miércoles, 1 de mayo de 2019

Mauricio Pochettino, el experto en vinos y amante de la naturaleza que revoluciona al Tottenham (Infobae)



Experto en vinos y amante de la naturaleza desde sus primeros años de vida cuando fue criado en la localidad de Murphy, a 180 kilómetros de Rosario, Mauricio Pochettino está provocando una revolución en el Tottenham, al colocarlo en semifinales de la Champions League después de 62 años con un estilo que fue moldeando desde 2014, cuando asumió como director técnico procedente del Southampton y sin mucha expectativa.

La última vez que los Spurs se habían acercado a la élite del fútbol europeo fue en 1983 y por la Copa UEFA (ahora Europa League) cuando cayeron por penales ante los belgas del Anderlecht por penales, aunque este mismo trofeo lo había ganado en 1972 y la Recopa europea en 1963, pero la clasificación a las semifinales de la actual Champions League, en las que deberá enfrentar a fin de mes al Ajax holandés supera todo lo anterior y sitúa al club en un momento de euforia, sumado al estreno del nuevo estadio White Hart Lane.

Mauricio Roberto Pochettino Trossero, que nació en Murphy el 2 de marzo de 1972, suele mirar siempre una foto de cuando era muy pequeño. “Debía tener dos años. Estaba frente a un galpón que mi padre había construido. El pasto se ve alto y yo, agarrado a una pelota de fútbol con una sonrisa de oreja a oreja, feliz. Miro esa foto a menudo para no olvidar que ese soy yo, no el que veo ahora en el espejo”, cuenta en el excelente libro “Un Mundo nuevo” que escribió junto al reconocido periodista español Guillem Balagué.

“De chico decía que había nacido en una familia de clase media y nada que ver –sostiene-. En la Argentina se le dice clase media a todo. Yo era de clase obrera, de esa en la que no existen ni sábados ni domingos. Si un cerdo o una vaca se ponen a parir, hay que atenderlos. Mi padre trabajaba solo, en unas cien hectáreas, que en ese momento alcanzaba para que vivieran dos o tres familias, y ahora una sola. Vivía en una casa grande y pasaban horas frente a una TV de 14 pulgadas que funcionaba a batería. Y movían la antena para captar el único canal que llegaba a Murphy”.

Una noche se llevó la TV a la cama y aunque el padre le insistía en que apagara la estufa antes de dormir para que no se consumiera el oxígeno, hacía frío, pensó en dejarla encendida por media hora más pero se quedó dormido y apareció la habitación llena de humo y por una semana se tuvo que quedar en la casa. Casi se muere asfixiado.

De chico jugaba al fútbol y al vóley (porque había chicas) y practicó judo con un japonés de fuerte carácter y que tenía un hijo de su edad (un año mayor) que lo practicaba desde la cuna y era arquero de un equipo rival y cuando él fue a buscar un córner, le bajó los pantalones, en un episodio que lo marcó para siempre. Pochettino tenía 10 años, había gente mirando el partido y lloró de la impotencia. “Fue la mayor humillación de mi vida, y lo que más sufrí es que no tuve los huevos para reaccionar. ¡Tendría que haberlo agarrado del cuello y cagarlo a trompadas! Fue una lección. Aquello me sirvió para ser más fuerte, más duro y más apasionado”.

Dos chicos de Murphy, un poco mayores que él (uno era David Bisconti) lo querían llevar a Rosario Central. Pero él estudiaba para agrónomo general y estaba a 160 km de Rosario. Se levantaba a las 6 de la mañana para ir a estudiar y a las 17 se iba en bus a Rosario (tres horas de viaje en una especie de tren lechero porque paraba en todas). En los fines de semana jugaba en Murphy. Pero un lunes, Marcelo Bielsa y Jorge Griffa de Newell’s Old Boys organizaron una prueba de jugadores en Villa Cañás, a 50 km de Rosario.

