sábado, 10 de julio de 2010
Marcelo Bielsa, un loco demasiado serio (World Soccer Digest, Japón)
Marcelo Alberto Bielsa (21 de julio de 1955) siempre tuvo un complejo. Era el único de toda su familia, de clase media profesional en la ciudad portuaria de Rosario (la tercera de la Argentina detrás de Buenos Aires y Córdoba), que no había terminado de estudiar una carrera universitaria. Frustrado como jugador de fútbol en Newell's Old Boys a mediados de los años setenta por una lesión siendo muy joven (llegó a ser compañero de Jorge Valdano en sus inicios), un día le prometió a los suyos que compensaría el hecho de ser el único sin estudios superiores “siendo el mejor entrenador del mundo” y si no lo es, está entre ellos. Los otros tuvieron un destino distinto. Su hermano mayor, Rafael, fue canciller del actual gobierno nacional argentino y su hermana María Eugenia, vicegobernadora de la provincia de Santa Fe.
Bielsa es muy especial, y tan inteligente como cerrado e introvertido. Es una persona que necesita decir las palabras justas y adecuadas, y fue perdiendo cierto apasionamiento inicial en su carrera de entrenador cuando dirigió a su Newell’s Old Boys y para sorpresa de muchos, obtuvo el campeonato argentino de 1991 en una doble final contra Boca Juniors y nada menos que en la Bombonera de Buenos Aires, y por penales. A Boca lo dirigía el profesor uruguayo Oscar Tabárez y en Newell’s jugaba como mediocentro un ídolo de la hinchada, Gerardo “Tata” Martino. Hoy Tabárez dirige a Uruguay, y Martino a Paraguay. Ese título, el tercero de la historia de Newell’s, podía haberlo colocado en una posición de ídolo (tanto es así que la nueva comisión directiva del club acaba de bautizar al viejo estadio del Coloso de Parque Independencia como “estadio Marcelo Bielsa”). Pero él no se conformó y fue por más, y al año siguiente, no sólo Newell’s conquistaba el Torneo Clausura 1992, sino que lo hacía luego de vencer al River Plate de Daniel Passarella por 0-5 en el estadio Monumental de Núñez, en la mayor goleada recibida por River como local en su historia. Newell’s llegó a la Copa Libertadores de América en 1992 y no pudo comenzar peor. En el partido debut, perdió en su estadio contra San Lorenzo por 0-6, una goleada estrepitosa, pero con una particularidad: desde ese momento, el equipo nunca más perdió, y eso lo llevó a disputar la final de la Copa Libertadores ante el San Pablo de Telé Santana, con el que terminó perdiendo en Brasil por penales. Pero al regresar, ganó el Torneo Clausura. Al poco tiempo, prefirió dejar su cargo para tomarse un tiempo de descanso, y ya para principios de 1998 tomó la conducción de Vélez Sársfield en un momento complicado. Los grandes cracks de los tiempos de Carlos Bianchi se habían ido, y había quedado una nueva generación, y Bielsa llegó con otra idea, revolucionaria, que no fue entendida por todos. Es al día de hoy que el arquero paraguayo José Luis Chilavert recuerda las tremendas discusiones con Bielsa en el inicio, pero sostiene que es “el mejor entrenador que haya tenido jamás”. Vélez fue un claro campeón del Torneo Clausura 1998 y apareció una suculenta oferta del Espanyol de Barcelona para llevarlo en julio de ese año. Bielsa aceptó, comenzó el trabajo de pretemporada con el equipo de Barcelona, pero una providencial llamada de Julio Grondona, el presidente de la AFA, que le ofrecía la selección argentina, generó un duro enfrentamiento entre la AFA, Bielsa y el Espanyol. Finalmente, Bielsa tomaba la selección argentina tras el Mundial de Francia, dispuesto a imponer sus ideas, es decir, un sistema basado en un ataque constante, hasta exagerado, con tres delanteros, dos extremos y un centroatacante, un enganche por detrás de ellos, tres volantes y tres defensores, es decir, un 3-3-1-3, no muy común en los equipos argentinos. Pero no sólo eso, Bielsa llegaba con la idea de que no daría una sola entrevista a un periodista y a cambio hablaría sin límite horario en las conferencias de prensa, con la