viernes, 2 de julio de 2010

¿Es mejor mostrar las cartas o guardarlas ante un poderoso como Alemania? (India-Bengol)



Por estas horas, Diego Maradona siente que está bien estar solo, a veces. Es el momento en el que suele apelar a su mágica intuición, como cuando sus dos colaboradores más dilectos, Alejandro Mancuso y Héctor Enrique, le aconsejaron hacer ingresar a Diego Milito ante Grecia, y el entrenador, testaruto, optó por hacerlo con el otro goleador, Martín Palermo. Éste, como en el definitorio partido ante Perú por las eliminatorias, entró y no defraudó. Enseguida marcó el 2-0 definitivo, el de la tranquilidad.
Maradona siente que está en los umbrales de su esencia como entrenador. El partido contra Alemania del próximo sábado en Ciudad del Cabo, por los cuartos de final, será el que defina para qué está este equipo argentino. Si para aspirar a grandes cosas, o si apenas fue un espejismo al ganársele a conjuntos inferiores a priori en los cuatro casos.
Por eso, en un día libre como el de ayer, en el que todos los integrantes del plantel aprovecharon para tomarse un descanso y pasear o estar con sus seres queridos, según el caso, Maradona comenzó a delinear el equipo que quiere presentar ante los crecidos alemanes.
El técnico tiene una ventaja, que trata por todos los medios que no se vaya a transformar en desventaja en el final. Y es que hace tres meses y medio, venció a este mismo equipo alemán por 1-0 en el Allianz Arena de Munich, en un partido amistoso. En aquel momento comenzó a cambiar la mentalidad mucha gente en la Argentina aunque la prensa nacional haya sostenido que no fue un gran triunfo y que el equipo alemán apareció flojo, sin volumen de juego, errático.
Pero muchas circunstancias han cambiado desde entonces y el entrenador germánico Joakim Löw tuvo que cambiar algunas piezas por razones de fuerza mayor, como la salida del talentoso Michael Ballack, por lesión, aunque esto a la larga lo benefició porque el volante del Chelsea tiende a parar mucho la pelota y generar demasiada lentitud en el traslado en los últimos metros, y en su ausencia se produjo el ingreso de Ozil, una de las figuras del Mundial, que junto con Schweinsteiger, Podolski y Klose, generan una permanente sensación de peligro.
El tema de Maradona pasa por pensar qué hacer ante este equipo alemán. Parece fácil en teoría, y con repetir el esquema de marzo en Munich podría alcanzar, pero ¿no habría que tomar en cuenta algunas de las enseñanzas que dejó aquel partido jugado hace exactamente cuatro años en Berlín (30 de junio de 2006) cuando Argentina resultó también eliminada en cuartos de final por los alemanes, desde los penales?
Luego de aquel partido, el ex entrenador argentino José Pekerman había sido duramente criticado por no haber apelado al clásico juego al ras del suelo para repeler el ataque con furia de los locales, que perdían por la mínima diferencia y se estaban quedando afuera del Mundial. Pero Pekerman no hizo intresar ni a Lionel Messi ni a Javier Saviola, sino a un delantero de mayor contextura física, Julio Cruz, que nada pudo hacer ante dos potentes y altos centrales alemanes.
Todo indica que a Alemania se le juega por abajo, quitándole la pelota y haciéndola circular con toques cortos, tal como hizo Argentina en el amistoso de Munich en los últimos treinta minutos, cuando ya mantenía la posesión de la pelota tras el gol de Gonzalo Higuaín.
La diferencia es que en aquel partido, Maradona terminó de pergeñar un sistema táctico con cuatro defensores (en ese caso Otamendi, Demichelis, Samuel y Heinze), cuatro volantes (en aquel momento, Jonás Gutiérrez, Mascherano, Verón y Di María) y dos atacantes (Messi e Higuaín). Los meses sucesivos y los distintos partidos comprobaron que este sistema dejaba a Messi muy lejos de los volantes y que no tenía nada que ver con todo lo que acompaña al genio en su equipo, el Barcelona.
Así fue que en los últimos meses Maradona se decantó por acompañar a Higuaín con Carlos Tévez, dejando a Messi un poco más atrás, cerca de Verón, para lo cual dejó a Gutiérrez que se sacrificara físicamente desdoblándose en la marca y el estar cerca de la línea de volantes, un 3-4-1-2 con el que se largó en el Mundial, pero ni Gutiérrez ni Di María funcionaron como se pretendía, y aunque significa casi su lugarteniente en la cancha, tuvo que sacrificar también a Juan Verón porque no lo ve del todo bien físicamente. Por si fuera poco, se lesionó Samuel y entonces comenzó la rueda de las variantes.
¿Qué pasará por la cabeza de Maradona hoy, cuando el plantel vuelva a los entrenamientos en el High Performance Center de la Universidad de Pretoria? Tal vez, como se rumorea, comience a vislumbrar una nueva defensa, corriendo a un eficiente Nicolás Burdisso a la derecha como lateral, dejando a los dos centrales para Demichelis y Samuel, y el lateral izquierdo para Heinze. En el mediocampo, todo indica que retornará Gutiérrez, como en el amistoso ante Alemania, por la derecha, Verón podría regresar para acompañar a Mascherano, y posiblemente recurra a Tévez para que esta vez cubra la salida alemana desde la izquierda, con Messi e Higuaín como delanteros.
Los próximos días son los que contarán, antes de que mañana el plantel viaje a Ciudad del Cabo y ya quede concentrado para el partido.
En la concentración argentina, Carlos Bilardo no quiere ni hablar. Sabe que la fecha del partido, cabulero como es, coincide con una derrota mundialista, ante Rumania en Estados Unidos 1994, el día que Argentina quedó eliminada a los pocos días de que Maradona fuera retirado por supuesto doping. Y también sabe que justo esa fecha, el 3 de julio, es el cumpleaños ochenta del ex presidente Carlos Menem, a quien se considera portador de mala suerte.
Maradona, esta vez, está demasiado concentrado y siente que no tiene tiempo para esas cosas. Sabe que su éxito como entrenador y el quedar como ícono defnitivo de los argentinos se juega el próximo sábado. Y no puede fallar.

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