viernes, 24 de mayo de 2019

El presidente del Barcelona tuvo que ratificar a Valverde obligado por las circunstancias (Interia)




                                              Desde Barcelona



En algún lugar de su consciencia, el presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, debe pensar, aliviado, que ya no deberá presentarse a elecciones porque lo dejará cuando termine este mandato.

El manejo que hizo el club (y del que Bartomeu no puede ser ajeno) sobre la renovación del entrenador Ernesto Valverde desde que comenzó esta semana y con ella, las vacaciones de la plantilla, fue tal que el presidente cree que hay alguien, o algunos, que están en la propia estructura de la entidad, que lo está (o están) traicionando.

Porque la mayoría de los periodistas que viven en Barcelona y cubren la actualidad del equipo coinciden en que las versiones e informaciones acerca de la posible salida de Valverde del banquillo para la próxima temporada (cuando le queda una sola de contrato) salieron desde las entrañas del club y no desde fuera.

Desde el lunes pasado, aunque el martes hizo eclosión, fueron aumentando los trascendidos por los cuales ya Valverde no reunía el respaldo necesario para seguir como entrenador, e incluso que se le había comunicado desde las más altas estructuras que no seguiría, y que el máximo candidato a reemplazarlo era el español Roberto Martínez, actualmente a cargo de la selección belga y, para muchos, con “ADN Barcelona”.

El propio Martínez llegó a manifestar, luego de tanto desarrollo de una noticia nunca desmentida en esas horas, que antes de tomar una medida como aceptar este cargo, debía hablarlo primero con la dirigencia de la Federación belga.

También se dijo que tras la final de la Copa del Rey, perdida ante el Valencia el pasado sábado en Sevilla, parte de la plantilla ya no respaldaba al entrenador (hasta ese día, sí) y que Bartomeu había estado reunido con Lionel Messi en su casa (suena a disparatado) para que éste diera el OK por Valverde y hasta por el regreso de Neymar, de complicado presente en el PSG francés y hasta litigando con el Barcelona en los tribunales por reclamos de impagos.

Un columnista de un diario deportivo catalán llegó a decir que por estas horas, Bartomeu camina haciendo marcha atrás por la sede del club para no perder de vista a nadie por miedo a las traiciones de sus compañeros de mesa, que con estas versiones arrojadas a los medios, y nunca desmentidas, terminaron obligando al presidente no sólo a renovarle la confianza a Valverde sino a comunicarlo él mismo (la prensa local reclama un comunicado, pero no se puede comunicar lo que ya está en vigencia, porque sólo da lugar a sospechas de que la situación del entrenador es, entonces, demasiado frágil).

Lo cierto es que todo indica que si Valverde sigue en la temporada que viene no es porque se crea que es la persona idónea para manejar esta plantilla, y tampoco queda claro que ahora todos los jugadores lo quieran, sino para no mostrar debilidad hacia afuera, o una depresión que nadie imaginaba que sería tal, siquiera hace un mes.

Esto le puede traer a Valverde y al club un enorme dolor de cabeza en el inicio de la temporada que viene, que comienza, nada más y nada menos que otra vez ante el Valencia, por la Supercopa de España, y no vaya a ser que el Barcelona volviera a caer, porque entonces se desencadenaría un “efecto Lopetegui”, el entrenador que el Real Madrid arrancó a la selección española a dos días de comenzar el Mundial de Rusia, y que comenzó cayendo ante el Atlético Madrid por la Supercopa europea y al poco tiempo, estaba en la calle.

Si en el Barcelona quieren facilitarle la tarea a Valverde, al menos deberán traerle a Matthijs De Ligt, el joven líbero del Ajax, que ahora también pretende el Real Madrid, tal vez a Antoine Griezmann, ante un vestuario que hace un año lo alabó y ahora se mantiene en absoluto silencio, y posiblemente un goleador que pueda admitir ser suplente de Luis Suárez a la espera de oportunidades pero con la intención de pelearle el lugar (¿Fernando Llorente?).

Claro que para eso, el Barcelona deberá hacer caja primero, hay sea con Malcom (a quien Valverde dio pocas posibilidades), Cillessen, Vermaelen, André Gómez y Cucurella (los dos últimos, estaban cedidos al Everton y al Eibar, respectivamente) pero en especial a Philippe Coutinho, por quien pretende unos cien millones de euros pero no parece fácil que alguno lo quiera pagar, si bien tiene interesados, especialmente en Inglaterra.

Hasta en los fichajes, o en las ventas, el Barcelona se va dando cuenta de que Valverde no era el entrenador buscado. Ya es tarde para todo, incluso, para despedirlo. Ahora, será el inicio de la próxima temporada la que hable.

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