sábado, 18 de mayo de 2019

Pipo Gorosito, el DT contracultural que va contra los drones y el trabajo 24/24, y uno de los últimos mohicanos de la defensa del fútbol estético que puso a Tigre en los primeros planos pese al descenso (Infobae)





Si se usa el pelo corto, él lo usa largo y con rulos pese a sus 55 años recién cumplidos. Si se usan carrileros y se desestiman los enganches, es capaz de colocar dos en el mismo partido y cree fervientemente en ellos. Si se contrata a directores técnicos “afines” a los jugadores por lo generacional, él insiste con sus valores de siempre. Si aparecieron los drones, el cree que eso es “puro humo”. Néstor “Pipo” Gorosito, de gran campaña con Tigre, que está en semifinales de la Copa de la Superliga, es, definitivamente, contracultural.

Nacido en San Fernando el 14 de mayo de 1964, vivió muchas carencias y de muy chico era de físico debilucho. “Era flaquito y delicado para comer. Si la sopa tenía verduras, no la comía, me la tenían que colar. Era pobre y pretencioso. Mi mamá me malcriaba pese a que teníamos una heladera que estaba siempre vacía. Mi papá se volvía loco. Yo estaba siempre en el médico y me recetaba vitaminas. El único regalo que recibía eran pelotas. Especialmente en Reyes. Yo estaba todo el día con la pelota pero los sábados me enfermaba porque había chicos que iban a catequesis y entonces los sábados a la tarde iban a la parroquia. Nunca los entendí”. Su padre fue jugador y en el barrio era el que mejor le pegaba en los tiros libres. “Todos hablan maravillas de cómo jugaba. Debe haber algo genético”.

No terminó la secundaria en el Don Orione aunque su madre se sacrificó limpiando casas para que lo hiciera. Un día el maestro la mandó llamar: “Mire, es mejor que su hijo no venga más, porque usted se rompe el lomo trabajando y él está todo el día jugando a la pelota. Piensa en cualquier cosa menos en estudiar”. Fue en tercer año. Entonces estudió dos años para carpintero ebanista, trabajaba en una carpintería de 5 a 12 y se iba corriendo al entrenamiento de River Plate.

Le pusieron de apodo “Pipo” porque su padre era un gran admirador de Nestor “Pipo” Rossi, aquel “cinco” de River y la selección argentina de los años cincuenta, que jugaba en esa posición, aunque al principio, en las divisiones inferiores de River, le decían “Falcao” por el estilo parecido al brasileño y por los rulos. En sus primeros tiempos de River, el Bambino Héctor Veira lo llamaba “Fred Astaire” por la forma tan estética con que se movía en la cancha. 

El sobrenombre “Pipo” se acentuó cuando él contaba con sólo diez años de edad y golpearon con las palmas en su casa de Carupá (no tenían ni timbre) y era el verdadero Pipo Rossi, que había leído en la revista “River” una entrevista en la que Gorosito contó la historia,. “Se quedó a tomar unos mates y se fue. ¡Cuánta humildad la de ese señor!”, le dijo en una entrevista a la revista “El Gráfico”. “Era tanta la admiración que le tenía mi papá que me llevaba a ver al Atlanta de 1973 que él dirigía (y quedó tercero en el Nacional de ese año) aunque nosotros íbamos a ver fútbol a cualquier equipo que jugaba bien”.

A la primera lo subió Ángel Labruna, junto con Jorge Gordillo, Omar Alegre, Carlos Tapia y José María Vieta. Debutó en una huelga de profesionales, en 1983, “pero tuvimos el aliento de ellos y hasta de los rivales. Fue raro”. Era un “cinco” clásico, pero acabó jugando de “diez”, igual que en esa misma época sucedió con Gerardo Martino en Newell’s Old Boys o con Omar Palma en Rosario Central. El Bambino Veira empezó a colocarlo en esa posición luego de  colocarlo como volante central o por los costados. “Me costaba mucho por afuera porque no lo sentía, y en un entrenamiento, me colocó como “diez” y meti 8 goles”, recuerda. Terminó jugando allí e hizo 21 en un torneo en el que River jugaba con suplentes porque los titulares estaban enfocados en la Copa  Libertadores.