Un entrenador de la zona que lo conocía, le avisó a su padre pero él se sentía cansado y no fue. Sin embargo, en el asado posterior, Bielsa y Griffa le preguntaron al entrenador si no había alguien más en la zona y les dijo que “el mejor de todos no vino porque juega en Central” y ellos preguntaron dónde vivía. Era la una de la mañana en invierno y la madre atendió la puerta pero no les quiso abrir, aunque el padre, que los conocía, los hizo pasar y los invitó a un café. Pochettino dormía pero Bielsa y Griffa lo querían ver y fueron a su habitación. “Quisieron ver mis piernas y mi mamá me destapó y dijeron que tenía pinta de futbolista, y se fueron”.

Después, insistieron para que fuera pero él estaba contento en Central hasta que lo convenció su abuelo. Cuando viajó en el micro (3 horas) llegó al entrenamiento y Bielsa le preguntó de qué jugaba y dijo “de marcador central”. Jugó 5 minutos y le dijeron que se fuera a duchar, que lo necesitaban para jugar en Mar del Plata un torneo con la clase 72 y quedó en que le iba a consultar al padre. Ese torneo lo ganaron, con la final 3-2 al Inter de Paraguay con un gol suyo, y al regresar lo estaban esperando Bielsa y Griffa y le hicieron firmar. Era hincha de Racing por el padre, “pero después me hice de Newell’s”.

En Rosario, sólo se comunicaba con su familia una vez a la semana y por teléfono, apenas un rato. En el libro “Un Mundo nuevo”, Pochettino confiesa que con el tiempo y la distancia, se fue alejando de sus padres y hoy no sabe cómo generar ese puente que lo acerque de nuevo, y le genera mucho dolor. “Te vas transformando en una persona diferente y llega un momento en que para vos, tus padres se transforman en desconocidos o, mejor dicho, nosotros nos transformamos en unos desconocidos para ellos. De la distancia se pasa  a la intolerancia. Cuando somos jóvenes, esa energía que te hace lograr cosas increíbles y buenísimas también te genera dolor,  arrogancia e incapacidad para comprender a tus mayores”.

Tampoco con sus hermanos tiene la relación que quisiera tener, en una descarnada descripción. “Es más, tengo la peor relación que podría esperar. Me unen más lazos emocionales con amigos o conocidos. ¿Cómo se llega hasta ahí? Son preguntas válidas porque no quiero que ocurra entre mis hijos”. También se pregunta si les pudo inculcar sus valores y acaba reflexionando “tengo que llamar a mi gente”.

Entre sus 14 y 17 años, Griffa fue como su padre. Debutó en 1988 con José Yudica de DT. No tiene representante porque Griffa le dijo cuando firmó su contrato que no lo necesitaba “Tenés que vivir bien, pero cuando dejes el fútbol, tendrás que vivir mejor”.
 Luego llegó Marcelo Bielsa. Nunca le gustó “del todo” que a Bielsa lo llamaran “loco”.  “Sé que es un homenaje a su particular forma de pensar, pero salirse de los patrones comunes lo veo como algo excepcional, no como una locura. ¿Quién tiene hoy esa capacidad intelectual para ver las cosas de otro modo? Lo entiendo más que nunca hoy, más que cuando era futbolista”. Aunque no esté de acuerdo en todo, fue una inspiración a la hora de tomar la decisión de ser entrenador”.

Con Bielsa fue campeón en la temporada 1990-91 en aquellos dos recordados partidos finales contra Boca, que terminaron con la vuelta olímpica en la Bombonera, y luego repitió título en el Clausura 1992 y fue finalista de la Copa Libertadores de ese año, cuando Newell’s perdió por penales en el Morumbí ante el San Pablo de Telé Santana.
Admira a Bielsa pero marca una respetuosa distancia como entrenador. “No es casualidad que los que fuimos jugadores de Bielsa en NOB de 1990 a 1993 hoy seamos DT: Scoponi, Gamboa, Berizzo, Martino, Zamora, Franco, Berti y yo. Nos hizo entender el juego y nos contagió su pasión. Pero como entrenador, nuestros planteamientos divergen.  El Marcelo que conocí, el que disfruté y sufrí en la misma medida, basaba todo el juego en la posesión del rival y en cómo quitarle la pelota. Su filosofía ha evolucionado desde entonces pero no estoy con él todos los días, así que no tengo opinión al respecto. Mi enfoque es que yo tengo la pelota y vos tenés que intentar quitármela. No me obsesiona el rival del modo que le preocupa a Bielsa que llegó a pedirle a su asistente que se disfrazara para espiar el entrenamiento a puertas cerradas del rival”.

