Desde Barcelona
En algún lugar
de su consciencia, el presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, debe
pensar, aliviado, que ya no deberá presentarse a elecciones porque lo dejará
cuando termine este mandato.
El manejo que
hizo el club (y del que Bartomeu no puede ser ajeno) sobre la renovación del
entrenador Ernesto Valverde desde que comenzó esta semana y con ella, las
vacaciones de la plantilla, fue tal que el presidente cree que hay alguien, o
algunos, que están en la propia estructura de la entidad, que lo está (o están)
traicionando.
Porque la
mayoría de los periodistas que viven en Barcelona y cubren la actualidad del
equipo coinciden en que las versiones e informaciones acerca de la posible
salida de Valverde del banquillo para la próxima temporada (cuando le queda una
sola de contrato) salieron desde las entrañas del club y no desde fuera.
Desde el lunes
pasado, aunque el martes hizo eclosión, fueron aumentando los trascendidos por
los cuales ya Valverde no reunía el respaldo necesario para seguir como
entrenador, e incluso que se le había comunicado desde las más altas
estructuras que no seguiría, y que el máximo candidato a reemplazarlo era el
español Roberto Martínez, actualmente a cargo de la selección belga y, para
muchos, con “ADN Barcelona”.
El propio
Martínez llegó a manifestar, luego de tanto desarrollo de una noticia nunca
desmentida en esas horas, que antes de tomar una medida como aceptar este
cargo, debía hablarlo primero con la dirigencia de la Federación belga.
También se dijo
que tras la final de la Copa del Rey, perdida ante el Valencia el pasado sábado
en Sevilla, parte de la plantilla ya no respaldaba al entrenador (hasta ese
día, sí) y que Bartomeu había estado reunido con Lionel Messi en su casa (suena
a disparatado) para que éste diera el OK por Valverde y hasta por el regreso de
Neymar, de complicado presente en el PSG francés y hasta litigando con el
Barcelona en los tribunales por reclamos de impagos.
Un columnista de
un diario deportivo catalán llegó a decir que por estas horas, Bartomeu camina
haciendo marcha atrás por la sede del club para no perder de vista a nadie por
miedo a las traiciones de sus compañeros de mesa, que con estas versiones
arrojadas a los medios, y nunca desmentidas, terminaron obligando al presidente
no sólo a renovarle la confianza a Valverde sino a comunicarlo él mismo (la
prensa local reclama un comunicado, pero no se puede comunicar lo que ya está
en vigencia, porque sólo da lugar a sospechas de que la situación del
entrenador es, entonces, demasiado frágil).
Lo cierto es que
todo indica que si Valverde sigue en la temporada que viene no es porque se
crea que es la persona idónea para manejar esta plantilla, y tampoco queda
claro que ahora todos los jugadores lo quieran, sino para no mostrar debilidad
hacia afuera, o una depresión que nadie imaginaba que sería tal, siquiera hace
un mes.
Esto le puede
traer a Valverde y al club un enorme dolor de cabeza en el inicio de la
temporada que viene, que comienza, nada más y nada menos que otra vez ante el
Valencia, por la Supercopa de España, y no vaya a ser que el Barcelona volviera
a caer, porque entonces se desencadenaría un “efecto Lopetegui”, el entrenador
que el Real Madrid arrancó a la selección española a dos días de comenzar el
Mundial de Rusia, y que comenzó cayendo ante el Atlético Madrid por la
Supercopa europea y al poco tiempo, estaba en la calle.
Si en el
Barcelona quieren facilitarle la tarea a Valverde, al menos deberán traerle a
Matthijs De Ligt, el joven líbero del Ajax, que ahora también pretende el Real
Madrid, tal vez a Antoine Griezmann, ante un vestuario que hace un año lo alabó
y ahora se mantiene en absoluto silencio, y posiblemente un goleador que pueda
admitir ser suplente de Luis Suárez a la espera de oportunidades pero con la
intención de pelearle el lugar (¿Fernando Llorente?).
Claro que para
eso, el Barcelona deberá hacer caja primero, hay sea con Malcom (a quien
Valverde dio pocas posibilidades), Cillessen, Vermaelen, André Gómez y
Cucurella (los dos últimos, estaban cedidos al Everton y al Eibar,
respectivamente) pero en especial a Philippe Coutinho, por quien pretende unos
cien millones de euros pero no parece fácil que alguno lo quiera pagar, si bien
tiene interesados, especialmente en Inglaterra.
Hasta en los
fichajes, o en las ventas, el Barcelona se va dando cuenta de que Valverde no
era el entrenador buscado. Ya es tarde para todo, incluso, para despedirlo.
Ahora, será el inicio de la próxima temporada la que hable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario