Si por algo se
caracterizó Josep Guardiola, además de sus cualidades como entrenador y
anteriormente como jugador, es por su claridad meridiana a la hora de
manifestarse y de dejar en claro su pensamiento respecto de cualquier tema
atinente al fútbol o a los medios de comunicación.
Muchos recordarán el
impacto de aquellas palabras en el Santiago Bernabeu en la conferencia de prensa
previa al decisivo partido por la semifinal de la Champions League ante el Real
Madrid, cuando, enfrentadísimo a su colega Josè Mourinho, llegó a decir de él
que era “el puto amo” del club blanco y definió al contexto, tanto de la
prensa como del club, como “La Lecherìa”.
Semejantes
declaraciones no cayeron en saco roto. Al contrario, sus jugadores lo
aplaudieron al ingresar en el vestuario visitante, al día siguiente el
Barcelona acabó ganando y clasificándose para la final que también ganaría y los
kioscos de diarios de Cataluña repartieron camisetas con la inscrpición
estampada de aquella frase de Pep, que quedó para el recuerdo de todos los
culés.
Poco antes, apenas
unos meses antes de esta manifestación, Guardiola había sido una de las caras visibles
de la candidatura de Qatar para el Mundial 2022 junto a Gabriel Batistuta, al
dirigente del Barcelona Sandro Rosell (en prisión, involucrado en el Caso
Neymar) y a varios dirigentes sudamericanos de la Conmebol que siguen siendo
investigados por un tribunal de Zurich por supuestos cobros de coimas.
Sin ir muy lejos, a
los pocos meses de que Qatar fuera electa sede para el Mundial 2022, las
selecciones de Argentina y Brasil jugaron un amistoso en Doha, en el que
estuvimos (1-0 con gol de Lionel Messi) en el que tanto AFA como CBF cobraron
un cachet desmedido, muy superior a lo que cada federación venía cobrando hasta
entonces. ¿Devolución de favores? ¿Parte del acuerdo?
Lo cierto es que en
ese momento, y con las críticas que ya arreciaban a la candidatura de Qatar,
Guardiola salió a decir que se trataba de un “país abierto”, una
declaración llamativa porque ya se conocìa la relación de este país con el
financiamiento del terrorismo, y porque también se sabía que muchos obreros ya
habían fallecido en la construcción de estadios a ritmo frenético, la gran
mayoría de ellos, extranjeros a los que se les retenía el pasaporte para evitar
su salida.
Posteriormente, se
supo apenas dìas pasados, que varios países integrantes de la Liga Arabe
bloquearon política y económicamente a Qatar por esta promoción al terrorismo,
no casualmente a los pocos días de que el presidente de los EEUU, Donald Trump,
visitara Arabia Saudita y generara una extraordinaria venta de armamentos con
este país. Aún así, la FIFA (que cuenta con Qatar como auspiciante fijo) se
calló la boca primero y luego atinó a decir que no ve, de momento, motivos para
preocuparse o plantearse un cambio de sede para el Mundial 2022.
Tampoco el Barcelona,
que sigilosamente se fue alejando de la publicidad de Qatar Airways de su
camiseta en el futuro, tras dejarle 165 millones de euros por los acuerdos
previos, se ha planteado siquiera sacar la gigantografía que sigue colgada del
Camp Nou.
Si en el momento de
firmarse el acuerdo entre el Barcelona y Qatar, el recientemente fallecido
Johan Cruyff dijo que la entidad pasaba de ser “Más que un club” a “un club
más”, nada dijo en aquel momento Guardiola.
Sin embargo, el actual
entrenador del Manchester City, ya de vacaciones, tuvo un agitado fin de semana
porque luego de jugar en el Camp Nou el segundo tiempo del partido de fùtbol 7
ante los veteranos de Benfica al conmemorarse los 25 años de la primera Copa de
Europa del “Dream Team” en Wembley 1992, participó de un acto, el pasado
domingo por la mañana en Monjuic, organizado por la Asamblea Nacional Catalana
(ANC) y Omnium Cultural, para apoyar el llamado al referendum del 1 de octubre,
por el que el Gobierno de Cataluña busca que se vote si se pretende que sea un
Estado y en forma de República, lo que aún no ha recibido una respuesta
contundente del gobierno español desde Madrid.
Lo más llamativo es
que Guardiola aceptó ser el portavoz internacional de este movimiento, y quien
leyera en catalán, castellano e inglés, la proclama catalana ante el mundo y de
hecho, fue replicado por medios como Fox News, Washington Post, o La
Repubblica.
Pero eso no es todo:
en este discurso, que parece guionado por otros y no por él mismo, Guardiola
calificò a España como “Estado autoritario”, algo que no dijo sobre Qatar.
Más allá de las
posiciones a favor o en contra que han aparecido y que inundaron los medios de
comunicación de Madrid o de Barcelona, lo cierto es que Guardiola en su momento
aceptó jugar por la selección española, tanto mundiales como Juegos Olímpicos,
vistiendo su camiseta y escuchando su himno, y la comparaciòn entre España y
Qatar no resiste el menor análisis.
Distinto es el caso de un jugador menos conocido (y con menos talento que Guardiola, por cierto) como Oleguer, el ex defebsor del Barcelona, que desde siempre se negó a jugar en la selección española por su conocida posición en favor del catalanismo.
Es un tiempo
complicado en la relación política y mediática entre España y Cataluña y ya en
el amistoso previo al partido clasificatorio para el Mundial 2018 ante
Macedonia, es decir, ante Colombia en Murcia (2-2), Gerard Piqué fue
hostilizado y silbado por un grupo de hinchas cada vez que tocaba la pelota
como defensor español, al vincularlo al antiespañolismo, por tumores de frases
contra el rey en algún Barcelona-Real Madrid pero básicamente por sus gestos
contra el club blanco.
La sensación es que un
tipo hábil e inteligente como Guardiola esta vez se pasó tres pueblos y su
protagonismo le impidió ver, o pensar, tal vez, que hay frases que una vez
dichas, no tienen retorno, y que muy probablemente haya tenido que tragar el
sapo de un guión que no es el suyo.
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