jueves, 2 de mayo de 2019

El Liverpool se estrelló contra Messi (Interia)




                                                    Desde Barcelona,


Este Barcelona no está para regalar nada. Si pudo festejar un 3-0 que lo deja con un pie en la final de la Champions League en Madrid es porque cuenta en sus filas con un genio como Lionel Messi, capaz de todo y ante cualquier rival, aunque éste sea ahora el Liverpool con un equipo consolidado y que por momentos hizo sufrir al Camp Nou con un dominio abrumador, aunque sin contundencia a la hora de definir.

El Barcelona tiene la gran ventaja de que en este momento sólo está enfocado en la Champions. Superada la Liga Española, que ya ganó, puede darse el lujo de enfrentar los partidos que le quedan con suplentes y preparar bien la revancha para dentro de cinco días en Inglaterra, en lo que seguramente será un estadio repleto y con la tradición de Anfield, que empujará a los “reds”.

En cambio, el Liverpool pelea en dos frentes porque aún le quedan dos jornadas de la Premier League, en la que pelea el título ante el poderoso Manchester City, y eso le va pasando algunas facturas, como lesiones, menor resistencia en las segundas partes, y hasta jugadores que deben ser reemplazados al inicio de los partidos, como ocurrió ayer con Naby Keita, que debió resignar su juego más técnico por el de Jonas Henderson, de mayor ubicación y buen primer pase, pero menos creativo.

Aún con todos estos problemas y jugando una semifinal fuera de casa, el Liverpool fue siempre más sólido y de mejor juego colectivo que el Barcelona, mucho más proclive a los espasmos o a tratar de responder golpe por golpe, y la gran diferencia estuvo en las áreas. Sin el brasileño Roberto Firmino, lesionado, al Liverpool le faltó el toque final para definir lo que merecía, aunque tuvo muchas oportunidades.

Por el contrario, el uruguayo Luis Suárez tuvo una posibilidad de desviar el balón que iba en otra dirección, desacomodó al portero Alisson Becker y promediando la primera parte, el Barcelona estaba ganando sin merecerlo y hasta dio la sensación de un gran alivio del Camp Nou cuando finalizó la primera parte. El 1-0 era un negocio redondo tal y como había sido el partido.

Se esperaba un Liverpool dominante y resuelto a empatarlo en la segunda parte cuando apareció Messi en todo su esplendor, frotando la lámpara para demostrar que no existe para él mayor motivación que la Champions y más, cuando está en las puertas de su quinto título europeo y de su sexto Balón de Oro, y además de algunas deslumbrantes jugadas, marcó el segundo gol para los catalanes cuando más arreciaban los ingleses, recogiendo un rebote del larguero tras un remate de Suárez, y luego marcó el tercer gol para una excesiva diferencia con un magistral libre directo, que en sus pies se transforman directamente en penaltis con barrera.

El fútbol es tan increíble que lo que debió ser un final con festejos de locura, dejó un cierto regusto amargo a los locales por el insólito gol perdido por Ousmane Dembélé en la última jugada por entregarle el balón a Alisson cuando era más fácil marcar el cuarto, pero si la plantilla del Barcelona es inteligente y pudo aprender la lección de la Champions pasada, cuando tras ganar 4-1 a la Roma cayó 3-0 al regreso, esta experiencia no la debería repetir en Anfield la próxima semana.

Para eso, sus jugadores no sólo deberán estar atentos, sino que, salvo Messi, que juega a otra cosa, varios de ellos (Coutinho, Sergi Roberto o Dembélé) deberán mejorar mucho, porque el Liverpool es capaz de remontar y colectivamente, es superior al Barcelona. La diferencia estuvo en las dos áreas, con el portero Marc Ter Stegen tapando todo y con Messi y su fútbol de esplendor.

Ni con el 3-0 se puede dar por terminada la serie, aunque lo pueda parecer.

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