Experto en vinos
y amante de la naturaleza desde sus primeros años de vida cuando fue criado en
la localidad de Murphy, a 180 kilómetros de Rosario, Mauricio Pochettino está
provocando una revolución en el Tottenham, al colocarlo en semifinales de la
Champions League después de 62 años con un estilo que fue moldeando desde 2014,
cuando asumió como director técnico procedente del Southampton y sin mucha
expectativa.
La última vez
que los Spurs se habían acercado a la élite del fútbol europeo fue en 1983 y
por la Copa UEFA (ahora Europa League) cuando cayeron por penales ante los
belgas del Anderlecht por penales, aunque este mismo trofeo lo había ganado en
1972 y la Recopa europea en 1963, pero la clasificación a las semifinales de la
actual Champions League, en las que deberá enfrentar a fin de mes al Ajax
holandés supera todo lo anterior y sitúa al club en un momento de euforia,
sumado al estreno del nuevo estadio White Hart Lane.
Mauricio Roberto
Pochettino Trossero, que nació en Murphy el 2 de marzo de 1972, suele mirar
siempre una foto de cuando era muy pequeño. “Debía tener dos años. Estaba
frente a un galpón que mi padre había construido. El pasto se ve alto y yo,
agarrado a una pelota de fútbol con una sonrisa de oreja a oreja, feliz. Miro
esa foto a menudo para no olvidar que ese soy yo, no el que veo ahora en el
espejo”, cuenta en el excelente libro “Un Mundo nuevo” que escribió junto al reconocido
periodista español Guillem Balagué.
“De chico decía
que había nacido en una familia de clase media y nada que ver –sostiene-. En la
Argentina se le dice clase media a todo. Yo era de clase obrera, de esa en la
que no existen ni sábados ni domingos. Si un cerdo o una vaca se ponen a parir,
hay que atenderlos. Mi padre trabajaba solo, en unas cien hectáreas, que en ese
momento alcanzaba para que vivieran dos o tres familias, y ahora una sola.
Vivía en una casa grande y pasaban horas frente a una TV de 14 pulgadas que
funcionaba a batería. Y movían la antena para captar el único canal que llegaba
a Murphy”.
Una noche se
llevó la TV a la cama y aunque el padre le insistía en que apagara la estufa
antes de dormir para que no se consumiera el oxígeno, hacía frío, pensó en
dejarla encendida por media hora más pero se quedó dormido y apareció la
habitación llena de humo y por una semana se tuvo que quedar en la casa. Casi
se muere asfixiado.
De chico jugaba
al fútbol y al vóley (porque había chicas) y practicó judo con un japonés de
fuerte carácter y que tenía un hijo de su edad (un año mayor) que lo practicaba
desde la cuna y era arquero de un equipo rival y cuando él fue a buscar un
córner, le bajó los pantalones, en un episodio que lo marcó para siempre. Pochettino
tenía 10 años, había gente mirando el partido y lloró de la impotencia. “Fue la
mayor humillación de mi vida, y lo que más sufrí es que no tuve los huevos para
reaccionar. ¡Tendría que haberlo agarrado del cuello y cagarlo a trompadas! Fue
una lección. Aquello me sirvió para ser más fuerte, más duro y más apasionado”.
Dos chicos de
Murphy, un poco mayores que él (uno era David Bisconti) lo querían llevar a
Rosario Central. Pero él estudiaba para agrónomo general y estaba a 160 km de
Rosario. Se levantaba a las 6 de la mañana para ir a estudiar y a las 17 se iba
en bus a Rosario (tres horas de viaje en una especie de tren lechero porque
paraba en todas). En los fines de semana jugaba en Murphy. Pero un lunes,
Marcelo Bielsa y Jorge Griffa de Newell’s Old Boys organizaron una prueba de
jugadores en Villa Cañás, a 50 km de Rosario.
Un entrenador de
la zona que lo conocía, le avisó a su padre pero él se sentía cansado y no fue.
Sin embargo, en el asado posterior, Bielsa y Griffa le preguntaron al entrenador
si no había alguien más en la zona y les dijo que “el mejor de todos no vino
porque juega en Central” y ellos preguntaron dónde vivía. Era la una de la
mañana en invierno y la madre atendió la puerta pero no les quiso abrir, aunque
el padre, que los conocía, los hizo pasar y los invitó a un café. Pochettino
dormía pero Bielsa y Griffa lo querían ver y fueron a su habitación. “Quisieron
ver mis piernas y mi mamá me destapó y dijeron que tenía pinta de futbolista, y
se fueron”.
Después,
insistieron para que fuera pero él estaba contento en Central hasta que lo
convenció su abuelo. Cuando viajó en el micro (3 horas) llegó al entrenamiento
y Bielsa le preguntó de qué jugaba y dijo “de marcador central”. Jugó 5 minutos
y le dijeron que se fuera a duchar, que lo necesitaban para jugar en Mar del
Plata un torneo con la clase 72 y quedó en que le iba a consultar al padre. Ese
torneo lo ganaron, con la final 3-2 al Inter de Paraguay con un gol suyo, y al
regresar lo estaban esperando Bielsa y Griffa y le hicieron firmar. Era hincha
de Racing por el padre, “pero después me hice de Newell’s”.
En Rosario, sólo
se comunicaba con su familia una vez a la semana y por teléfono, apenas un
rato. En el libro “Un Mundo nuevo”, Pochettino confiesa que con el tiempo y la
distancia, se fue alejando de sus padres y hoy no sabe cómo generar ese puente
que lo acerque de nuevo, y le genera mucho dolor. “Te vas transformando en una
persona diferente y llega un momento en que para vos, tus padres se transforman
en desconocidos o, mejor dicho, nosotros nos transformamos en unos desconocidos
para ellos. De la distancia se pasa a la
intolerancia. Cuando somos jóvenes, esa energía que te hace lograr cosas
increíbles y buenísimas también te genera dolor, arrogancia e incapacidad para comprender a
tus mayores”.
Tampoco con sus
hermanos tiene la relación que quisiera tener, en una descarnada descripción.
“Es más, tengo la peor relación que podría esperar. Me unen más lazos
emocionales con amigos o conocidos. ¿Cómo se llega hasta ahí? Son preguntas
válidas porque no quiero que ocurra entre mis hijos”. También se pregunta si
les pudo inculcar sus valores y acaba reflexionando “tengo que llamar a mi
gente”.
Entre sus 14 y
17 años, Griffa fue como su padre. Debutó en 1988 con José Yudica de DT. No
tiene representante porque Griffa le dijo cuando firmó su contrato que no lo
necesitaba “Tenés que vivir bien, pero cuando dejes el fútbol, tendrás que
vivir mejor”.
Luego llegó Marcelo Bielsa. Nunca le gustó
“del todo” que a Bielsa lo llamaran “loco”.
“Sé que es un homenaje a su particular forma de pensar, pero salirse de
los patrones comunes lo veo como algo excepcional, no como una locura. ¿Quién
tiene hoy esa capacidad intelectual para ver las cosas de otro modo? Lo
entiendo más que nunca hoy, más que cuando era futbolista”. Aunque no esté de
acuerdo en todo, fue una inspiración a la hora de tomar la decisión de ser
entrenador”.
Con Bielsa fue
campeón en la temporada 1990-91 en aquellos dos recordados partidos finales
contra Boca, que terminaron con la vuelta olímpica en la Bombonera, y luego
repitió título en el Clausura 1992 y fue finalista de la Copa Libertadores de
ese año, cuando Newell’s perdió por penales en el Morumbí ante el San Pablo de
Telé Santana.
Admira a Bielsa
pero marca una respetuosa distancia como entrenador. “No es casualidad que los
que fuimos jugadores de Bielsa en NOB de 1990 a 1993 hoy seamos DT: Scoponi,
Gamboa, Berizzo, Martino, Zamora, Franco, Berti y yo. Nos hizo entender el
juego y nos contagió su pasión. Pero como entrenador, nuestros planteamientos
divergen. El Marcelo que conocí, el que
disfruté y sufrí en la misma medida, basaba todo el juego en la posesión del
rival y en cómo quitarle la pelota. Su filosofía ha evolucionado desde entonces
pero no estoy con él todos los días, así que no tengo opinión al respecto. Mi
enfoque es que yo tengo la pelota y vos tenés que intentar quitármela. No me
obsesiona el rival del modo que le preocupa a Bielsa que llegó a pedirle a su
asistente que se disfrazara para espiar el entrenamiento a puertas cerradas del
rival”.
