Desde Salvador
Algunos dicen
que es huidizo, y que eso determina una personalidad débil. Pero muchos otros
llegaron a la conclusión de que esta es una definición errada porque si en algo
acertó Carlos Queiroz fue cuando tomó la decisión de irse de Mozambique, tu
tierra natal en el África Oriental, ex colonia portuguesa, para radicarse en
Portugal, la tierra de sus padres, y donde pudo realizar una extensa carrera de
director técnico hasta llegar a estar al frente de la selección de Colombia
desde febrero pasado.
Carlos Manuel
Brito Leal Queiroz, nació en Mozambique, el 1 de marzo de 1953. Comenzó como
arquero del Ferroviario de Nanpula, su ciudad natal, entre 1968 y 1974, mientras estudiaba ingeniería mecánica en la
Universidad Lourenco Marques. En medio de las guerras de la independencia
mozambiqueña a partir de aprovechar la Revolución de los Claveles de Portugal
decidió irse a probar suerte a este país en 1975 y decidió continuar sus
estudios en el Instituto Superior de Educación Física en Motricidad Humana en
la Universidad Tecnica de Lisboa, en la misma que estudiaría más tarde José
Mourinho.
Para Queiroz no
había sido fácil la emigración a Portugal a sus 21 años. Estaba demasiado
arraigado y amaba observar las estrellas por la noche en las Islas Quirimbas. .
“Hay una época en el año en la que las estrellas se ven con tanta nitidez que
parecen descolgarse del cielo para rozar la tierra. Mirarlas llega a producir
miedo”, suele decir.
Ya en 1984
comenzó como asistente de Mario Wilson en el Estoril, aunque su primer paso en
el fútbol se produjo cuando desde la Universidad entró en 1982 a la Federación
Portuguesa de Fútbol (FPF) con un ambicioso plan de detección de talentos.
Enseguida entendieron en la institución que Queiroz era un gran planificador, y
eso incluso lo llevó a ser convocado para el departamento técnico de la FIFA en
1990.
Los resultados
en la FPF comenzaron a aparecer en los juveniles, en lo que fue considerado
como la etapa dorada. Portugal fue campeona de Europa y Mundial sub-16 (1989) y
dos años después, campeona mundial sub-20 como local en 1991 con jugadores como
Luis Figo, Fernando Couto, Joao Pinto, Rui Costa y Abel Xavier.
Ese mismo equipo
se encontró dos veces con los juveniles argentinos. En 1989, en el sub.-17, la
selección nacional estaba a punto de eliminar a los portugueses, pero un error
de Roberto Abbondanzieri, que perdió la pelota, fue aprovechado por Figo, quien
convirtió el gol decisivo, mientras que dos años más tarde, se produjo un
escándalo mayor en la fase de grupos del Mundial de Portugal sub-20, cuando el
equipo que conducía Reinaldo Merlo reclamó airadamente algunos fallos al
árbitro belga Guy Goethals, y el delantero Juan Esnaider llegó a darle un
cabezazo. Los dos zagueros centrales de ese equipo argentino eran Mauricio
Pellegrino y Mauricio Pochettino, y tras ese torneo, la selección nacional fue
suspendida por la FIFA para disputar el Mundial siguiente de 1993 en Australia.
Del otro lado, en el banco estaba sentado Queiroz.
Tras ese torneo,
Queiroz fue convocado para dirigir a la selección absoluta con miras a la
clasificación para el Mundial 1994 de los Estados Unidos pero sorpresivamente
no consiguió el objetivo y fue despedido y recaló en el Sporting Lisboa. Entre 1994 y 1999, deambuló por varios
países. Dirigió al Metrostars en Estados Unidos, al Nogoya de Japón y a la
selección de Emiratos Árabes Unidos, hasta que fue convocado por la Federación
de Sudáfrica para clasificar al equipo nacional al Mundial de Japón-Corea del
Sur 2002.