Uno de los mejores consejos en el fútbol se los dio un día el Pato Ubaldo Fillol: “Yo tenía 15 años y me dijo que nunca me juntara con los del medio porque son a quienes yo les podía quitar el puesto. Me dijo “juntate con los que están arriba, porque no les cambia que estés con ellos porque ya están consagrados, o los de abajo, que son pibes como vos y se van a alegrar de que te vaya bien. Los del medio siempre van a tratar de sacarte porque vos los vas a sacar a ellos”. El otro consejo lo escuchó de los más grandes del plantel: “No arreglen los premios hasta que no los arreglemos nosotros primero, porque así subimos mucho el techo y ustedes vienen atrás”. Gorosito lo cuenta con nostalgia: “eso era bohemia, amistad, cosas que hoy se perdieron por completo. El capitalismo hace que hoy todo sea consumo y que estés 15 hs en una PC y no necesites a nadie. En cambio, antes necesitabas uno para jugar a las figuritas, a las bolitas, a lo que sea”.

Tras cinco años en River, en 1988 recaló en San Lorenzo donde fue ídolo y cuando se fue, la hinchada cantó que no importaba porque “algún día volverá”. No ganó títulos importantes pero con el “Beto” Alberto Acosta terminó armando una dupla temible, que luego exportaron a Chile y a Japón.

Pero antes, en 1989, fue transferido al FC Swarovski Tirol, de Austria. Allí fue campeón, dirigido por Ernest Happel, el holandés que estuvo a cargo de la selección naranja en el Mundial 1978, coincidió con varios mundialistas de Italia 1990 y es considerado el mejor extranjero de la historia del club.

Vivía un gran momento futbolístico a un año del Mundial, cuando fue convocado por Carlos Bilardo para la selección argentina, junto con sus compadres Pedro Troglio y Claudio Caniggia, todos provenientes de las divisiones inferiores de River, para la Copa América de Brasil, aunque no llegó a la cita máxima.

En 1992 regresó a San Lorenzo, donde completó una gran campaña personal (174 partidos y 45 goles) y en 1994 se reencontró con el “Beto” Acosta en la Universidad Católica de Chile y en esa misma temporada fue elegido como mejor jugador del torneo y ganaron el primer título internacional, la Copa Interamericana, así como la Copa Chile 1995 y la Liguilla Pre-Libertadores 1994 y 1995. A comienzos de 1996, fue transferido junto a Acosta al Yokohama Marinos de Japón, luego volvió a San Lorenzo, y en 1999, otra vez a la UC donde se retiró en 2001.

En los años noventa volvió a ser convocado para la selección argentina por Alfio Basile, y formó parte del equipo que ganó el último título oficial, la Copa América de Ecuador, en 1993, aunque no participó del Mundial de los Estados Unidos al año siguiente, y aunque sí formó parte de las clasificaciones para 1994 y 1998, tampoco jugó el Mundial de Francia, con Daniel Passarella como DT.

La primera vez que Gorosito pensó en ser DT fue cuando era jugador de River, con Carlos Griguol como DT. No podía dormir la siesta y le dijo: “Yo del fútbol, lo sé todo”. El entrenador cordobés estaba leyendo algo pero bajó los lentes, lo miró y le preguntó “¿Qué es lo que sabés?” “Todo lo que usted hace, la triangulación. Si quiere, le explico”. “Bueno, si tuvieras que explicarle a un chico de inferiores cómo pegarle a la pelota, ¿cómo le enseñarías?¿Ves que no sabés nada?”, le dijo, contundente, Griguol. “Y no sabía nada. Me mató”, admitió “Pipo” con el tiempo.

Como DT comenzó en Nueva Chicago en 2003 y consiguió salvarlo del descenso. Luego fue contratado por San Lorenzo y fue subcampeón en el Apertura 2003 pero no le fue bien en 2004 y fue despedido. Poco después le dijo a  la revista “El Gráfico” que se puso “muy contento” cuando Fernando Miele perdió las elecciones “porque así pagó un poquito todas las maldades que hizo”. Gorosito llevó al plantel a Oscar Ruggeri, que venía de México, y Miele le dijo “Otro sindicalista más, no, No te aguanto a vos y me querés traer uno más”. Fue en 1993. También recomendó al DT Manuel Pellegrini en 2001 porque lo conocía de Chile.