Con Jorge
Solari, en 1993, se enteró de que sería compañero de Diego Maradona porque lo
traían Giusti y “La Tota” Rodríguez. Él vivía en sus primeros años en un departamento
muy chico que sólo tenía el poster del Diez con la Copa del Mundo de 1986 y ahora
le tocaba concentrarse con él, compartiendo la habitación. Fueron pocos
partidos, previos al Mundial de 1994, pero una gran experiencia.
Dos años antes,
en 1991, había viajado con NOB a jugar un torneo en Tenerife, al que justamente
dirigía dirigía Solari y allí quedó deslumbrado con Barcelona, que se preparaba
para organizar los Juegos Olímpicos del año siguiente. Había integrado el
equipo argentino que sorpresivamente se había quedado afuera en el Preolímpico
Paraguay con “La banda del gol y el toque” que dirigía Alfio Basile y que
contaba con grandes cracks de la época (Berizzo, Simeone, Astrada, Carranza,
Latorre).
Se fue al
Espanyol en 1994, con su mujer embarazada. Prefirieron esta oferta antes que
las de Boca y clubes mexicanos. Una vez más lo acompañó Griffa (que había
jugado en el Espanyol) para la firma del contrato. Allí ganó la Copa del Rey 2000 (en Mestalla ante
el Atletico Madrid 2-1, hacía 71 años que el club no lo conseguía), junto a
Pablo Cavallero, Martín Posse, Constantin Galca, su amigo Pablo Rotchen y Raúl
Tamudo).
Cuando llegó
Bielsa en el verano de 1998 –se iría enseguida a la selección argentina-,
estaban destrozados por el trabajo de pretemporada y un día él le llegó a
preguntar al DT cuánto faltaba para terminar y le respondió “5 minutos”. Al
terminar, Bielsa lo llamó furioso “Mire, es lo último que me esperaba de usted.
Esto me confirma en lo que usted se ha convertido”. “Me fui llorando a mi casa
por la vergüenza que sentí, la vergüenza más grande ante una persona –recuerda
Pochettino- y tenía razón en todo lo que me dijo. Yo no lo podía ver porque
estaba encerrado en mi mundo. Había dejado de hacer lo que me había llevado
hasta allí. Bielsa me hizo despertar de ese letargo y me llamó para la selección”.
Jugó cuatro años
en la Selección, entre 1998 y 2002 (estuvo en el Mundial de Japón-Corea) y
metió el polémico gol con la mano del empate ante Paraguay en la clasificación
al Mundial.
Para la
temporada 1999/2000, el Valencia lo quiso fichar pero lo llamó su compatriota
Héctor Cúper, el DT “y por sus argumentos pareció que me dijera “no sé si
quiero que vengas”. En eso soy sensible y orgulloso. Pensé “el club presenta
una oferta por escrito y luego el entrenador me dice que no sabe si voy a jugar
o no, no me muestra ningún cariño ni nada. Mmmm…interesante”. También se barajó
la chance del Liverpool pero lo llamó José Manuel Lara, el dueño de la
Editorial Planeta y accionista del Espanyol. “Me dijo que aunque con problemas
económicos, ellos querían mejorar al club y que yo era fundamental y me quedé”.
Pero después, la
relación entre Planeta y Espanyol se rompió y él quedó colgado, con el contrato
viejo, hasta que en enero de 2001 llegó una oferta del PSG y el Espanyol le
pidió que fuera, porque no le podía pagar y el dinero que le entraba era
importante. Y fue. Coincidió con Ronaldinho, Nicolás Anelka y Mikel Arteta (hoy
ayudante de Guardiola en el MC).
Luego al
Burdeos, donde fichó porque le encanta el vino y era la zona perfecta para eso.
Ya en el PSG, vivía en Chambourcy, en las afueras de París, y su casero era
representante de una bodega importante así que le hacía llegar botellas de vino
y champagne y como el presidente del club, Jean Louis Triaud, tenía un chateau,
pudo cumplir su sueño de visitar las distintas regiones vitivinícolas con las
denominaciones de origen. “Burdeos es para mí la tierra con el mejor vino del
mundo”.
Cuando volvió al
Espanyol (2004), el francés Luis Fernandez había reemplazado a Javier Clemente.