Con Jorge Solari, en 1993, se enteró de que sería compañero de Diego Maradona porque lo traían Giusti y “La Tota” Rodríguez. Él vivía en sus primeros años en un departamento muy chico que sólo tenía el poster del Diez con la Copa del Mundo de 1986 y ahora le tocaba concentrarse con él, compartiendo la habitación. Fueron pocos partidos, previos al Mundial de 1994, pero una gran experiencia.

Dos años antes, en 1991, había viajado con NOB a jugar un torneo en Tenerife, al que justamente dirigía dirigía Solari y allí quedó deslumbrado con Barcelona, que se preparaba para organizar los Juegos Olímpicos del año siguiente. Había integrado el equipo argentino que sorpresivamente se había quedado afuera en el Preolímpico Paraguay con “La banda del gol y el toque” que dirigía Alfio Basile y que contaba con grandes cracks de la época (Berizzo, Simeone, Astrada, Carranza, Latorre).

Se fue al Espanyol en 1994, con su mujer embarazada. Prefirieron esta oferta antes que las de Boca y clubes mexicanos. Una vez más lo acompañó Griffa (que había jugado en el Espanyol) para la firma del contrato. Allí  ganó la Copa del Rey 2000 (en Mestalla ante el Atletico Madrid 2-1, hacía 71 años que el club no lo conseguía), junto a Pablo Cavallero, Martín Posse, Constantin Galca, su amigo Pablo Rotchen y Raúl Tamudo).

Cuando llegó Bielsa en el verano de 1998 –se iría enseguida a la selección argentina-, estaban destrozados por el trabajo de pretemporada y un día él le llegó a preguntar al DT cuánto faltaba para terminar y le respondió “5 minutos”. Al terminar, Bielsa lo llamó furioso “Mire, es lo último que me esperaba de usted. Esto me confirma en lo que usted se ha convertido”. “Me fui llorando a mi casa por la vergüenza que sentí, la vergüenza más grande ante una persona –recuerda Pochettino- y tenía razón en todo lo que me dijo. Yo no lo podía ver porque estaba encerrado en mi mundo. Había dejado de hacer lo que me había llevado hasta allí. Bielsa me hizo despertar de ese letargo y me llamó para la selección”.

Jugó cuatro años en la Selección, entre 1998 y 2002 (estuvo en el Mundial de Japón-Corea) y metió el polémico gol con la mano del empate ante Paraguay en la clasificación al Mundial.

Para la temporada 1999/2000, el Valencia lo quiso fichar pero lo llamó su compatriota Héctor Cúper, el DT “y por sus argumentos pareció que me dijera “no sé si quiero que vengas”. En eso soy sensible y orgulloso. Pensé “el club presenta una oferta por escrito y luego el entrenador me dice que no sabe si voy a jugar o no, no me muestra ningún cariño ni nada. Mmmm…interesante”. También se barajó la chance del Liverpool pero lo llamó José Manuel Lara, el dueño de la Editorial Planeta y accionista del Espanyol. “Me dijo que aunque con problemas económicos, ellos querían mejorar al club y que yo era fundamental y me quedé”.

Pero después, la relación entre Planeta y Espanyol se rompió y él quedó colgado, con el contrato viejo, hasta que en enero de 2001 llegó una oferta del PSG y el Espanyol le pidió que fuera, porque no le podía pagar y el dinero que le entraba era importante. Y fue. Coincidió con Ronaldinho, Nicolás Anelka y Mikel Arteta (hoy ayudante de Guardiola en el MC).

Luego al Burdeos, donde fichó porque le encanta el vino y era la zona perfecta para eso. Ya en el PSG, vivía en Chambourcy, en las afueras de París, y su casero era representante de una bodega importante así que le hacía llegar botellas de vino y champagne y como el presidente del club, Jean Louis Triaud, tenía un chateau, pudo cumplir su sueño de visitar las distintas regiones vitivinícolas con las denominaciones de origen. “Burdeos es para mí la tierra con el mejor vino del mundo”.

Cuando volvió al Espanyol (2004), el francés Luis Fernandez había reemplazado a Javier Clemente. Estaban últimos, a 9 puntos de la salvación pero faltaba toda una rueda. Se transformó en la persona de confianza del DT y le consultaban todo. Y se salvaron. Luego llegó Ernesto Valverde, el actual entrenador del Barcelona, quien le dijo que no contaba con él porque pensó que manejaba el vestuario. “Con el tiempo comprendí que tenía razón y con el tiempo le pude decir “muchas gracias por no haberme dejado seguir un año más. Si no me hubiera empujado a dejar el fútbol, hoy seguiría arrastrándome por el campo de juego y lo digo con toda sinceridad, aunque en aquel momento fuera duro”.

Era 2006 y había cumplido su segundo ciclo con el Espanyol, ganando su segunda Copa del Rey y transformándose en el extranjero con más partidos en la historia del club (301) y lo terminaron llamando “El Sheriff de Murphy”. En sus dos ciclos, llegó a marcar 14 goles.

Ya ex jugador y siempre en Barcelona, durante 2007 pudo estudiar un Master en Empresa Deportiva y en 2008 se recibió de DT en España y en enero de 2009 lo llamaron para dirigir al Espanyol. Habían despedido a Jose Manuel Esnal (Mané) con el equipo en posición de descenso pero se salvó con un campañón: 32 puntos en 19 partidos y allí le renovaron por tres años en los que coincidió con el estreno del estadio “La Bombonera” de Corneliá-El Prat. Nunca tuvo problemas de descenso y le siguieron renovando hasta 2014 (es el cuarto entrenador con más partidos de blanquiazul. Igualando a José Antonio Camacho).

Obtuvo algunos resultados resonantes, como en la Copa del Rey, cuando empató 0-0 con el Barcelona de Josep Guardiola, y con Messi ingresando en el segundo tiempo, y por la Liga, cuando le ganó 0-2 en el Camp Nou con goles de Iván de la Peña (el único doblete de su carrera). También debió sufrir la muerte de un símbolo del club como el jugador Dani Jarque, a los 26 años. En el Espanyol hizo un trabajo con juveniles que sería el antecedente de lo que luego sería en el Tottenham y subió al primer equipo  a Kiko Casilla, a Victor Ruiz o Didac Vila. También acertó cuando trajo a Daniel Osvaldo, aunque Bielsa le había recomendado al chileno Humberto “Chupete” Suazo. Terminó siendo una de las ventas más caras de la historia del club. Pero tuvo que lidiar con su ex compañero Tamudo, ídolo del club, a quien fue dejando de lado y tuvo fuertes discusiones durante toda la temporada.

Varias veces insistió en llevárselo la Sampdoria . Pero en enero de 2013 lo contrató el Southampton, con el que logró salvarse del descenso a una fecha del final, reemplazando a Nigel Adkins. Estaba decimoquinto y a tres puntos del descenso. Había sido destituido por los malos resultados por el presidente del Espanyol Joan Collet, luego de estar último en la tabla en noviembre de 2012.  Discutió con su ayudante Jesús Pérez y con su señora porque él decía que no podía ir sin saber una palabra de inglés. “Dije “no voy u chau” y me fui al baño, Cuando volví, los dos me dijeron que tenía que ir, que Inglaterra era bueno para mí y decidí ir”.

El presidente del club, Nicola Cortese, parecía tenerlo claro: “Pochettino es un entrenador muy respetado y con una reputación de ser un gran estratega y excelente gestor. Tengo plena confianza que va a llevar a nuestro equipo a lo más alto posible”.  El que lo animó a fichar por la liga inglesa no fue otro que José Mourinho, con quien tiene una buena relación.

En la temporada 2013/14, el equipo tuvo un arranque espectacular en el banco de St Mary’s colocándose tercero tras 11 fechas aunque los “saints” terminaron octavos. El éxito fue tal que Roy Hodgson, en ese momento DT inglés, llegó a convocar a los jugadores Lambert, Adam Lallana y Jay Rodriguez (delantero) para amistosos ante Chile y Alemania. El Southampton es un modesto club de la costa sur de Inglaterra que había descendido a la Tercera en 2009 por encontrarse en bancarrota y que ahora se encontraba arriba en la Premier League.

