Desde Moscú
Ni las doce horas en tren que tomamos ayer desde la
deslumbrante y extraña Kazán hasta aquí ni el que tomaremos esta madrugada de
regreso, tras haber visto el intento Chile-Australiam, nos van a detener en
nuestro intento de análisis de la fase de grupos de la Copa Confederaciones de
Rusia.
Nuestro agotamiento no nos detendrá para tratar de ver el bosque y no el árbol y
en este sentido, creemos que al menos hubo cierta justicia con los cuatro
clasificados a la semifinal y tal vez, un quinto equipo que pudo haber entrado
(el local, Rusia) y tres que están bastante por debajo del nivel de los que
consiguieron su objetivo.
Adelantemos una primera conclusión clara: los años
pasan pero el mundo del fútbol sigue contemplando cómo Europa y Sudamérica se
disputan los grandes torneos y algunos más acompañan y es por eso tal vez que
por varios medios ya hay intentos de regreso de la Copa Intercontinental, que
dirimía quién era el mejor entre el campeón de la Champions League europea y la
Copa Libertadores, dejando afuera al resto de los continentes.
La FIFA observa (y este torneo lo corrobora) que el
resto de los continentes (tan solo México se ha acercado) sigue muy lejos de
los mejores y la pauta está en la actuación de equipos como Nueva Zelanda,
Camerún y Australia.
El caso de Camerún es el más alarmante para los
deseos de la FIFA porque es una demostración de la involución que han sufrido
los equipos africanos desde aquella intención desde principios de este siglo de
dominarlos en base a aquel criterio racional de Max Weber acerca de que es
Occidente el que tiene el saber “científico” y por lo tanto, aquel fútbol “desordenado” aunque
destilaba talento en jugadores que aterrizaban en los mejores clubes de Europa,
dio lugar a un falso ordenamiento que privilegió lo colectivo a la creatividad
y hoy no aparecen grandes figuras y las máximas son veteranas y responden al
parámetro del Siglo XX.
Hoy la
mayoría de las selecciones europeas cuenta con un director técnico
europeo y así les va y no porque no
deban ordenarse sino porque han perdido otras cosas para llegar a este punto.
Ya a Camerún le había costado mucho ganar la Copa Africa casi sobre el final a
otro equipo estructurado como Egipto, y su papel en la Copa Confederaciones fue
apenas testimonial.
Australia dio la nota en su último partido ante
Chile en Moscú, que empató y que casi gana y hasta por algunos minutos estuvo
cerca de marcar una distancia de dos goles que al menos momentáneamente le
habría dado un insólito pase a semifinales, pero ese sueño le duró muy escasos
minutos hasta que los sudamericanos despertaron.
Por el lado de Rusia, las críticas que le caen a su
entrenador Cherchesov nos parecen desmedidas. Tal como los africanos aunque por
una razón diferente, más emparentada con lo generacional, los locales no han
sacado en estos años un jugador tan desequilibrante como los Metreveli, Yashin,
Dasaev, Blokhin, Belanov.Dobrovolski,
Mikhailichenko, Karpin, Mostovoi,
Salenko, Arshavin o Pavyluchenko. Puede ocurrir eso, pero sí tiene otros
jugadores ibnteresantes con los que podría arnar una base interesante pensando
en el Mundial de 2018.
Nos ha gustado Denis Gluchakov como cerebro y pasador
entrelíneas, y por supuesto Fedor Smolov, su mejor delantero, pero nos parece
que su arquero Igor Akinfeev, otrora estrella del CSKA ha sido demasiado
irregular y Dmitry Poloz debió entrar más seguido y más temprano en los
partidos. Cosas a corregir pero no todo es negativo y al menos, hay una idea de
juego. No es poco y no deberían llevarse por el exitismo.
De a poco vamos entrando en la élite. Tendremos en
Kazán, el miércoles, un gran partido –para nosotros una
final anticipada- entre Portugal y Chile, los
campeones de los dos continentes más fuertes.