Estaban últimos, a 9 puntos de la salvación pero faltaba toda una rueda. Se
transformó en la persona de confianza del DT y le consultaban todo. Y se
salvaron. Luego llegó Ernesto Valverde, el actual entrenador del Barcelona, quien
le dijo que no contaba con él porque pensó que manejaba el vestuario. “Con el
tiempo comprendí que tenía razón y con el tiempo le pude decir “muchas gracias
por no haberme dejado seguir un año más. Si no me hubiera empujado a dejar el
fútbol, hoy seguiría arrastrándome por el campo de juego y lo digo con toda
sinceridad, aunque en aquel momento fuera duro”.
Era 2006 y había
cumplido su segundo ciclo con el Espanyol, ganando su segunda Copa del Rey y
transformándose en el extranjero con más partidos en la historia del club (301)
y lo terminaron llamando “El Sheriff de Murphy”. En sus dos ciclos, llegó a
marcar 14 goles.
Ya ex jugador y
siempre en Barcelona, durante 2007 pudo estudiar un Master en Empresa Deportiva
y en 2008 se recibió de DT en España y en enero de 2009 lo llamaron para
dirigir al Espanyol. Habían despedido a Jose Manuel Esnal (Mané) con el equipo
en posición de descenso pero se salvó con un campañón: 32 puntos en 19 partidos
y allí le renovaron por tres años en los que coincidió con el estreno del
estadio “La Bombonera” de Corneliá-El Prat. Nunca tuvo problemas de descenso y
le siguieron renovando hasta 2014 (es el cuarto entrenador con más partidos de
blanquiazul. Igualando a José Antonio Camacho).
Obtuvo algunos
resultados resonantes, como en la Copa del Rey, cuando empató 0-0 con el Barcelona
de Josep Guardiola, y con Messi ingresando en el segundo tiempo, y por la Liga,
cuando le ganó 0-2 en el Camp Nou con goles de Iván de la Peña (el único
doblete de su carrera). También debió sufrir la muerte de un símbolo del club
como el jugador Dani Jarque, a los 26 años. En el Espanyol hizo un trabajo con
juveniles que sería el antecedente de lo que luego sería en el Tottenham y
subió al primer equipo a Kiko Casilla, a
Victor Ruiz o Didac Vila. También acertó cuando trajo a Daniel Osvaldo, aunque Bielsa
le había recomendado al chileno Humberto “Chupete” Suazo. Terminó siendo una de
las ventas más caras de la historia del club. Pero tuvo que lidiar con su ex
compañero Tamudo, ídolo del club, a quien fue dejando de lado y tuvo fuertes
discusiones durante toda la temporada.
Varias veces
insistió en llevárselo la Sampdoria . Pero en enero de 2013 lo contrató el
Southampton, con el que logró salvarse del descenso a una fecha del final,
reemplazando a Nigel Adkins. Estaba decimoquinto y a tres puntos del descenso.
Había sido destituido por los malos resultados por el presidente del Espanyol
Joan Collet, luego de estar último en la tabla en noviembre de 2012. Discutió con su ayudante Jesús Pérez y con su
señora porque él decía que no podía ir sin saber una palabra de inglés. “Dije
“no voy u chau” y me fui al baño, Cuando volví, los dos me dijeron que tenía
que ir, que Inglaterra era bueno para mí y decidí ir”.
El presidente
del club, Nicola Cortese, parecía tenerlo claro: “Pochettino es un entrenador
muy respetado y con una reputación de ser un gran estratega y excelente gestor.
Tengo plena confianza que va a llevar a nuestro equipo a lo más alto
posible”. El que lo animó a fichar por
la liga inglesa no fue otro que José Mourinho, con quien tiene una buena relación.
En la temporada
2013/14, el equipo tuvo un arranque espectacular en el banco de St Mary’s
colocándose tercero tras 11 fechas aunque los “saints” terminaron octavos. El
éxito fue tal que Roy Hodgson, en ese momento DT inglés, llegó a convocar a los
jugadores Lambert, Adam Lallana y Jay Rodriguez (delantero) para amistosos ante
Chile y Alemania. El Southampton es un modesto club de la costa sur de
Inglaterra que había descendido a la Tercera en 2009 por encontrarse en
bancarrota y que ahora se encontraba arriba en la Premier League.
