jueves, 2 de mayo de 2019

El Liverpool fue más, pero el Barcelona tiene a Messi (Jornada)



                                                     Desde Barcelona


Si hay algo que tiene de excepcional el fútbol son noches como la de ayer en el Camp Nou, con un espectáculo formidable a partir de un gran equipo que luchó hasta el final dándolo todo y dominando buena parte del partido, como el Liverpool, y que sin embargo no sólo no ganó sino que se retiró con una dura derrota que lo deja casi afuera de la Champions League porque su rival, el Barcelona, tiene en sus filas a un genio como Lionel Messi, absolutamente enfocado en ser campeón de Europa en esta temporada.

Si de algo no hay ninguna duda es que Messi tiene como principal objetivo de 2019 la Champions League. Lo dijo el primer día, cuando como estreno de su función de capitán ante la salida de su predecesor, Andrés Iniesta, tomó el micrófono pese a su timidez, ante un lleno Camp Nou, y dijo que esta vez no se les escapará “esta Copa tan linda”, refiriéndose a la tradicional Orejona europea.

Y allí va Messi, que efectivamente se puso contento cuando en el fin de semana pasado el Barcelona ganó la Liga Española casi sin pestañear, pero jamás tuvo la misma disposición que en el torneo europeo, máxime desde que comenzaron las semifinales sabiendo que ya no están en la competición ni el Real Madrid, ni el Bayern Munich, ni el Manchester City ni la Juventus, es decir, tampoco su máximo adversario en búsqueda de su sexto Balón de Oro, Cristiano Ronaldo.

Un genio como Messi, arropado en su casa, y “oliendo sangre”, a apenas tres partidos de volver a ser campeón de Europa, se torna imparable y esto es lo que le sucedió al Liverpool. Siendo un equipo tan consolidado, que a dos fechas de terminar la Premier League pelea palmo a palmo el título contra el opulento Manchester City, hizo todo lo que había que hacer para irse del Camp Nou con una buena ventaja como para rematar el martes que viene en Anfield, ante su gente. Y sin embargo, se va derrotado por 3-0, casi sin posibilidades de remontar.

¿Qué fue lo que pasó? Que el fútbol es maravilloso, y que el Liverpool sufrió primero la falta del brasileño Roberto Firmino en el ataque, y eso le disminuyó sus habitualmente muy efectiva delantera. Y que promediando el primer tiempo se lesionó Naby Keita, un jugador creativo, y el excelente entrenador alemán Jürgen Klopp tuvo que apelar a Jonas Henderson, mucho más distribuidor pero con menos precisión. Y por si esto no alcanzara, cada vez que los “reds” llegaron al otro arco, se toparon con un gran Gerard Piqué y con un notablemente seguro arquero alemán Marc Ter Stegen.

Entonces, el Barcelona sufría el partido, trataba de cambiar golpe por golpe sin el respaldo colectivo necesario, basado en algunos grandes jugadores que componen su columna vertebral (el citado Piqué, un gran Arturo Vidal en la marca, el genio de Messi, y Luis Suárez como goleador y acostumbrado a fajarse con las defensas rivales), y se fue dando maña para sacar adelante el partido.

Suárez puso justo el pie para desviar un remate con otro destino y descolocó al arquero brasileño Alisson Becker, y ya pareció excesivo que el primer tiempo terminara 1-0 para el local.

El Liverpool salió al segundo tiempo convencido de empatarlo y lo merecía, pero todo el dominio territorial y la asfixiante presión desde su línea de ataque no alcanzaban y fue allí cuando Messi entró definitivamente en acción con algunas jugadas dignas casi de otro deporte mucho más estético, acrobático, al límite de lo humanamente concebible. El genio recogió un rebote de lo que era un gol de Suárez, pero la pelota dio en el travesaño y el argentino sólo tuvo que empujarla a la red, y luego clavó uno de sus tantos magistrales tiros libres al ángulo, que para cualquiera son eso, tiros libres, pero para Messi, en verdad, son penales con barrera. Y así no sólo se dio el lujo de llegar a su gol 600 con la camiseta azulgrana sino que dejó un 3-0 que es demasiada distancia para la revancha dentro de cinco días.

Y parece mentira decir que un partido que tranquilamente pudo ganar el Liverpool no lo perdió por más, porque en la última jugada, Messi le cedió la pelota a Ousmane Dembélé para que marcara el cuarto gol y el delantero francés, que ingresó por el insípido Philippe Coutinho, se la entregó mansa al arquero Alisson.

Si el Barcelona aprendió la lección de la temporada pasada, cuando se fue del Camp Nou ganándole a la Roma 4-1 y perdió 3-0 en la capital italiana, estará en la finalísima de Madrid del 1 de junio. Y con un Messi en este estado de gracia, parece casi imposible que esto no vaya a ocurrir.

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