Los lusos tienen su basa en un gran Cristiano
Ronaldo, pero que tratan de apoyar, a través de su inteligente y tranquilo
entrenador Fernando Santos, con un buen juego de balón por detrás de él y de Quaresma,
aunque la prensa local critica en demasía que una vez que la potencia ofensiva
permite ponerse en ventaja, rápidamente se trabaja el partido sin intentar más
que algún contragolpe a mucha distancia.
Portugal también es fuerte en defensa con Pepe,
Bruno Alves y José Fonte, y por sus laterales, y por supuesto que la pelota
debe pasar siempre por Joao Moutinho.
Chile tiene una gran virtud en esta generación ya
acostumbrada a los primeros planos y a contar con un referente en cada línea,
cosa poco habitual en cada equipo nacional. Claudio Bravo en el arco, Gary
Medel en defensa, Arturo Vidal en el medio y Alexis Sánchez arriba.
Carece de su mejor jugador, de su pensador, de su
gran armador, Jorge Valdivia (el mejor jugador de la Copa América 2015), pero
también comienza a notarse un desgaste físico que aún no se sabe si es por la
intensa temporada arrastrada por la mayoría o por un alto promedio de edad que
le va poniendo límites al futuro y cada vez se parece más a aquella Colombia
que deslumbrara con Francisco Maturana pero que cuando esos jugadores terminaron,
hubo que volver a empezar. Ese es, en todo caso, el desafío de los trasandinos.
Sorprende que su entrenador, el argentino Juan
Pizzi, haya dicho tras el empate ante Australia que se vieron superados en lo
físico, cuando en el fútbol, la altura y el peso son secundarios y si no, que
lo digan Messi, Maradona o Romario.
México parece haber cambiado en un punto sustancial, aunque ante Alemania será la clave para observar si esto termina siendo efectivamente como parece. Tras aquel nefasto 0-7 ante Chile en la pasada Copa América Extra de los Estados Unidos, su entrenador, Jorge Osorio, trabajó mucho en la parte mental, tratando de fortalecer a jugadores que ya tienen una larga y reconocida trayectoria.
De hecho, México ha logrado apartar del torneo a Rusia, el equipo local, algo que no conseguía desde hacía 20 años (en 1997), ha vencido a Estados Unidos como visitante, otra pared infranqueable, y ha logrado cambiar los resultados de los tres partidos de la fase de grupos, lo cual no es poco.
México parece haber cambiado en un punto sustancial, aunque ante Alemania será la clave para observar si esto termina siendo efectivamente como parece. Tras aquel nefasto 0-7 ante Chile en la pasada Copa América Extra de los Estados Unidos, su entrenador, Jorge Osorio, trabajó mucho en la parte mental, tratando de fortalecer a jugadores que ya tienen una larga y reconocida trayectoria.
De hecho, México ha logrado apartar del torneo a Rusia, el equipo local, algo que no conseguía desde hacía 20 años (en 1997), ha vencido a Estados Unidos como visitante, otra pared infranqueable, y ha logrado cambiar los resultados de los tres partidos de la fase de grupos, lo cual no es poco.
Alemania, que no ha llegado con su equipo de gala,
el que ganó el Mundial, también atraviesa un proceso de renovación. Mario Götze
con problemas físicos, retirados Lahm, Schweisteigfer y Klose, su muy capaz
entrenador Joakim Low optó por varios jóvenes ya muy destacados en las
principales ligas y unos pocos campeones del mundo para apuntalarlos.
El resultado es muy bueno porque desde hace rato
(1998-2002) Alemania juega a o mismo con quien sea, e intenta crear en la
medida de lo posible. Los más exigentes rivales de aquí en más determinarán
hasta dónde puede dar este equipo, que vuelve a ser uno de los grandes
candidatos a ganar el Mundial de 2018.
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