El 27 de mayo de
2014 firmó con el Tottenham un contrato por 5 años (reemplazó a Tim Sherwood, y
se habían ido Gareth Bale y Luka Modric) y terminó en la quinta posición,
clasificándose para la E-League. La temporada siguiente comenzó con dudas pero
terminó clasificándose a la Champions y le renovaron el contrato en 2016 hasta
2021. Sin embargo, pese al quinto lugar, el equipo terminó la temporada
perdiendo 5-1 ante el descendido Newcastle de Rafa Benítez.
Pese a la gran campaña,
a Pochettino no le gustó nada el clamor del St Jame’s Park. Habían llegado
segundos a esta última fecha, pero acabaron terceros porque los pasó el
Arsenal. “¿Por qué empezamos las vacaciones antes de este partido? ¿qué hice
mal? Debemos entender qué nos llevó a perder este partido…el asunto es grave
cuando se produce una desconexión mental. Cuando el objetivo del futbolista
deja de ser común para pasar a ser sólo individual y olvida el orden necesario
en este deporte: el individuo brilla más cuando está al servicio del colectivo,
de la estructura que lo soporta”.
“Lo primero que hice al llegar a mi casa fue
abrir una botella de vino y atiborrarme de comida poco saludable. Creo que
pagué conmigo mismo esa frustración. Comí de todo: papas fritas, snacks,
almendras. Si había pizza, entonces pizza, nada de ensalada. El vino era
argentino, un malbec. Siempre que estoy un poco deprimido me gusta oler el vino
argentino. Me produce alegría y me remonta a mi país, a sitios reconocibles, a
cuando era niño, al olor a campo, como aquel en el que yo viví hasta los 8
años. A aquella casa con su huerta, sus caballos. Si me retan a una cata ciega
de vinos, detecto rápido si es argentino. Y más si es malbec”, relató
Pochettino en su libro.
En la temporada
siguiente, el equipo finalizó segundo con el récord histórico de puntos en la
Premier League (86) y en la siguiente, la 2017/18, tercero, aunque fue
eliminado por la Juventus en los octavos de final de la Champions League. Esta
temporada, redobló esfuerzos y se encuentra en semifinales del torneo europeo,
a donde no llegaba desde 1962.
Pochettino
también quiere cambiar el rumbo en los torneos locales. Desde 2008 que el club
no gana un título (el último fue la Copa de la Liga con Juande Ramos y sólo
ganó dos ligas en 133 años, la ultima de ellas en 1960/61) y la apuesta es otra
vez por jóvenes ingleses, como Kane, Dyer, Mason, Dele Ali, como antes hizo en
el Southampton con Lallana, Shaw, ó Clyne. También está pendiente de Marcus
Edwards, “el pequeño Messi” del Tottenham.
No le gusta dar
las charlas técnicas con demasiado detalle. A veces llega con videos y el
speech pero no los usa ni le dice a su cuerpo técnico de qué va a ir la charla.
Antes de cada temporada suele pedir una reunión del plantel con los árbitros
“porque siempre sale algo nuevo”. Con sus ayudantes Jesús Pérez (español)
–asistente y mano derecha- y Miguel D’Agostino (argentino), y el entrenador de
arqueros, Toni Jiménez, ex compañero suyo en el Espanyol, forma un grupo
compacto, de amigos de muchos años.
Pochettino
cuenta que sabía bien que su contratación por el Tottenham no fue lo que los
ingleses, con su habitual sutileza, llaman una “elección popular universal” porque el club no tenía muy claro
hacia dónde ir y entonces, los aficionados tampoco suelen tener una opción
clara. El club era percibido como “fur
coat, no knickers” (“con tapado de piel pero sin bombachas”), con un lindo
estilo de juego pero poco efectivo, siempre por debajo de sus posibilidades.
“Entramos en una casa que no se respiraba felicidad”-recuerda-, aunque el
presidente Daniel Levy le dijo que hiciera su propio proceso. Puso una máquina
llamada VertiMax que ayuda a mejorar fuerza, velocidad y resistencia, pero los
jugadores pasaban por alto esto en la
fría ciudad deportiva.
Hizo una dura
prueba en los primeros meses para ver de qué pasta estaban hechos sus jugadores
y “tranquilizó” a Hugo Lloris, que estaba considerando retirarse del fútbol, y
terminó siendo campeón mundial con Francia. Por ejemplo, Adebayor- que un día
se enfadó porque no sabía que no estaba convocado para un partido y su chofer
se había ido y tuvo que llamar a un taxi, indignado- y Roberto Soldado, fueron
desplazados cuando el DT prefirió sobre ellos al joven Harry Kane.