El 27 de mayo de 2014 firmó con el Tottenham un contrato por 5 años (reemplazó a Tim Sherwood, y se habían ido Gareth Bale y Luka Modric) y terminó en la quinta posición, clasificándose para la E-League. La temporada siguiente comenzó con dudas pero terminó clasificándose a la Champions y le renovaron el contrato en 2016 hasta 2021. Sin embargo, pese al quinto lugar, el equipo terminó la temporada perdiendo 5-1 ante el descendido Newcastle de Rafa Benítez.

Pese a la gran campaña, a Pochettino no le gustó nada el clamor del St Jame’s Park. Habían llegado segundos a esta última fecha, pero acabaron terceros porque los pasó el Arsenal. “¿Por qué empezamos las vacaciones antes de este partido? ¿qué hice mal? Debemos entender qué nos llevó a perder este partido…el asunto es grave cuando se produce una desconexión mental. Cuando el objetivo del futbolista deja de ser común para pasar a ser sólo individual y olvida el orden necesario en este deporte: el individuo brilla más cuando está al servicio del colectivo, de la estructura que lo soporta”. 

“Lo primero que hice al llegar a mi casa fue abrir una botella de vino y atiborrarme de comida poco saludable. Creo que pagué conmigo mismo esa frustración. Comí de todo: papas fritas, snacks, almendras. Si había pizza, entonces pizza, nada de ensalada. El vino era argentino, un malbec. Siempre que estoy un poco deprimido me gusta oler el vino argentino. Me produce alegría y me remonta a mi país, a sitios reconocibles, a cuando era niño, al olor a campo, como aquel en el que yo viví hasta los 8 años. A aquella casa con su huerta, sus caballos. Si me retan a una cata ciega de vinos, detecto rápido si es argentino. Y más si es malbec”, relató Pochettino en su libro.

En la temporada siguiente, el equipo finalizó segundo con el récord histórico de puntos en la Premier League (86) y en la siguiente, la 2017/18, tercero, aunque fue eliminado por la Juventus en los octavos de final de la Champions League. Esta temporada, redobló esfuerzos y se encuentra en semifinales del torneo europeo, a donde no llegaba desde 1962.

Pochettino también quiere cambiar el rumbo en los torneos locales. Desde 2008 que el club no gana un título (el último fue la Copa de la Liga con Juande Ramos y sólo ganó dos ligas en 133 años, la ultima de ellas en 1960/61) y la apuesta es otra vez por jóvenes ingleses, como Kane, Dyer, Mason, Dele Ali, como antes hizo en el Southampton con Lallana, Shaw, ó Clyne. También está pendiente de Marcus Edwards, “el pequeño Messi” del Tottenham.

No le gusta dar las charlas técnicas con demasiado detalle. A veces llega con videos y el speech pero no los usa ni le dice a su cuerpo técnico de qué va a ir la charla. Antes de cada temporada suele pedir una reunión del plantel con los árbitros “porque siempre sale algo nuevo”. Con sus ayudantes Jesús Pérez (español) –asistente y mano derecha- y Miguel D’Agostino (argentino), y el entrenador de arqueros, Toni Jiménez, ex compañero suyo en el Espanyol, forma un grupo compacto, de amigos de muchos años.

Pochettino cuenta que sabía bien que su contratación por el Tottenham no fue lo que los ingleses, con su habitual sutileza, llaman una “elección popular  universal” porque el club no tenía muy claro hacia dónde ir y entonces, los aficionados tampoco suelen tener una opción clara.  El club era percibido como “fur coat, no knickers” (“con tapado de piel pero sin bombachas”), con un lindo estilo de juego pero poco efectivo, siempre por debajo de sus posibilidades. “Entramos en una casa que no se respiraba felicidad”-recuerda-, aunque el presidente Daniel Levy le dijo que hiciera su propio proceso. Puso una máquina llamada VertiMax que ayuda a mejorar fuerza, velocidad y resistencia, pero los jugadores pasaban por alto  esto en la fría ciudad deportiva.

