Desde Kazán
Ni la condición de local de los rusos, ni su
aceptable estructura, ni tampoco el gol de Alexander Samedov que por unos
minutos la dejaba fuera de competencia, pudieron con esta selección mexicana
dispuesta a cualquier travesía desde la fortaleza mental.
El equipo mexicano, tal como vino sucediendo en toda
esta Copa Confederaciones, volvió a sobreponerse a la adversidad y acabó
venciendo 2-1 a Rusia en el Kazán Arena y logró la clasificación para la
semifinal.
Las barreras siguen cayendo, y ahora otra: hacía
veinte años que una selección mexicana no eliminaba a un conjunto local en Copa
Confederaciones, porque la última vez fue a Arabia Saudita en 1997.
El 29 de junio, en el Fisht Stadium de Sochi,
esperará como segundo del Grupo A al ganador del B, que saldrá hoy sin dudas
entre Alemania y Chile.
Consciente de que cuanto más se conserve el balón,
más difícil es que el rival pueda hacer algo con él, el conjunto mexicano
parecía mejor estructurado que el ruso pero pasado el primer cuarto de hora,
comenzó a tropezar con la misma piedra: los desacoples defensivos,
especialmente entre los dos marcadores centrales.
Si a los 17 minutos ya Rusia pudo haber abierto el
marcador por un penal que luego el VAR comprobó que no existió de Araujo a
Smolov, siete minutos más tarde ya fue imposible evitar el gol de los locales a
través de Samedov, a los pocos segundos de que Smolov estrellara la pelota en
el palo.
Con el resultado a favor, parecía que Rusia
aseguraría el pase a semifinales pero una vez más, como en todo el torneo,
apareció la fuerza interior que ya parece caracterizar a este equipo, y con la
ayuda del grave error de cálculo del otrora muy buen arquero Akinfeev, Araujo
pudo empatar con otro gol de cabeza, otro asunto que se viene repitiendo en el
Tri.
México ni siquiera sintió la lesión de Luis Reyes
(también esto se reitera, que los defensores salgan con problemas físicos), ni
la tarjeta amarilla a Andrés Guardado, que lo deja fuera de la semifinal por
acumulación, y ya a los 7 minutos del segundo tiempo llegó el 2-1 con otro
cabezazo de Lozano (el cuarto en el campeonato) aprovechando un rechazo alto
de Herrera y otro fallo de Akinfeev.
A partir de allí, el partido se hizo cuesta arriba
para los rusos, y más, con la expulsión del lateral izquierdo Zhirkov y con la
tardanza de su entrenador Cherchesov para colocar a un delantero complementario
de Slomov como Poloz, casi promediando la etapa.
Ya México jugaba más con la desesperación rusa y de
hecho, tuvo varios contragolpes para aumentar el marcador pero por lo general
Javier Hernández prefirió más pivotear que lanzarse hacia el arco adversario.
Aquellos tiempos de jugar como nunca y perder como
siempre parecen lejanos. Rusia, el local,
quedó atrás.
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