En 2005 dirigió a Lanús, donde no tuvo feeling con la hinchada y al irse, declaró que en el sur “el 70% de la gente es hincha de Bánfield”, lo que provocó gran malestar. Luego de un discreto paso por Rosario Central dirigió a Argentinos Juniors en 2008, donde llegó a semifinales de la Copa Sudamericana. Eso atrajo a los dirigentes de River y tras conversar mucho con José María Aguilar, fue contratado en 2009 pero apenas empató con Boca y quedó eliminado de la Copa Libertadores. En River reemplazó al “Cholo” Diego Simeone y es uno de los DT que contribuyó con el promedio para el descenso en 2011. River venía de salir último, pero Gorosito no rehuyó al desafío y pese a que arrastraba un viejo rencor con el encargado de las divisiones inferiores, Gabriel Rodríguez, asumió el cargo en un momento difícil.

Fue convocado entonces por el Jerez español en 2010 para la segunda ronda y la campaña fue impresionante pese a lo cual (salió noveno en esa rueda) no pudo salvar al equipo del descenso a Segunda.  Cuando llegó, lo comparaban  con el “cantaor” flamenco “Capullo de Jerez” por su parecido físico y sus rulos. El diario deportivo madrileño “Marca” llegó a decir que con su juego, el equipo “se ganó el cariño de media España”.

A fines de 2011 volvió a Argentinos Juniors pero duró hasta marzo de 2012 por la recuperación que necesitaba hacer a causa de su tremendo accidente sufrido con su camioneta un mes antes. “En el momento de la recuperación era Víctor Sueiro: ondas de amor y paz. Después, me metí en el quilombo de nuevo”, reconoció en una entrevista.

A fines de 2012 firmó con Tigre y lo llevó a la final de la Copa Sudamericana ante el San Pablo, En Brasil perdía 2-0 y decidió no presentarse al segundo tiempo por graves incidentes en el vestuario con la Policía local. En 2013, su equipo participó en la Copa Libertadores y llegó a los octavos de final pero se fue peleado con la comisión directiva. Volvió a Argentinos en octubre de 2014 y lo ascendió a la Primera A y fue convocado por el Almería para la segunda rueda de la temporada 2015/16. Consiguió sacarlo de la zona de descenso en la fecha 28 pero tres caídas lo volvieron a meter allí y fue despedido a tres fechas del final. Volvió a la Argentina y lo fichó San Martín de San Juan para la temporada 2017/18 y luego, Tigre, que arrastraba un muy mal promedio pero una vez más, Gorosito aceptó el convite y casi consigue el milagro de salvarlo, apostando por el buen fútbol. Y la prueba está al canto: ese mismo equipo se encuentra hoy en semifinales de la Copa de la Superliga y acaba de eliminar al campeón de la Superliga, Racing Club.

Siempre acompañado por sus ayudantes y amigos Jorge “Cacho” Borelli y Gustavo Zapata, ex compañeros suyos en la selección argentina y en River, Gorosito tiene una clara ideología para sus equipos: “El hecho de ser un buen DT no pasa por un título. Me puede afectar que me insulten pero yo pienso en cómo enriquecer a mis jugadores”.

Su discurso es netamente ofensivo y no tiene empacho en hablar del periodismo deportivo local: “Me daría vergüenza decirle a un jugador que marque hombre a hombre sin participar del juego. Hay una falta de tolerancia desde el días que asumí en Chicago y dije que íbamos a jugar de igual a igual en todas las canchas y sé que hay un par de periodistas que me tienen apuntado porque no les gusta que opines diferente de ellos. Para mí, no se puede acomodar el resultado a como dé lugar. No hay que ganar a toda costa haciendo trampa y sin importar el cómo. No pienso así. Si decís lo que ellos quieren escuchar, aunque no les ganes a nadie, te hacen creer que sos Dios, y no es así.
Sus charlas técnicas duran 15minutos. “Es un refresca memoria de la semana porque lo que no hiciste allí no lo vas a inventar en un rato. Trato de potenciar nuestras virtudes. El 75% de la charla se refiere a nosotros y sólo el 25% al rival”.

Y es aún más contracultural cuando habla de muchos de sus colegas, los directores técnicos: “No comparto los que hoy defienden con 3, mañana con 4, pasado con 5. Se creen que ganan por ellos, no por los jugadores. Siempre debés tener una táctica y una estrategia para un partido, para ir a la guerra o para conquistar una chica, pero no es lo primordial. Dani Alves y Jordi Alba jamás hubieran sido laterales en la Argentina sino carrileros. Iniesta y Xavi no habrían sido 8 sino enganches o segundos delanteros. Para la Argentina, Busquets es lento, cuando es mentalmente muy rápido”.

“Jugar al fútbol en la Argentina es como vivir o manejar: imposible. En Europa es mucho más fácil. Afuera, nadie te choca ni te golpea. Acá tenés que dar cuarenta vueltas para entrar el auto al garaje, revisar si no te copiaron la tarjeta cuando pagaste la cuenta en el restaurante…yo soy cero política, no me importa el gobierno pasado ni éste, pero se perdió mucha calidad de vida”, insiste en una entrevista con el diario Clarín.

Todavía es más duro con sus colegas y sus intentos por tratar de vender una supuesta modernidad que compra determinado periodismo, y todo indica que enfoca hacia el DT de Independiente, Ariel Holan, cuando sostiene que “no hay que estar todo el día en el club para vender humo de que trabajaste las 24 horas. Tengo dos hijos de mi segundo matrimonio –y cuatro del primero- pero no les busco un padre de 25 años sino que los crío con mis valores de siempre. Entonces, ¿por qué les voy a hablar a mis jugadores de otra manera? Es todo una mentira. Lo que pasa es que la gran mayoría que instaló eso hizo lobby o no hubieran dirigido en Primera porque nunca jugaron a la pelota. 

Capaz que son recontra capaces, pero le hicieron creer a la gente que hay que estar 24 horas pensando en el fútbol. Te tenés que dedicar el máximo posible, pero la vida tiene hijos, familia, amigos, paseos…si no, sos un extremista. Hay técnicos que se quedan a dormir en el club para que los dirigentes digan que trabajan un montón y sólo venden humo. Se hace todo para que lo vea el otro, no para enriquecer al jugador”.

Gorosito no escapa nunca a la polémica y marca una raya roja entre sus ideas y las de esta “modernidad”, cuando le dijo al programa radial “Jogo Bonito” que “No necesito un dron para saber que le ganan la espalda al cuatro” y que los que lo utilizan “lo hacen porque sin estos métodos no hubiesen dirigido nunca. La mayoría de los entrenadores trabajamos de la misma forma. Algunos lo hacen público para hacerse conocidos porque si no, no trabajarían nunca”, aunque aclara que “yo veo y analizo videos para que los entrenamientos enriquezcan. No lo hago para que luego el periodismo diga “uh, mirá cómo trabaja Pipo”. No hace falta que todo sea público”.

Es también claro cuando le toca opinar de Lionel Scaloni, el DT de la selección argentina: “por fidelidad, se tendría que haber ido con (Jorge) Sampaoli. Que un tipo que no dirigió ningpun equipo agarre la Selección es raro. Considero, en cambio, que es positivo que esté César Luis Menotti”.

Tampoco es que rehuye a los conocimientos: en Chile cursó un seminario de liderazgo de grupo, de dinámica, que se utiliza para empresas. Estuvo en entrenamientos del Bayern Munich, Verona, Milan, y en la escuela del Ajax.

Gorosito reconoce abiertamente su debilidad por Lionel Messi, quien le agradeció públicamente que siempre lo elogie en cuanta oportunidad encuentra. “Con Messi no soy objetivo. Nunca tuvo una declaración fuera de lugar. Es respetuoso, sale de la cancha haciendo picar la pelota como cuando jugaba yo. Tiene cosas del amateurismo. Y mete récord y récord. Hace diez años que es el mejor del mundo”.

