Desde Barcelona
La actual
temporada europea de fútbol tendrá una absoluta hegemonía inglesa, con las dos
finales de sus competencias entre equipos británicos, en una situación inédita
en la historia y sin embargo, con muy poco de casualidad.
El 25 de mayo,
en Bakú, se enfrentarán Arsenal y Chelsea, en lo que suele ser un derby
londinense, para determinar el campeón de la Europa League y una semana más
tarde, en Madrid, Liverpool y Tottenham Hotspur jugarán la final de la
Champions League, en un clásico que esta vez no será por una competición
británica.
Si sumamos al
Manchester City, quien este domingo, si gana su partido, será bicampeón de la
Premier League y que fue eliminado ajustadamente por el Tottenham en los
cuartos de final, y que a esa misma instancia llegó el Manchester United, que
cayó ante el Barcelona, el poderío inglés, con su llamado “top six” en los
principales lugares de Europa, es absoluto.
En 2008, ya se
han enfrentado dos equipos ingleses en la final de la Champions en Moscú,
cuando el Manchester United de Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney, Carlos Tévez y
Edwin Van der Saar venció por penales al Chelsea, pero no tuvieron un correlato
en la Copa de la UEFA, la segunda competición continental, porque la definición
del torneo estuvo a cargo del Zenit de San Petersburgo, que venció al Rangers
escocés.
Muchos análisis
atribuyen la diferencia entre los equipos ingleses y el resto de los
competidores a una razón económica aunque no se trata sólo de este aspecto, si
bien tiene un peso fundamental.
Según el último
estudio económico anual, la Premier League generó nada menos que 8700 millones
de euros (7600 millones de libras esterlinas) en la temporada 2016/17, con una
generación de cien mil empleos. De esta suma, 4300 millones son aportes
genuinos de la Premier League y 3200. De las empresas que trabajan con la
competición, siempre según el informe “Premier League, economic and social
impact” de la consultora EY.
Eso no es todo,
porque la Premier League aporta al fisco inglés 3300 millones de euros y se
calcula que 680.000 turistas asistieron a los partidos en un año, generando un
gasto de 555 millones de libras esterlinas, de las cuales sólo Londres (donde
juegan Arsenal, Chelsea, Tottenham, Crystal Palace y West Ham), aporta 2300 y
27.000 empleos. ¿Es casualidad, acaso, que Tottenham, Arsenal y West Ham hayan
renovado sus estadios en los últimos tiempos y que Wembley, también se haya
remodelado, y que tres de estos equipos estén en las finales europeas?
La segunda zona
aportante a la economía de la Premier League es la el Noroeste (Liverpool,
Everton, Burnley, Manchester United y Manchester City), con un aporte de 2000
millones de libras y 20.000 empleos, bastante cerca de lo que genera la capital
inglesa, y también sus equipos principales, bastante cerca de los de Londres en
competencias europeas.
Según la
consultora Deloitte, en su informe anual, la Premier League duplicó su propia
rentabilidad de 681 millones de euros a 1203 millones, en tanto que en ese
mismo período, la Liga Española pasó de los 260 millones a los 437, es decir
que pese a una gran remontada económica, la Liga sigue muy por debajo de la
Premier y parece una lucha desigual pese al enorme esfuerzo por acercarse.
La diferencia se
fue haciendo insostenible para España (cuyos equipos dominaron las
competiciones europeas especialmente en esta década al punto tal de que en la
Champions League, desde 2009 hasta 2018, apenas no ganaron en tres ocasiones)
cuando en 2015 se produjo el último acuerdo de reparto de dinero procedente de
los derechos de TV en la Premier League, que se vendió como un paquete
colectivo y luego se dividió entre los equipos participantes.
Desde ese
momento, sólo Real Madrid (140 millones de euros) y el Barcelona (146,2)
pudieron mantener cifras cercanas a la PL porque el tercero en discordia, el
Atlético Madrid (99 millones) ya estaba por debajo de lo que genera hasta el
último equipo de la tabla del torneo inglés, lo que no sólo marca la diferencia
entre las dos competiciones, sino también la distancia que hay en la Liga,
entre los dos grandes y el resto de los equipos, y eso se refleja luego en la
tabla de posiciones y en el devenir de los torneos, siempre con los mismos
candidatos a ganarlos.
Otra diferencia
es que entre el Real Madrid y el Barcelona se reparten el 47 por ciento de la
masa salarial de la Liga porque la mayoría de los equipos prefiere contratar a
jugadores libres o de costos bajos, algo que no sucede entre los clubes de la
Premier League, en la que ninguno registra déficit.
Incluso, la Liga
(27.630 y 71 por ciento) es superada por la Bundesliga alemana en el promedio
de espectadores por partido (40.693, con el 91 por ciento de las tribunas
ocupadas), y la Premier League se mantiene en la segunda colocación europea con
un promedio de 35.838 espectadores aunque con el 96 por ciento de las tribunas
ocupadas por una capacidad más baja de espectadores en los estadios más
pequeños.
Según el último
informe de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) dada a conocer en estas horas,
en la pasada temporada llegó a generar 4479 millones de euros, lo que significa
un crecimiento del 20,6 por ciento respecto de la temporada anterior, con
ingresos por los derechos de TV de 1516 millones de euros, lo que significa un
aumento del 33 por ciento.
Pero no todo es
lo económico. La Premier League supuso un salto de crecimiento en el
ordenamiento de la competición. Logró alejar a los ultras a partir de una política
agresiva luego de los luctuosos hechos violentos de Heysel (1985) y
Hillsborrough (1989), aunque el costo de acceder a los espectáculos haya
aumentado demasiado y con esto, fue excluyendo a las clases más bajas
convirtiendo al fútbol en un espectáculo de clase media.
Finalmente,
tampoco puede dejarse de lado la tradición del torneo inglés y su penetración
cultural en continentes como el asiático o el africano. La LFP española intentó
en los últimos años, modificar horarios y hasta generar partidos importantes
fuera del territorio español para tratar de acercarse a la Premier League, pero
ésta le sacó ya una larga ventaja en años y no parece tarea fácil.
La riqueza de la
Premier League, que supo hacerse global, también fue generando la llegada de
entrenadores de las más diversas ideas futbolísticas, desde los partidarios de
la posesión de pelota como Maurizio Sarri (Chelsea) o Josep Guardiola
(Manchester City), los que pregonan un agresivo juego colectivo, como Jürgen
Klopp (Liverpool) o Mauricio Pochettino (Tottenham), los que transmiten
carácter, músculo y juego directo, como Unai Emery (Arsenal).
Es raro también
que los jugadores top emigren de la Premier League hacia otras ligas aunque hay
algunas excepciones por la tradición que también tienen el Real Madrid o el
Barcelona-los únicos dos que pueden competir también en lo económico-, pero en
general, la competición inglesa es, hoy, la Meca de las grandes estrellas.
Los resultados
están a la vista. Incluso, la Premier League ya se aseguró, además de la Champions
y la Copa UEFA, la Supercopa Europea que se jugará el 14 de agosto en el
estadio Vodafone Park del Besiktas, en Estambul, cuando se enfrenten los dos
ganadores de las finales de Bakú y Madrid, a partido único, en el comienzo de
la temporada que viene.
Y por
si esto fuera poco, tendrá cinco equipos en la próxima Champions League, en vez
de cuatro, y tres en la Europa League, en vez de dos, es decir que ocho clubes
ingleses competirán en Europa en la temporada que viene. Si se suma que
Inglaterra es actualmente campeona mundial de las dos categorías juveniles,
sub-20 y sub-17, cartón lleno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario