domingo, 18 de julio de 2010

Maradona, y una extraña renovación como entrenador de la selección argentina (Yahoo)



Por extraño que parezca, La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) le ofrecerá esta semana a Diego Maradona la renovación de su contrato como entrenador de la selección argentina por cuatro años más, hasta que termine su participación en el Mundial de Brasil 2014, pese al muy mal final en Sudáfrica 2010, cuando fue goleada 4-0 por la selección alemana.

Por lo bajo, son muchos los cuestionamientos que se le hacen al trabajo de Maradona en la selección argentina desde que asumiera en noviembre de 2008, y aún hay muchos puntos oscuros en lo que acaba de suceder en Sudáfrica, como la sorpresiva ausencia de uno de los jugadores llamados a ser líderes del equipo, el veterano Juan Sebastián Verón, o la directa desaparición de la escena (incluso hasta el día de hoy) del manager y ex entrenador campeón mundial en 1986, Carlos Salvador Bilardo.

El silencio de Bilardo desde antes de comenzar la Copa del Mundo de Sudáfrica debe entenderse desde las enormes dificultades en la comunicación con Maradona desde los tiempos de las eliminatorias, y profundizadas con el cuerpo técnico y el entorno del entrenador, especialmente con su ayudante Alejandro Mancuso (con el que Verón habría tenido una durísima discusión), y con el preparador físico Fernando Signorini, a quien se lo coloca ideológicamente cerca del ex entrenador argentino campeón mundial en 1978, y enemigo declarado de Bilardo, César Luis Menotti.

Mucho de lo que ocurrió puertas adentro de la selección argentina en los días de concentración en el High Performance Center de la Universidad de Pretoria durante el Mundial, puede resumirse en la última conferencia de prensa de Maradona luego de la dura derrota ante Alemania 4-0 en Ciudad del Cabo, cuando afirmó que profundizará “la línea de fútbol que gusta a los argentinos, la de tener la pelota y atacar”.

Sin dudas, las palabras usadas (“el fútbol que le gusta a la gente”), más allá de que sean ciertas o no, tuvieron un destinatario claro, y no es otro que el manager Bilardo, ex compañero de Juan Ramón Verón (padre de Juan Sebastián) en el Estudiantes múltiple campeón en los años sesenta, y todo indica que el volante pudo haber pagado los platos rotos de esta mala comunicación entre las partes, lo cual además, habría afectado, indirectamente, a Lionel Messi, compañero de habitación de Verón y quien (contrariamente a lo que se pensó) terminó teniendo que contenerlo.

Con fuertes críticas de la prensa especializada hacia los malos planteos de los partidos por parte de Maradona, y por parte de muchos de los dirigentes argentinos que acudieron al Mundial (de hecho, el secretario general del departamento de selecciones nacionales, Luis Segura, presentó su renuncia al cargo), y con un presidente de la AFA, Julio Grondona, quien no se siente seguro con el actual entrenador, cuesta mucho entender el rápido ofrecimiento para la renovación por cuatro años más si no se lee el asunto desde el hecho político más que el deportivo.

Con Maradona encerrado desde que regresó a la Argentina en su casa de la localidad de Ezeiza (a pocos kilómetros del principal aeropuerto internacional del país), y con Grondona recién vuelto del Mundial, donde debió quedarse como vicepresidente primero de FIFA (el segundo dirigente de la entidad, luego del presidente Joseph Blatter), el ex astro recibió un llamado del joven Gastón Granados, nada menos que el hijo del intendente de la localidad de Ezeiza (en la que vive Maradona), Alejandro Granados y de la diputada nacional oficialista Dulce Granados.

Gastón Granados es hoy, el principal nexo entre el ex presidente (y marido de la actual presidente Cristina) Néstor Kirchner, y Maradona, es decir, entre el actual gobierno argentino (que entre los miembros de la pareja ya lleva desde 2003 y finaliza en 2011, cuando habrá elecciones aunque todo indica que Néstor Kirchner volverá a presentarse como candidato presidencial) y el entrenador; y la relación no puede ser mejor desde 2009.

En ese año, el gobierno argentino de Cristina Kirchner decidió estatizar las transmisiones televisivas del fútbol local al considerar (con razón) que éstas estaban siendo monopolizadas de manera abusiva por una alianza entre el principal grupo mediático (Clarín) y la empresa Torneos y Competencias (TyC).

La expropiación de los derechos y el sucesivo pase de las transmisiones de los partidos al Canal 7 estatal, en un convulsivo momento por el fuerte debate sobre una nueva Ley de Medios de Comunicación (finalmente aprobada por el Poder Legislativo), derivó en un impactante acto de presentación del nuevo proyecto llamado “Fútbol para todos”, con la presencia de la presidente, de Grondona y de un Maradona que se ganó, ese día, el apoyo incondicional del gobierno y de los medios estatales.

A su vez, el hecho de que Grondona no confíe en su capacidad como entrenador, pero le ofrezca cuatro años más de contrato a Maradona, aún arriesgando muchísimo la posibilidad de volver a perder la Copa América en casa (ya ocurrió al año siguiente de ganar el Mundial de México, cuando en 1987 la selección argentina finalizó cuarta, en su último torneo como local), debe leerse desde su intención de no quedar mal con el gobierno argentino, debido a las enormes expectativas que alberga de que la nueva Ley de Medios recientemente votada, le genere mayores ingresos económicos a la AFA porque esta normativa contempla el reparto de los nuevos canales digitales en un tercio para el Estado, un tercio para los privados, y un tercio para ONG, entre las que podría entrar la AFA.

Grondona, cada vez más explícitamente y a punto de cumplir los 79 años de edad y los 31 como presidente de la AFA, manifiesta su sueño de terminar por fin con sus funciones directrices en Buenos Aires, ganando la Copa América de 2011 y colocando a su hijo Julio junior (hoy presidente de Arsenal, e hijo menor de los tres que tiene, dos varones y una mujer) en su cargo, para dedicarse a la FIFA en forma exclusiva, aún extendiendo su poder en las sombras en el fútbol argentino, y con un ingreso económico muchísimo más fuerte desde el canal propio de TV, al estilo de lo que está por ocurrir en Inglaterra con su propia Federación.

Grondona, viejo zorro del fútbol, sabe bien que en política, los tiempos son fundamentales y lo que hoy es de una manera, mañana puede ser de otra. Sabe bien, también, que un personaje que él no quiere en absoluto, como el ex defensor campeón mundial, Oscar Ruggeri, a quien no aceptó como ayudante de Maradona, osó desafiarlo y viajó a Sudáfrica con la excusa de que iba a trabajar como comentarista de la TV, pero se apersonó muy seguido a la Universidad de Pretoria a visitar a Maradona y el equipo argentino, y muchos le otorgan el poder de influencia para que la selección argentina marcara con cuatro defensores centrales durante el torneo.

Pero Grondona calla porque pretende el canal, sabe que Maradona cuenta con un apoyo demasiado fuerte desde el poder como para discutirlo, y también conoce que en 2011 hay elecciones presidenciales y tal vez todo cambie si este gobierno se va, o si la selección argentina no gana en casa la Copa América. Es decir, apuesta a que todo fluya y se decante, como la vida misma.

No en vano, siempre luce un anillo que tiene la inscripción “Todo pasa”, aunque ahora, desde hace unos meses, se agregó una cadenita que dice también “Algo queda”.

Todo indica, entonces, que en la semana que comienza, posiblemente se anuncie que Maradona continuará en el cargo de entrenador por cuatro años más, pero el tiempo y las circunstancias dirán.

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