Pero no se queda allí en los elogios sino que va más allá: “Si no hubiera sido por él, Argentina no llegaba a esas tres finales. Perderlas no lo hace un fracasado. Critican a Messi porque no salió campeón del mundo. Entonces, Diego Maradona es el 33 por ciento de Pelé, que ganó tres Mundiales. Yo miro que de los cuatro mejores jugadores de la historia del fútbol, tres son argentinos: Alfredo Di Stéfano, Maradona y Messi, aunque Adolfo Pedernera me decía que el Charro José Manuel Moreno era mejor que Di Stéfano”.

Si hay algo que le hubiese gustado a Gorosito es  jugar en un equipo en una ciudad con mucho mar y calor. “Soy un enfermo del sol. No sé, Las Palmas, Mallorca, uno de esos. Todos sueñan con jugar en el Real Madrid. Yo, no”.

Hay ciertas actividades que son sagradas para él, como ir, desde chico, todos los martes al club Estudiantes de Solís de Tigre, donde hay un equipo de baby fútbol muy conocido en la zona norte porque cuando jugaban campeonatos por dinero, los ganaba siempre. Una barrita de gente muy humilde y trabajadora. Y después del futbol, a las cartas. “Somos un poco antiguos y a algunos les gusta el tango y hay un par que los cantan. Cuando uno quiere hacer una fiesta y no le da el cuero, cada uno consigue algo y nos vestimos nosotros mismos de blanco y les servimos a la gente. Ahí yo soy uno más, no me dejan poner un peso más que el resto y tampoco soy Gorosito el ex jugador o el DT”.

El propio Gorosito se reconoce muy tanguero: Goyeneche, Morán, y  los tangos “Afiche”, “Garganta con arena”, y “Amor desolado”.

Se precia de conocer San Fernando como la palma de su mano. “Conozco al que tiene la náutica más grande y al que vende compacts truchos en Virreyes, voy a comer a la casa de un tipo que tiene cuatro empleados y en otra en la que el piso es de tierra. Yo nací en Carupá, que era un desastre cuando era chico. Dormía con mi abuela en una sola habitación. Mejoramos cuando mi viejo empezó a trabajar en SEGBA, era un mozo muy laburador”.

También sigue jugando al fútbol senior en San Lorenzo, todos los lunes. Llega dos horas antes por si le pasa algo a su coche. Le suelen preguntar por qué sigue usando el pelo largo y enrulado, pese a las canas. “Cuando nació Tobías (1994) dije que me pelaría pero luego me volvió a crecer el pelo y no me lo corto porque mis hijos no quieren. Si es por mí, me pelaría, algo más acorde con mi edad”, aclara.

Suele decir que si no llegó más alto en el fútbol “fue porque tal vez me faltó ese poquito de egoísmo que tienen muchos jugadores para pegar el salto final. Nunca lo tuve y estoy orgulloso de haber sido como fui”.

En este Tigre semifinalista de la Copa de la Superliga, Gorosito vive uno de sus mejores momentos como DT. Casi en familia, se encontró con el “Marciano” Ortiz y a Lucas Menossi (a quienes hizo debutar),  a Lucas Janson (a quien impulsó),  a Walter Montillo (que descolló en San Lorenzo con su gestión), a Martín Galmarini (que ya lo había tenido en Tigre en la etapa anterior), a Ignacio Canuto (a quien lo había dirigido en Argentinos), a Gonzalo Marinelli (a quien lo hizo atajar en River).

Es en este Tigre, que descendió como club pero no por su último equipo, de muy buena campaña en la última Superliga, en el que Gorosito se animó a jugar hasta con doble enganche (Montillo y “Cachete” Morales) cuando pocos los usan, porque siempre creyó en ellos. En 2003, en su primera experiencia, en Nueva Chicago, ya utilizaba a Ezequiel Amaya en esa función.

Ganando o perdiendo, Gorosito sigue siendo el mismo de siempre.





















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