sábado, 10 de julio de 2010

José Néstor Pekerman, el taxista con el mejor proyecto (WSD, Japón)



La vida no le fue fácil a José Pekerman (Villa Domínguez, 3 de setiembre de 1949), de modos muy educados y tranquilos. De origen judío, se le dio de muy joven por el fútbol y llegó a ser un buen mediocampista en los años setenta en Argentinos Juniors, justo en los años previos a la aparición de Diego Maradona. Luego emigró al fútbol colombiano, donde se retiró por problemas en una pierna. Muy pocos supieron de él a partir de allí. Desconocido casi en la Argentina, a su vuelta al país no encontraba trabajo, sólo consiguió algo en las inferiores de Argentinos Juniors y entonces no tuvo más remedio que manejar un taxi hasta que se decidió a emigrar a Chile. Allí comenzó a trabajar en las divisiones juveniles del club más importante del país, el Colo Colo y rápidamente dio sus frutos y fue muy reconocido. Para 1995, al regreso de la selección argentina del frustrante Mundial de los Estados Unidos, la AFA tomó la decisión de separar a los departamentos profesionales y juveniles, dejándole a Daniel Passarella el equipo absoluto. En cambio, quiso establecer nuevas pautas para los juveniles y que no se repitiera el hecho de que el seleccionador de la absoluta elegía a sus colaboradores del juvenil. Por esa razón, la AFA llamó a un concurso de entrenadores (algo inédito) para que cada uno presentara un proyecto para los juveniles. Los rumores hablaban de varios candidatos con nombres conocidos, pero cuando apareció el ganador, la sorpresa fue general. Grondona, el presidente de la AFA, se había quedado impresionado por la redacción y la claridad del proyecto de Pekerman. Lo cierto es que Argentina no venía bien con los juveniles, y el único título mundial sub-20 lo había obtenido en 1979 en Japón con una generación de oro, con Diego Maradona y Ramón Díaz, pero a partir de allí, siempre había sido superada por Brasil. Pekerman comenzó a trabajar enseguida y en silencio armando una base parecida a la de Colo Colo y a los pocos meses, Argentina ganaba de manera brillante el Mundial de Qatar con un irreconocible Juan Pablo Sorín, de cabello cortito, levantando la Copa del Mundo. Era el inicio de una nueva era, con éxitos permanentes y un trabajo de fondo que aún hoy, ya con cambios en la conducción, sigue dando sus frutos. Pekerman, con Hugo Tocalli como ayudante, siguió generando equipos campeones, como el de Malasia 1997 (Riquelme, Aimar, Scaloni, Duscher, Cambiasso, Samuel, Cufré, Leo Franco), Argentina 2001 (Saviola, D’alessandro, Alejandro “Chori” Domínguez, Maxi Rodríguez, Coloccini, Burdisso), Emiratos Arabes 2003 (Cavenaghi, Tévez, Mascherano) o ya con gente de su staff, Holanda 2005 (Messi, Zabaleta, Agüero, Gago, Sosa).
Cuando finalizó el Mundial de Francia 1998, en verdad la idea de Grondona fue ofrecerle el cargo de entrenador a Pekerman, que era lo que toda la sociedad argentina esperaba, no sólo por su trabajo, sino por su buena manera de conducir, siempre dando el ejemplo, con humildad y un tono muy bajo al hablar. Pero para sorpresa de todos, Pekerman respondió que como había dirigido siempre a juveniles, no estaba preparado y recomendaba a Marcelo Bielsa, a quien conocía de enfrentarlo en juveniles con Argentinos Juniors ante Newell’s Old Boys, y de cuando eran jugadores en los años setenta. Así fue que Grondona le dio el cargo a Bielsa y designó a Pekerman como director de selecciones nacionales, un cargo burocrático más que de campo de juego. Recién cuando Bielsa renunció, en 2004 y a dos años del Mundial de Alemania, Pekerman aceptó tomar su lugar, aunque no le fue tan bien como todo el mundo imaginaba. Pekerman tiene un estilo más cercano al fútbol sudamericano y le gusta mucho tener la pelota, aunque su fútbol puede parecer algo tímido en el momento del ataque. Durante su estadía de dos años con la selección absoluta no pareció nunca cómodo, y le costó mucho tomar algunas decisiones, como la designación de los veintitrés jugadores para el Mundial de Alemania, así como quedará para siempre la pregunta de por qué no puso a Lionel Messi ante Alemania en el decisivo partido de cuartos de final, que Argentina terminó perdiendo por penales en Berlín.
Con el mismo silencio con el que llegó a la selección argentina juvenil, finalizado el Mundial, Pekerman renunciaba a continuar en la absoluta pese a la insistencia de Grondona. Ya no se sentía nada cómodo con las nuevas exigencias de contratos para jugar continuamente partidos para recaudar fondos, y prefirió emigrar a México, donde nadie le estaría preguntando por qué no puso a Messi contra Alemania. Dirigió con relativo éxito al Toluca, y luego, sin fortuna, a Tigres de Monterrey, y quedó libre hace poco más de un año y medio. Es muy posible que Pekerman llegara a ser muy querido en Japón por sus formas respetuosas y su amabilidad, pero no parece alguien que vaya a revolucionar el fútbol nipón. Más bien puede que todos se sientan a gusto con la persona. Es indudable, en cambio, que Pekerman es alguien indicado para un trabajo silencioso, a largo plazo, y sin exigencias inmediatas. Eso, lo incomoda.

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