Sin dudas, el fútbol ha tomado lugar como reemplazo
pagano de la religión. La masividad con que se multiplicó durante el siglo XX,
la devoción con que los hinchas siguen a sus equipos o a los íconos, forman
parte del mismo contexto, y la política ha aprendido mucho de todo esto y ha
sabido ir utilizándolo para sus fines más directos.
Muchas veces, los Estados miraron para otro lado en
cuanto a los mayores desaguisados posibles pero…¿qué ocurre cuando a su vez la
caja del fútbol genera tantos recursos y sus principales agentes conocen hasta
el último recurso legal para evadir impuestos o para sacarle a la actividad
todo el fruto posible?
Algo de eso está ocurriendo ahora en Europa. Los
distintos Estados, rascando ese mango que les falta para contentar un poco más
a una ciudadanía harta ya de estar harta y que vota “antisistema” cada vez que
puede acudir a las urnas, ha ido en búsqueda de todos los evasores, o al menos
de los futbolistas más importantes, para sonsacar un dinerillo y por otro, para
“hacer de cuenta” de que persigue a los poderosos.
Por ejemplo, en un momento en que aparece una moción
de censura (aunque no haya sido votada por la mayoría) para quitar del poder al
presidente Mariano Rajoy, justo aparece la posibilidad de que el campeonísimo
Cristiano Ronaldo pueda quedar entre los barrotes por una evasión de 14,7
millones de euros entre 2011 y 2014, jugando para el Real Madrid.
Si estos datos que aporta la Fiscalía de Pozuelo de
Alarcón son ciertos, al gran delantero portugués, que va camino de igualar a
Lionel Messi con cinco Balones de Oro, podrían tocarle desde uno hasta cinco
años de prisión, y eso que tributa el 24,75 por ciento de sus ganancias, y no
como su colega argentino, que fue condenado a 21 meses en suspenso por una
evasión de tres veces menos, 4,1 millones de euros, y cuando su tributo es del
52 por ciento, debido a que el rosarino del Barcelona siempre fue residente
español desde 2000.
Según el diario deportivo portugués “A Bola”,
incluso Cristiano Ronaldo hasta habría comunicado ya al presidente del Real
Madrid, Florentino Pérez, que se quiere marchar del club blanco, algo que si
bien puede parecer exagerado, no lo es si tomamos en cuenta la forma en que se
acaba de ir otro portugués del equipo, el zaguero central Pepe, brasileño
nacionalizado portugués y amigo de Cristiano Ronaldo, quejándose porque el club
blanco no lo protegió ante otra situación similar en cuanto a los impuestos.
Es que los grandes agentes, como Jorge Mendes, de la
empresa Gestifute, conocen como pocos todos los artilugios, al igual que los
más encumbrados dirigentes.
No parece casualidad, por ejemplo, que ayer haya
aparecido el ex banquero Jorge Arzuaga (Credit Suisse y Julius Baer) para reconocer
ante la jueza de Brooklyn, Pamela Chen, en la causa del FIFA Gate, que él mismo
fue el encargado de habilitar a través de estos bancos, y por orden de
Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos, pagos de coima a Julio Grondona para la
compra de derechos de TV de partidos internacionales.
No sólo eso, sino que Arzuaga reconoció su
participación, se comprometió a abonar a la justicia estadounidense 1.046.000
dólares y admitió que tras la muerte de Grondona en 2014, Burzaco le indició
que siguiera pagando a sus hijos, que siempre habían dicho que nunca habían
visto un duro de coimas.
La pregunta que nos formulamos es si estas
declaraciones de Arzuaga no tendrán un correlato en los derechos de TV para el
fútbol argentino, que de manera tan poco clara fueron a parar a la alianza
Fox-Turner luego de que una carta de TRISA (Clarín y Torneos) estableciera que
la única forma de perdonar el juicio que mantienen con la AFA por la rotura del
anterior contrato de TV en 2009 para darle los derechos al Estado argentino era
que esos derechos ahora pasaran a manos de Fox-Turner.
No queda claro tampoco que un año antes, en 2016,
cuando apareció una suculenta oferta de la empresa Cárdenas Sports Marketing
(CSM) para quedarse con un paquete que incluía Primera B, Nacional B, partidos
amistosos de la selección argentina y la Copa Argentina, los entonces
dirigentes de la AFA corrieron a ofrecerle a Torneos empardar aquella oferta
con la excusa de que así “se terminaba el juicio contra la AFA por la rotura
del contrato en 2009”.
Si ese juicio supuestamente terminaba en 2016,
¿entonces qué es lo que nos quisieron decir en 2017? Simplemente, que el fútbol
debe volver a las mismas manos que lo tuvieron salvo una corta interrupción de
unos pocos años.
Se salvan muy pocos: también esta semana se supo que
Jaume Roures, principal accionista de otra de las empresas ofertantes de los
derechos de TV en la Argentina, Mediapro,
habría defraudado al fisco español como parte de la sociedad Spanish
Soccer International Marketing AIE, junto a Tatxo Benet y nada menos que el
presidente de la Liga de Fútbol Profesional española (LFP); Javier Tebas
Medrano.
Tebas no es otro que quien fue traido en 2016 por su
ex socio Marcelo Tinelli para contarnos, en el contexto del armado de aquella
Superliga, de lo buenas que son las sociedades anónimas en el fútbol y de las
bondades de vender los derechos de TV en un paquete unificado, algo que sí hace
la Premier League, pero que por ahora no hace la LFP. Es decir, nos vino a vender peces de colores.
Las cuentas del fútbol siguen generando unos
negocios espectaculares y no sólo los empresarios quieren morder de ellas sino
también y en lo posible, los Estados. No es casual que ahora haya desbandada en
el PSG francés y se quieran ir de buenas a primeras Angel Di María, Javier
Pastore o Marco Verratti. Es que hubo persecuciones estatales para recaudar
fondos de supuestas evasiones al fisco.
Esto promete continuar.
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