En noviembre de
la primera temporada fueron a Birmingham a jugar con el Aston Villa, lejos de
Europa, y en el octavo puesto. Era una situación “depresiva y oscura” y había
que ganar. Incluso, peligraba su puesto. A 8 minutos del final, el Tottenham
perdía 1-0 con un jugador de más, y le dijo a sus ayudantes “preparen las
maletas que mañana nos vamos a casa”, pero en la jugada siguiente, empató
Chadli y sobre la hora marcó Kane. “Después de ese gol me oí diciendo “ahora sé
lo que tengo que hacer, sé dónde ir y seguro que voy a tener éxito. No tengo dudas.
Empecé a construir mi equipo y de ese plantel sólo quedan ocho jugadores”.
Los aficionados
cantan “He’s magic, you know, Mauricio Pochettino”. Lo invitó a comer sir Alex
Ferguson justo cuando Louis Van Gaal estaba en la cuerda floja en el Manchester
United y le dijo “Si me contestas bien esta pregunta, pago yo. ¿Quiénes
hicieron los dos goles de Argentina en la final vs Uruguay 4-2 en 1930?” Y
Pochettino contestó” Guillermo Stabile y Carlos Peucelle”. Ferguson contesto
“muy bien, muy bien”, entre carcajadas.
Daniel y Joe
Lewis son dueños de ENIC Group, que tiene el 85% de las acciones del club y Joe
–amigo del presidente Mauricio Macri- es propietario de las tierras que rodean
Lago Escondido, cerca de Bariloche. Allí, una vez que fue como invitado, Pochettino
quiso manejar una lancha junto con sus ayudantes y se les dio vuelta y
D’Agostino quedó abajo y no podía salir por algunos segundos. Cuando toda la
experiencia terminó, Pochettino lloró aunque no sabe por qué. “Escribí en un
mensaje que en Lago Escondido no te podés esconder. No podés esconder lo que
sos. En medio de la naturaleza, caen las máscaras”. “¿Sabés por qué te sentiste
tan bien y lloraste? Porque la naturaleza no te juzgó. Durante una semana
fuiste vos, libremente”, le dijo su esposa.
Su mujer, Karina
Grippaldi, lo acompaña a todos lados. Se conocieron tras un clásico rosarino,
en los festejos de un triunfo de NOB. Ella era estudiante de la Universidad de
Rosario y dice que él tiene “una sensibilidad extraordinaria, una gran empatía,
temperamento alegre y positivo”. Les gusta hacer caminatas por espacios verdes
en los momentos libres. Se define “como el agua de lluvia” porque le gusta
“nutrir, organizar y buscar cierta estabilidad. Que mi casa sea el paraíso
donde recargar energías y por qué no, tener y desarrollar nuevas ideas”.
Tienen dos
hijos, Sebastiano, especializado en ciencias del deporte, y Mauricio, que juega
en los juveniles del Tottenham. Cuando
pueden, vuelven a disfrutar de su casa con piscina en Barcelona y fue en esa
ciudad donde, el 1 de junio de 2018, Pochettino fue centro de la atención
mundial cuando el Real Madrid llevaba unas horas sin DT por la intempestiva
salida de Zinedine Zidane y justo presentaba su libro con el periodista Guillem
Balagué, ante la expectativa mundial.
Tras la
presentación, y en una misma mesa del restaurante de Rodrigo Messi, el hermano
de Lionel, este periodista bromeaba con el DT de Murphy. “Estás vestido de
blanco”. “Sí, pero el Tottenham también tiene la camiseta blanca. Yo disfruto
en Londres y de este momento, pero no creo que el presidente Daniel Levy me
deje ir y va a pedir mucho dinero”. Y así fue.
“El fútbol es un
contexto de emociones”, dice Pochettino en el encabezamiento del libro “Un
Mundo Nuevo”, un “diario íntimo” de quien se define como “celoso de su
privacidad”, y que suele llorar mucho y que se abrió por una vez, antes de
volver a meterse en la lucha por llegar a lo más alto y a los nuevos desafíos
del fútbol.
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