Hizo una dura prueba en los primeros meses para ver de qué pasta estaban hechos sus jugadores y “tranquilizó” a Hugo Lloris, que estaba considerando retirarse del fútbol, y terminó siendo campeón mundial con Francia. Por ejemplo, Adebayor- que un día se enfadó porque no sabía que no estaba convocado para un partido y su chofer se había ido y tuvo que llamar a un taxi, indignado- y Roberto Soldado, fueron desplazados cuando el DT prefirió sobre ellos al joven Harry Kane.

En noviembre de la primera temporada fueron a Birmingham a jugar con el Aston Villa, lejos de Europa, y en el octavo puesto. Era una situación “depresiva y oscura” y había que ganar. Incluso, peligraba su puesto. A 8 minutos del final, el Tottenham perdía 1-0 con un jugador de más, y le dijo a sus ayudantes “preparen las maletas que mañana nos vamos a casa”, pero en la jugada siguiente, empató Chadli y sobre la hora marcó Kane. “Después de ese gol me oí diciendo “ahora sé lo que tengo que hacer, sé dónde ir y seguro que voy a tener éxito. No tengo dudas. Empecé a construir mi equipo y de ese plantel sólo quedan ocho jugadores”.

Los aficionados cantan “He’s magic, you know, Mauricio Pochettino”. Lo invitó a comer sir Alex Ferguson justo cuando Louis Van Gaal estaba en la cuerda floja en el Manchester United y le dijo “Si me contestas bien esta pregunta, pago yo. ¿Quiénes hicieron los dos goles de Argentina en la final vs Uruguay 4-2 en 1930?” Y Pochettino contestó” Guillermo Stabile y Carlos Peucelle”. Ferguson contesto “muy bien, muy bien”, entre carcajadas.

Daniel y Joe Lewis son dueños de ENIC Group, que tiene el 85% de las acciones del club y Joe –amigo del presidente Mauricio Macri- es propietario de las tierras que rodean Lago Escondido, cerca de Bariloche. Allí, una vez que fue como invitado, Pochettino quiso manejar una lancha junto con sus ayudantes y se les dio vuelta y D’Agostino quedó abajo y no podía salir por algunos segundos. Cuando toda la experiencia terminó, Pochettino lloró aunque no sabe por qué. “Escribí en un mensaje que en Lago Escondido no te podés esconder. No podés esconder lo que sos. En medio de la naturaleza, caen las máscaras”. “¿Sabés por qué te sentiste tan bien y lloraste? Porque la naturaleza no te juzgó. Durante una semana fuiste vos, libremente”, le dijo su esposa.

Su mujer, Karina Grippaldi, lo acompaña a todos lados. Se conocieron tras un clásico rosarino, en los festejos de un triunfo de NOB. Ella era estudiante de la Universidad de Rosario y dice que él tiene “una sensibilidad extraordinaria, una gran empatía, temperamento alegre y positivo”. Les gusta hacer caminatas por espacios verdes en los momentos libres. Se define “como el agua de lluvia” porque le gusta “nutrir, organizar y buscar cierta estabilidad. Que mi casa sea el paraíso donde recargar energías y por qué no, tener y desarrollar nuevas ideas”.

Tienen dos hijos, Sebastiano, especializado en ciencias del deporte, y Mauricio, que juega en los juveniles del Tottenham.  Cuando pueden, vuelven a disfrutar de su casa con piscina en Barcelona y fue en esa ciudad donde, el 1 de junio de 2018, Pochettino fue centro de la atención mundial cuando el Real Madrid llevaba unas horas sin DT por la intempestiva salida de Zinedine Zidane y justo presentaba su libro con el periodista Guillem Balagué, ante la expectativa mundial.

Tras la presentación, y en una misma mesa del restaurante de Rodrigo Messi, el hermano de Lionel, este periodista bromeaba con el DT de Murphy. “Estás vestido de blanco”. “Sí, pero el Tottenham también tiene la camiseta blanca. Yo disfruto en Londres y de este momento, pero no creo que el presidente Daniel Levy me deje ir y va a pedir mucho dinero”. Y así fue.

“El fútbol es un contexto de emociones”, dice Pochettino en el encabezamiento del libro “Un Mundo Nuevo”, un “diario íntimo” de quien se define como “celoso de su privacidad”, y que suele llorar mucho y que se abrió por una vez, antes de volver a meterse en la lucha por llegar a lo más alto y a los nuevos desafíos del fútbol.



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