Desde Moscú
La selección española era candidata a ganar este
Mundial. Porque había hecho un buen ciclo de cuatro años con Julen Lopetegui
como director técnico, porque había podido reemplazar a varios de sus grandes
exponentes (Xavi Hernández, Xabi Alonso, Carles Puyol, David Villa, Fernando
Torres) por sangre nueva, y porque mantenía un estilo de toque desde 2006 en
adelante, cuando todo comenzó con Luis Aragonés en el banco.
Sin embargo, un hecho era el que venía dando señales
de alerta roja: la falta de gol que coronara tanto dominio sobre el adversario,
con un exceso de volantes y muy pocos delanteros. Esto no parecía importar
porque España pasó sin ningún problema la fase de clasificación al Mundial,
dejando incluso a Italia en el camino, pero partidos que merecía golear, ganaba
con lo justo, y partidos que merecía ganar con lo justo, los empataba.
Todo se agravó dos días antes de comenzar el Mundial
cuando ya concentrada en Krasnodar, el Real Madrid oficializó desde España que
Lopetegui sería su director técnico para la temporada 2018/19 una vez que
finalizara el Mundial, en un momento muy poco conveniente.
El nuevo presidente de la Real Federación Española
(RFEF), Luis Rubiales, sintió que ese anuncio del Real Madrid era una puñalada
trapera para él, recién asumido, y no dudó en echar al DT, quien no poudo
comenzar siquiera el Mundial. Esto condicionó al equipo, que fue dirigido
entonces por el ex defensor Fernando Hierro, manager de la RFEF.
Desde entonces se vio a una España poco parecida a
todo lo previo. Confundida en lo defensivo, con mucho toque y poco peso en sus
excesivos volantes, y muy dependiente del brasileño nacionalizado Diego Costa
para la definición.
A duras penas paso la primera fase tras dar vuelta
el marcador en el debut ante Portugal (3-3), ganarle con lo justo a Irán, y
empatar sobre el final ante Marruecos.
Ya en octavos de final, parecía candidato fijo ante
una Rusia sin talentos ni muchas ideas, y que sólo parecía estar acompañada por
el público, que conoce bien sus limitaciones. Incluso pareció que todo se
resolvía pronto cuando a los 12 minutos, Sergei Ignashevich, que le estaba
cometiendo penal a Sergio Ramos, marcó un gol en su propio arco y España se
puso rápidamente en ventaja. Sin embargo, los de Hierro siguieron tocando hacia
los costados, sin Andrés Iniesta, insólitamente suplente, pero sí con Koke
Resurrección, David Silva, Isco Alarcón y Marco Asensio, que no verticalizaban
nunca una jugada.
Así es que lentamente, Rusia comenzó a darse cuenta
de que se podía. Con timidez comenzó a merodear la zona del área española hasta
que en el minuto 41, un centro hizo que la pelota diera en el brazo de Gerard y
el goleador Artem Dzyuba concretó el soñado empate.
Desde ese momento hasta el minuto 120, es decir, con
alargue incluido, el equipo ruso se dio cuenta de que era cuestión de resistir
atrás, hasta llegar a los penales, y trabajó duramente en eso., con el agregado
de que una vez que Hierro se dio cuenta de que debía entrar otro delantero,
colocó a Iago Aspas…pero por Diego Costa. Mantuvo el 4-5-1 inofensivo, a puro
“fulbito” del tiki taka, y aunque apeló a que lo salvara Iniesta, ya parecía
tarde, hasta cuando ya en el alargue Rodrigo fue su cuarto cambio.
Ya en los penales, Rusia tuvo más puntería desde que
Igor Akinfeev contuviera los penales de Koke y Aspas, y de esta forma, el
equipo con menos potencial y calidad, se quedó con el pase a cuartos de final,
en un Mundial cada vez más extraño en el que ya cuatro campeones mundiales
están fuera de carrera: Italia, Alemania, Argentina y España.
Tras el partido, Iniesta anunció que cierra su etapa
en la selección española mientras que Michel, Quique Sánchez Flores y Roberto
Martínez (éste último, a cargo de Bélgica en este Mundial) son los que parecen
tener más chances para suceder a Hierro en el futuro próximo.
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