaby (Lyon), o el italiano
Cristiano Piccini (Sporting Lisboa).
De todos modos, hay tiempo para más fichajes hasta
el 31 de agosto, cuando cierre el mercado, y cientos de culebrones aparecerán
hasta entonces por la necesidad de los clubes, y los medios, por generar
ilusión en los aficionados.
Otra tendencia que veremos es la creciente
argentinización de los entrenadores con el regreso de Eduardo Berizzo, en este
caso al Athletic de Bilbao, y de Mauricio Pellegrino al Leganés, quienes se
suman a los debutantes (en la Liga) Antonio Mohamed –de gran éxito en México-
(Celta) y Leo Franco (en el ascendido Huesca), sumados al ya consagrado Diego
Simeone (Atlético Madrid).
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