Cuando ya quedaban muy pocos espectadores, con el
estadio vacío, y el césped aún lleno de papelitos, como símbolo de todos los
festejos de minutos atrás, Álvaro Morata seguía allí, solo, contemplando las tribunas
del estadio Millennium en Gales.
Se había consagrado campeón de la Champions League
con el Real Madrid pero un rictus indicaba que había algo que no lo alegraba
demasiado y al contrario, su mirada era más bien melancólica.
Suele decirse que quien se queda hasta el final y no
quiere perderse hasta el último detalle de una fiesta es porque sabe que algo
se acaba allí, ese día. Y Morata sabía ya que se iría, casi con seguridad, del
Real Madrid.
Es que Morata no encontraba espacio en el club
blanco, cuando subió desde la cantera, debido a los excelentes jugadores
titulares, y entonces optó por marcharse a la Juventus para demostrar allí
todas sus condiciones, despegar, y acabar en la selección española peleándole
un lugar en el ataque nada menos que a Diego Costa, uno de los goleadores de la
Premier League.
Es más: alguien recordaba días pasados que el Real
Madrid sólo perdió una Champions de las últimas cuatro. Fue en 2015 y el gol
que lo eliminó…fue convertido por Morata, en la Juventus, y en el estadio
Santiago Bernabeu en las semifinales. Los italianos luego perderían la final
ante el Barcelona.
Por supuesto que como ocurre en otras situaciones
parecidas de los últimos tiempos, el Real Madrid intentó repescar a Morata y
éste fue seducido con la idea de volver al club de sus amores, a su ciudad, a
la liga de su país. Pero allí, aunque ya no tanto como antes de irse a la
Juventus, chocó con una realidad parecida: nadie movía a la BBC (Bale, Benzema
y Cristiano Ronaldo), y ni siquiera Isco Alarcón, con un juego consagratorio,
pudo mover a Bale cuando éste se encontró en buenas condiciones físicas.
Con pocos minutos, algunos pocos partidos de
titular, Morata se las arregló para acabar con mejor promedio de gol por minuto
que Benzema, el titular (que acaso también se marche porque además el Real
Madrid quiere a Kylian Mbappé, por el que estaría dispuesto a pagar nada menos
que 135 millones de euros al Mónaco).
La aparición de una suculenta oferta por Morata del
Manchester United vuelve a introducir entonces el tema de lo que ocurre hoy con
los dos grandes de la liga española, el Real Madrid y el Barcelona. La nueva
dificultad que tienen estos clubes para conseguir jugadores que completen una
plantilla de excelencia a partir de la premisa de que nadie quiere estar sin
jugar si tiene una carrera importante y ya ha demostrado condiciones.
Es decir que son muy pocos los jugadores que ya han
demostrado su calidad, que quieran ser “cola de león” y en cambio prefieren ser
“cabeza de ratón”, algo así como destacarse en un equipo inferior pero tener
continuidad en el juego, antes que dormir una larga siesta en el banquillo aún
ganando títulos y muy posiblemente, más dinero.
Esto de Morata también le ha pasado esta temporada
que finaliza a James Rodríguez, quien a entender de este columnista, ha sido el
mejor jugador del Mundial pasado en Brasil 2014 pero cuyo pase al Real Madrid
sólo le ocasionó discontinuidad y una pérdida de escalones en la consideración
mundial aún cuando cada vez que ingresó pudo demostrar ampliamente sus
condiciones. Por eso es que el
colombiano quiere marcharse y también el Manchester United aparece cerca para
contratarlo.
Y por eso es también que Real Madrid quiere hacer
caja con Morata y James, para poder fichar a la estrella emergente como el francés
Mbappé: porque quiere aprovechar los deseos de jugar de sus jerarquizados
suplentes, darles vía libre y de paso, contratar a un jugador para titular y
con futuro, lo cual avecina un problema similiar y más difícil aún de
sobrellevar, con Benzema.
Pero esto, como señalábamos, no ocurre solo en el
Real Madrid sino también al Barcelona. Un caso parecido al de Morata es sin
dudas el de Gerard Deulofeu, quien aparecía hace unos años como la gran
estrella de la cantera, pero que nunca terminaba de consolidarse en Primera.
Fue cedido varias veces, hasta que por fin en la pasada temporada hizo pie en
el Milan y ahora su club de origen lo quiere repescar, así como en el pasado
hizo desde la Premier League con Cesc Fábregas o con Gerard Piqué.
La diferencia es que Deulofeu quiere pensarlo mucho,
porque como le ocurrió a Morata, mira el Tridente ofensivo del Barcelona y no
se le ocurre cómo podría tener continuidad entre Lionel messi, Luis Suárez o
Neymar.
Estaría confinado al banquillo, entraría gracias a
alguna rotación o lesión o suspensión, o en el final de los partidos, pero en
el Milan era titular y jugaba casi siempre. Es decir, otra vez el debate entre
ser “cola de león” o “cabeza de ratón”.
Ya le había ocurrido a Sandro, quien apenas jugaba
en el Barcelona, no conseguía continuidad y prefirió marcharse buscando minutos
y posibilidad de mostrarse. Lo consiguió en un prolijo Málaga, que acabó
generando un aceptable certamen, y el ex delantero del Barcelona, creciendo en
contización y calidad.
En nuestra columna hemos manifestado en un pasado
reciente que por ejemplo el Barcelona necesita mejorar mucho la calidad de su
banquillo si quiere volver a competir a lo largo de la próxima temporada con el
Real Madrid. Pero se encontrará ahora con este problema creciente: la mayoría
de los jugadores no quiere sentarse en un banquillo a dormir una larga siesta
sin perspectivas de jugar seguido.
Y este es un tema muy importante que deberán
solucionar los directores deportivos, antes de que termine siendo decisivo.
Para el Barcelona, lo fue en la temporada que pasó.
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