Boca Juniors volvió a consagrarse campeón antes
incluso de jugar su partido ante Olimpo de Bahía Blanca como visitante, al
provechar que su único perseguidor, Bánfield, perdió su partido ante San
Lorenzo, y de esta forma obtuvo su título número 32 (sólo River Plate lo supera
en el nivel nacional con 34 aunque Boca lo supera en títulos internacionales)
en el historial argentino.
Boca había ganado el título argentino en 2015,
cuando se había disputado el último torneo largo y anual, pero en 2016, la
Federación Argentina (AFA) decidió volver al calendario europeo, de mitad de
año a la otra mitad del año, para lo cual quedó en el medio un campeonato corto
de un solo semestre, el primero, ganado por Lanús, y ahora, Boca volvió a ganar
un torneo anual pero en vez de abarcar todo el año calendario, se jugó como en
Europa.
Entre tanta desprolijidad en los calendarios del
fútbol argentino, puede decirse que Boca (ya sin su anterior entrenador,
Rodolfo Arruabarrena, reemplazado por Guillermo Barros Schelotto, un ídolo del
club que jugó desde mediados de los años noventa hasta mediados de la década
pasada), aprovechó muy bien que casi todos sus rivales descuidaron gran parte
del torneo para dedicarse a la Copa Libertadores de América, que también cambió
su formato y ahora se juega hasta noviembre.
Así es que River, San Lorenzo, Lanús y Estudiantes
de La Plata no se dedicaron demasiado al torneo local en la primera rueda y fue
allí que Boca sacó mayor ventaja porque aún contaba con su estrella Carlos
Tévez, quien inesperadamente en diciembre dejó el club para marcharse a China
ante una irresistible oferta económica.
Sin embargo, cuando parecía que Boca arrasaría en el
torneo, porque llevaba mucha ventaja y sólo aparecían tibios rivales en la
lucha por el título como al principio Estudiantes de La Plata y luego Newell’s
Old Boys de Rosario, la salida de Tévez a China le generó un cambio en el
juego, mucha menor creatividad y con todo eso, una mayor inseguridad en su
andar.
Comenzaron entonces las críticas al entrenador
Barros Schelotto porque el equipo había ido perdiendo la línea, y de a poco
comenzó a cuestionarse a jugadores como el joven volante uruguayo Rodrigo
Bentancur, participante del reciente Mundial sub-20 y ya transferido a la
Juventus, o el también volante aunque más experimentado, Pablo Pérez,
amonestado en casi todos los partidos.
De a poco, un delantero muy veloz y de buena
potencia como Cristian Pavón comenzó a equivocarse en las definiciones, la
defensa comenzó a sufrir desacoples, no había titulares claros en varios
lugares de la cancha y el equipo empezó a depender de los goles que iba
convirtiendo Darío Benedetto, llegado a fines de 2016 desde México, quien lleva
marcados 18 goles y pelea por el liderato de la tabla de anotadores con su
colega de River Sebastián Driussi,
Cuando parecía que Boca entraba en una serie de tres
partidos para marcar la diferencia y alejarse definitivamente ante equipos
humildes como Atlético Rafaela, Patronato de Entre Ríos y Talleres de Córdoba,
apenas obtuvo dos puntos sobre esos
nueve posibles y se fueron encendiendo todas las alarmas cuando River
comenzó a descontarle puntos, y lo venció en la Bombonera en el clásico 1-3 con
una demostración de poderío.
Además, River ya se había clasificado a los octavos
de final de la Copa Libertadores por lo que ya podía dedicarse a pleno al
torneo local, y con dos partidos pendientes, parecía que de resolverlos hasta
podía quedar como puntero muy cerca del final y fue allí que sobrevino una
inesperada derrota ante San Lorenzo que permitió a Boca volverse a alejar ya
definitivamente en las dos fechas siguientes.
Es difícil afirmar que Boca fue el mejor equipo.
Tuvo algunos buenos pasajes especialmente al principio, cuando pudo juntar a
Tévez y a Fernando Gago, y siempre con el poder de gol de Benedetto, pero tanto
River como San Lorenzo, y en algunos pasajes Newell’s Old Boys o en el final
Bánfield, pudieron haberlo complicado más, pero fueron demasiado irregulares.
Boca fue tal vez el único equipo argentino que
apostó al título desde el primer partido hasta el final, al no jugar en 2017 la
Copa Libertadores y aunque contó con dos jugadores por puesto, sufrió
demasiado, por la falta de una defensa sólida y por los problemas
disciplinarios que tuvo fuera de la cancha su figura, Ricardo Centurión, a
préstamo del San Pablo y cuyo pase Boca iba a comprar y ahora sólo aspira a
estudiar su comportamiento en el próximo semestre.
River fue el rival más duro que tuvo Boca en la
lucha por el título, gracias al aporrte goleador de Lucas Alario (en la
selección nacional) y de Driussi, con un gran torneo del mediocentro Ignacio
Fernández y del talentoso Gonzalo Martínez.
Racing Club también pudo haber hecho más fuerza,
pero perdió demasiado tiempo en la primera ronda y luego, con la llegada de su
ex entrenador cuando fue campeón en 2014, Diego Cocca, fue escalando posiciones
pero pagó cara la lesión de su estrella, el delantero Lisandro López, mientras
que Independiente, dirigido por Ariel Holan, proveniente del mundo del hockey
sobre césped y con drones y otros métodos de uso de la tecnología, pero
respetando su añejo estilo, se fue recuperando aunque lleva ya 15 años sin
títulos.
En la zona de la lucha por evitar el descenso, llamó
la atención que Vélez Sársfield sufriera tanto aunque en las últimas fechas
mejoró su promedio para la próxima temporada, y acabaron bajando al Nacional B
Atlético Rafaela, Quilmes y Sarmiento de Junín y resta conocer el cuarto
equipo.
En la próxima temporada, la 2017/18, habrá 28 equipos
en la Primera División.
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