idea de “democratizar” los medios y eso le valió muchos enemigos entre los poderosos. Su idea es que a los jugadores hay que darles todas las herramientas tácticas para que luego resuelvan individualmente con libertad, pero no fue fácil explicarlo a todos. En poco tiempo, los resultados comenzaron a verse y ya para las eliminatorias del Mundial de 2002, el equipo argentino arrasó con todos los rivales, que en algunos casos quedaron reducidos a la nada, incluído Brasil, que cuando vino a Buenos Aires (Argentina ganó 2-1), Rivaldo y Elber, sus delanteros, marcaban a los defensores argentinos. Pero el pico de rendimiento de ese equipo ya había pasado cuando llegó el momento del Mundial y en un grupo muy complicado, con Inglaterra, Nigeria y Suecia, y no pudo pasar a octavos de final, generando una gran frustración. Sin embargo, el trabajo de Bielsa había sido tan convincente que la AFA decidió renovarle el contrato por otros cuatro años. Llegó el momento de la Copa América de Perú, a la que Argentina llegó con todo lo mejor que tenía, y de manera unánime fue señalada como la mejor del torneo, pero en la gran final contra Brasil, Adriano pudo empatar en la última jugada y el conjunto albiceleste perdió el título por penales. Ya Bielsa estaba en conflicto salarial con la AFA por la crisis económica que vivía el país, y este resultado precipitó su salida dos años antes de que su contrato finalizara, pero antes, dejó a la selección argentina nuevamente clasificada para el Mundial 2006 cinco jornadas antes de que terminaran las eliminatorias y con la conquista, por primera vez en su historia, de la medalla de oro olímpica en Atenas 2004, con un “detalle”: veinticuatro goles a favor y ninguno en contra.
Desde ese momento, Bielsa estuvo (como es su característica) recluído por meses en una casa de vacaciones, sin hablar con la prensa, hasta que por fin, recibió una oferta para hacerse cargo de la selección chilena a través del joven nuevo presidente de la Federación, el ex periodista Harold Mayne Nichols. La historia reciente se conoce, y llevó a Chile a realizar una excelente eliminatoria y un buen Mundial (hasta que en octavos de final se encontró con Brasil), cambiándole la mentalidad a los jugadores, trabajando duro en forjar un sistema táctico con mucha dinámica y solidaridad y sin dejar para la improvisación más que lo que cada jugador puede resolver cuando ya tiene todo arreglado en el sistema colectivo. Bielsa es un obsesivo del trabajo, pero con una enorme diferencia con Carlos Bilardo: esa obsesión no la transmite a los demás, queda en su interior y es capaz de larguísimos silencios y de la palabra justa. En Japón podría trabajar perfectamente porque se hace entender desde el fútbol. Habla inglés y ama los países serios en los que puede trabajar en silencio y sin que la prensa lo moleste para preguntas sin rigor porque sólo quiere debatir sobre fútbol y suele ser muy respetuoso. En una oportunidad, llamó a un periodista de su ciudad, Rosario, al lugar de entrenamiento de la selección argentina, siendo las 23 (la noche). Cuando el periodista acudió a esa hora misteriosa con su coche, Bielsa, vestido de chandal, se acercó a la ventanilla y le dijo que para poder realizarle una entrevista primero tenía que rellenar una serie de preguntas sobre táctica en un múltiple choice y si aprobaba siete de las diez preguntas, podía pasar. Bielsa es así, capaz de mirar videos durante las cuatro horas de viaje en taxi entre Buenos Aires y Rosario. Un loco, pero demasiado serio.
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1 comentario:
Muy buena la biografía de Bielsa, un gran técnico, pero, a mi criterio, a veces obcecado y obstinado en un esquema que no siempre es útil. Eso le quita flexibilidad, en un deporte en el que a veces hay que hacer rápidos cambios de sistemas. Por ejemplo, jugarle 3-3-1-3 a Brasil me pareció suicida, y así le fue (derrota 0-3 jugando bastante flojo).
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