lunes, 5 de julio de 2010

Un partido inesperado, un final previsible (Bengol-India)



No se puede decir que muchos analistas argentinos no lo previeron. Se dijo, antes del Mundial y especialmente durante las eliminatorias que a duras penas pasó la selección argentina, para llegar al Mundial, que Diego Maradona podía inspirar una mística ganadora como pocos, pero que no parecía posible que pudiera darle a su equipo el ordenamiento táctico necesario.

Maradona, antes de llegar a ser entrenador de la selección argentina, jamás habia tenido en sus manos un equipo, salvo aquel período de quince mneses en los que siendo jugador, la FIFA lo había suspendido por doping y tomó las riendas de Deportivop Mandiyú de Corrientes en algunos pocos partidos y de Racing Club en otros, en 1995, con pésimos resultados.

Apenas un año y medio después de haber estado internado en un psiquiátrico, la Federación Argentina (AFA) le ofrecía el cargo de entrenador, a fines de 2008, ante la renuncia de Alfio Basile (su hijo llegó a decir semanas antes del Mundial, que Maradona había conspirado para sacarlo del cargo y poder reemplazarlo) a sabiendas de que ese lugar le correspondía, con creces, a Carlos Bianchi, cuatro veces campeón de la Copa Libertadores de América y tres, de la Copa Intercontinental con Vélez Sársfield y Boca Juniors. Pero como Bianchio está enfrentado a la AFA, su presidente (también vicepresidente de la FIFA), Julio Grondona, prefirió darle el cargo al ídolo, con las consecuencias que esto trajo.

Al pasar las eliminatorias, lentamente el periodismo fue armando un entramado de confianza por algunos buenos resultados, especialmente el triunfo ante Alemania en un amistoso de Munich el pasado 3 de marzo. Ese día, Argentina ganó 1-0 con gol de Gonzalo Higuaín y muchos creyeron que las cosas habían cambiado, aunque se seguía viendo muy solo a Lionel Messi, lejos de los volantes y sin chances de juego asociado.

A fines de mes, Maradona, que entendió lo que pasaba en el equipo, decidió visitar a Messi en Barcelona, le preguntó si se sentía cómodo y le pidió que le dibujara el esquema que más le conviniera en un papel y le prometió que lo respetaría. Con asombro, Messi, se colocó detrás de dos puntas y pidió un lateral que le pasara por el costado como Daniel Alves en el Barcelona.

Y sorpresivamente, Maradona le hizo caso, colocó a Carlos Tévez al lado de Higuaín, a Messi detrás de ellos, a Juan Verón cerca de Messi, y adelantó a Jonás Gutiérrez como volante derecho dejando solamente tres defensores. Eso pareció revolucionario y los buenos resultados de la fase de grupos y ante México así lo corroboran.

Pero llegaba Alemania, que no tenía mucho que ver con aquel equipo de marzo, y se trataba del momento de cruzar el Rubicón. De ganar, Argentina probaba que estaba para mucho más y por primera vez desde 1990, jugaría los siete partidos del Mundial, y si perdia, quedaba claro que no había hecho demasiados méritos llegando hasta cuartos de final ganando a rivales más débiles.

El resultado final demuestra también que el entrenador alemán Joakim Low leyó siempre mucho mejor el partido de marzo en Munich, que el propio Maradona.

Beneficiado por la ausencia de un jugador talentoso pero lento como Michael Ballack por lesión, Low fue generando un esquema ofensivo más ágil y más técnico, por lo que no resulta casual que Alemania le haya hecho cuatro goles a Australia, Inglaterra y Argentina.

Y como bien dijo Low en una simple pero aleccionadora conferencia de prensa, entendió que la selección argentina tenía varias falencias. La mayor es que se trató de un equipo partido, simple, con atacantes y defensores, sin mediocampo, y lo usó en su beneficio. También notó la falencia de Otamendi, un marcador central con dificultades como lateral, y lo explotó al punto de que tres goles llegaron por allí, y dijo una frase lapidaria: “a los atacantes argentinos no les gusta retroceder a marcar, por lo que pedí a mis volantes que ayudaran a los defensores en la recuperación y fue clave en el partido”. Así de simple.

A diferencia de Alemania, Argentina no fue nunca un equipo. Fue una suma de estrellas, pero esa suma no da como resultado un equipo. El fútbol es mucho más que un puñado de cracks, es técnica pero es también táctica. Y Maradona no tuvo la experiencia, ni la capacidad para aplicarla y cuando llegó un rival fuerte, se lo hizo notar.

Finalmente sobre Messi. Se esperaba mucho más de él, pero no juega solo, En el Barcelona juega con cracks a su altura, en un esquema colectivo y con una filosofía de juego. En la seleccióin argentina estuvo siempre solo, tratando de resolverlo todo, y aún sin su amigo y compañero de habitación, Juan Verón, separado del equipo titular en el momento decisivo. Demasiado para el chico. No fue su culpa porque no puede hacerlo todo solo. No es mago, aunque sea un genio.

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