lunes, 27 de mayo de 2019

Un final de temporada inesperado para un Barcelona que se parece cada vez más a la selección argentina y no logra explotar a Messi (Interia)



                                                         Desde Sevilla



Los aficionados del Barcelona regresaban tras un largo camino desde el calor de Sevilla preguntándose qué es lo que hay que hacer para que Lionel Messi se sienta acompañado y rodeado de un equipo sólido, ante la desesperación de ver que el genio argentino, que ya convirtió 603 goles oficiales en 687 partidos –casi un milagro- entrará a sus 32 años en la anteúltima etapa de su carrera y sin embargo, los grandes títulos hace mucho tiempo que no aparecen.

Cuesta definir esta temporada del Barcelona. Si escribiéramos esto mismo sobre el Atlético Madrid, el Valencia o el Sevilla, y resumiéramos que se ganó una Liga, se llegó a la final de la Copa del Rey y a semifinales de la Champions League, acaso sería casi perfecta. Pero tratándose del Barcelona, y sabiendo que a principios de mayo estaba la chance de ganar el Triplete (Liga, Copa y Champions), y que la Liga se ganó pronto para enfocarse en el torneo europeo, y luego vino esa tremenda remontada del Liverpool en Anfield, y ahora esto de la final perdida ante el Valencia, la idea parece otra, mucho más negativa.

La semifinal de Champions perdida por el Barcelona ante el Liverpool operó como un castillo de naipes desmoronado. La plantilla nunca se pudo recuperar en lo anímico y pocas veces, Messi fue tan sincero en la conferencia de prensa previa a la final ante el Valencia en el estadio Benito Villamarín del Betis, cuando dijo que ni llevarse la Copa del Rey, aunque significara el quinto doblete en la década, podría borrar la mancha de Anfield.

Siendo Messi el capitán del equipo, esa frase lo resumió todo. Se suele decir que cuando un equipo recibe un gol antes de los primeros cinco minutos, generalmente está emparentado con su desatención y con su estado anímico. Y si el Valencia no marcó un gol a los 3 minutos fue simplemente porque su delantero hispano brasileño Rodrigo se equivocó dos veces seguidas. Primero, no se animó a rematar de entrada y luego, cuando ya regateó a Jasper Cillessen, sacó un remate débil que Gerard Piqué pudo rechazar en la línea.

El Barcelona siguió como si nada pasara, sin reparar en otro tremendo error de Sergio Busquets en una muy mala temporada, y dominó posicionalmente como siempre desde que Ernesto Valverde es el entrenador: teniendo el balón pero sin saber mucho qué hacer con él, más aún si Luis Suárez y Ousmane Dembélé estaban fuera del equipo, Messi, completamente rodeado por rivales y Philippe Coutinho, muy lejos de su nivel.

Con tanto volante defensivo o alejado del ataque, Messi se encontró muy solo, y sin chances, y al revés, en cada contragolpe del Valencia, con uno o dos toques, se acercaba a la portería azulgrana, una constante en todo el año. Por eso, tampoco pudo extrañar que primero Kevin Gameiro pusiera en ventaja al Valencia aprovechando un error defensivo y que Rodrigo aumentara el marcador tras una gran escapada de Carlos Soler desde la derecha.

Después, Valverde quiso remediarlo con la entrada de Malcom, un jugador imprescindible cuando otros atacantes no están, pero ya era tarde. Sólo Messi, con un remate al palo y un gol, tiró de un equipo destrozado, que no lo ayuda, que lo deja casi solo para todo, y aunque sea un genio, el fútbol es un deporte colectivo.

Aún así, Valverde parece ratificado en sus funciones por los dirigentes y plantilla y si continua, probablemente el Barcelona siga preso de estos planteos conservadores, mientras se anuncia una renovación importante de jugadores. Lo que no se ve, esta vez, es un proyecto como aquel de La Masía de los tiempos de Josep Guardiola y Tito Vilanova entre 2008 y 2013, que elevó al equipo al mejor sitial del mundo.

Hoy, el Barcelona tiene a Messi desde 2004 y sin embargo, en 16 temporadas ganó cuatro Champions Leagues, las mismas que ganó el Real Madrid, su gran adversario, en el mismo período.

¿Cómo hacer para explotar mejor a Messi, cuando en junio entre ya a sus 32 años? Es una pregunta que antes se la formulaban en la selección argentina, que se respondían, en buena parte, con la explicación de que en Cataluña, los entrenamientos eran cotidianos y la mecánica, otra.

Hoy, el Barcelona se parece cada vez más a la selección argentina y no al revés, como Messi hubiera preferido: planteos más conservadores, y dependencia del genio para todo.

Habrá que ver si en el verano europeo, los dirigentes del Barcelona serán capaces de encontrar un plan alternativo, mientras el tiempo pasa, inexorablemente, para todos.


No hay comentarios: