miércoles, 14 de junio de 2017

El complicado discurso de Pep




Si por algo se caracterizó Josep Guardiola, además de sus cualidades como entrenador y anteriormente como jugador, es por su claridad meridiana a la hora de manifestarse y de dejar en claro su pensamiento respecto de cualquier tema atinente al fútbol o a los medios de comunicación.

Muchos recordarán el impacto de aquellas palabras en el Santiago Bernabeu en la conferencia de prensa previa al decisivo partido por la semifinal de la Champions League ante el Real Madrid, cuando, enfrentadísimo a su colega Josè Mourinho, llegó a decir de él que era “el puto amo” del club blanco y definió al contexto, tanto de la prensa como del club, como “La Lecherìa”.

Semejantes declaraciones no cayeron en saco roto. Al contrario, sus jugadores lo aplaudieron al ingresar en el vestuario visitante, al día siguiente el Barcelona acabó ganando y clasificándose para la final que también ganaría y los kioscos de diarios de Cataluña repartieron camisetas con la inscrpición estampada de aquella frase de Pep, que quedó para el recuerdo de todos los culés.

Poco antes, apenas unos meses antes de esta manifestación, Guardiola había sido una de las caras visibles de la candidatura de Qatar para el Mundial 2022 junto a Gabriel Batistuta, al dirigente del Barcelona Sandro Rosell (en prisión, involucrado en el Caso Neymar) y a varios dirigentes sudamericanos de la Conmebol que siguen siendo investigados por un tribunal de Zurich por supuestos cobros de coimas.

Sin ir muy lejos, a los pocos meses de que Qatar fuera electa sede para el Mundial 2022, las selecciones de Argentina y Brasil jugaron un amistoso en Doha, en el que estuvimos (1-0 con gol de Lionel Messi) en el que tanto AFA como CBF cobraron un cachet desmedido, muy superior a lo que cada federación venía cobrando hasta entonces. ¿Devolución de favores? ¿Parte del acuerdo?

Lo cierto es que en ese momento, y con las críticas que ya arreciaban a la candidatura de Qatar, Guardiola salió a decir que se trataba de un “país abierto”, una declaración llamativa porque ya se conocìa la relación de este país con el financiamiento del terrorismo, y porque también se sabía que muchos obreros ya habían fallecido en la construcción de estadios a ritmo frenético, la gran mayoría de ellos, extranjeros a los que se les retenía el pasaporte para evitar su salida.

Posteriormente, se supo apenas dìas pasados, que varios países integrantes de la Liga Arabe bloquearon política y económicamente a Qatar por esta promoción al terrorismo, no casualmente a los pocos días de que el presidente de los EEUU, Donald Trump, visitara Arabia Saudita y generara una extraordinaria venta de armamentos con este país. Aún así, la FIFA (que cuenta con Qatar como auspiciante fijo) se calló la boca primero y luego atinó a decir que no ve, de momento, motivos para preocuparse o plantearse un cambio de sede para el Mundial 2022.

Tampoco el Barcelona, que sigilosamente se fue alejando de la publicidad de Qatar Airways de su camiseta en el futuro, tras dejarle 165 millones de euros por los acuerdos previos, se ha planteado siquiera sacar la gigantografía que sigue colgada del Camp Nou.

Si en el momento de firmarse el acuerdo entre el Barcelona y Qatar, el recientemente fallecido Johan Cruyff dijo que la entidad pasaba de ser “Más que un club” a “un club más”, nada dijo en aquel momento Guardiola.

Sin embargo, el actual entrenador del Manchester City, ya de vacaciones, tuvo un agitado fin de semana porque luego de jugar en el Camp Nou el segundo tiempo del partido de fùtbol 7 ante los veteranos de Benfica al conmemorarse los 25 años de la primera Copa de Europa del “Dream Team” en Wembley 1992, participó de un acto, el pasado domingo por la mañana en Monjuic, organizado por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Omnium Cultural, para apoyar el llamado al referendum del 1 de octubre, por el que el Gobierno de Cataluña busca que se vote si se pretende que sea un Estado y en forma de República, lo que aún no ha recibido una respuesta contundente del gobierno español desde Madrid.

Lo más llamativo es que Guardiola aceptó ser el portavoz internacional de este movimiento, y quien leyera en catalán, castellano e inglés, la proclama catalana ante el mundo y de hecho, fue replicado por medios como Fox News, Washington Post, o La Repubblica.

Pero eso no es todo: en este discurso, que parece guionado por otros y no por él mismo, Guardiola calificò a España como “Estado autoritario”, algo que no dijo sobre Qatar.

Más allá de las posiciones a favor o en contra que han aparecido y que inundaron los medios de comunicación de Madrid o de Barcelona, lo cierto es que Guardiola en su momento aceptó jugar por la selección española, tanto mundiales como Juegos Olímpicos, vistiendo su camiseta y escuchando su himno, y la comparaciòn entre España y Qatar no resiste el menor análisis.

Distinto es el caso de un jugador menos conocido (y con menos talento que Guardiola, por cierto) como Oleguer, el ex defebsor del Barcelona, que desde siempre se negó a jugar en la selección española por su conocida posición en favor del catalanismo.

Es un tiempo complicado en la relación política y mediática entre España y Cataluña y ya en el amistoso previo al partido clasificatorio para el Mundial 2018 ante Macedonia, es decir, ante Colombia en Murcia (2-2), Gerard Piqué fue hostilizado y silbado por un grupo de hinchas cada vez que tocaba la pelota como defensor español, al vincularlo al antiespañolismo, por tumores de frases contra el rey en algún Barcelona-Real Madrid pero básicamente por sus gestos contra el club blanco.

La sensación es que un tipo hábil e inteligente como Guardiola esta vez se pasó tres pueblos y su protagonismo le impidió ver, o pensar, tal vez, que hay frases que una vez dichas, no tienen retorno, y que muy probablemente haya tenido que tragar el sapo de un guión que no es el suyo.



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