Si bien no pudo
pasar de la primera ronda en ese Mundial, lo más importante le sucedería fuera
de las canchas, porque allí conoció al poderoso empresario portugués Jorge
Mendes quien logró ubicarlo en el Manchester United como ayudante de campo
principal del escocés sir Alex Ferguson. Era la temporada 2002/03 y los “Red
Devils” no anduvieron nada mal. Habían ganado la Premier League, llegaron a la
final de la Copa de la Liga aunque en la Champions League habían sido
eliminados por el Real Madrid.
Justo al
terminar esa temporada, Florentino Pérez decidió que su entrenador Vicente Del
Bosque no continuara en el Real Madrid pese a que había ganado la Liga y un año
antes, la Champions League, y el club decidió apostar por una nueva cara. El
director deportivo de entonces, Jorge Valdano, optó por Queiroz, para lo cual
una vez más apareció Mendes para negociar su salida del Manchester United.
“Entrenar al
Madrid es como estar listo para escalar el Everest. Sabes que todos no van a
llegar. Otros, llegarán arriba sin nariz o sin brazos, pero no puedes huir de
esta responsabilidad si quieres llegar al tope de esta montaña. Tienes que
desafiar tus instintos, los límites de tu capacidad y eso se llama Real
Madrid”, dijo Queiroz cuando firmó su contrato. Justo con él llegaría a los
blancos el inglés David Beckham.
Sin embargo,
pese a un buen comienzo, los blancos se fueron desinflando y sólo ganaron la
Supercopa de España porque perdieron la Champions en cuartos de final ante el
Monaco de Claude Puel, cayeron en la final de la Copa del Rey ante el Zaragoza
con gol sobre la hora de Luciano Galetti y terminaron cuartos en la Liga tras
encadenar cinco derrotas consecutivas en los últimos cinco partidos. Queiroz
Fue despedido al terminar la temporada y entonces volvió al MU con Ferguson. Se
dijo entonces que el entrenador portugués no era un amante de los pasillos ni
los rumores, y que eso pudo haberle jugado en contra en un club tan grande.
Ya de regreso en
el Manchester United, se tomó su corto paso por el Real Madrid como una
anécdota en su carrera. Volvió a sentarse en el banco al lado de Ferguson y era
el encargado de estudiar a los rivales y de ajustar los entrenamientos. Nadie
se olvidaba en el club que en buena parte gracias a él habían llegado valores
como Cristiano Ronaldo, Nani, Vidic y Carrick.
A nadie le
extrañó entonces que lo volvieran a buscar desde Portugal para dirigir a la
selección en lugar del brasileño Luiz Felipe Scolari, que había dejado la vara
muy alta con el cuarto puesto en el Mundial 2006. Queiroz llegó una vez más a
la FPF con el proyecto “Rumbo al Futuro” con la idea de armar un grupo de élite
para alimentar con juveniles a la selección absoluta.
Asumió en 2008 y
logró la clasificación para Sudáfrica 2010 con un plantel que incluía jugadores
como Cristiano Ronaldo, Nani, Simao Sabrosa y Ricardo Carvalho, pero una vez
que pasó la primera rueda, en octavos de final tuvo que verse las caras con la
España que más tarde sería campeona del mundo. Portugal fue eliminada y
Queiroz, destituido una vez más.
Su experiencia
mundialista generó que lo contactara la Federación Iraní en 2011 para tratar de
clasificar a su selección al Mundial de Brasil 2014. Lo consiguió aunque en el
grupo inicial, entre Nigeria y Bosnia, aparecía Argentina en el camino. Sin
embargo, el buen planteo de Queiroz en el Mineirao complicó mucho a la
selección albiceleste, a la que bien pudo haberle ganado. Sergio Romero fue
figura en el arco y cuando parecía que el partido terminaba empatado, Lionel
Messi sacó un remate al ángulo, con tremenda precisión, y consiguió el triunfo.
“Entrenar es una
cuestión de adaptación. Si no te puedes adaptar, entonces no puedes entrenar.
Tras haber trabajado en varios países, creo que tengo buenas opciones de
adaptarme a Irán. Creo que podría trabajar hasta en la luna”, llegó a declarar
cuando le ofrecieron renovar el contrato con miras al Mundial 2018.
Sin embargo, el
director general de la Federación Iraní, Abbas Torabian, dijo que había
recibido de su parte un e-mail diciendo que la familia no se había
adaptado. El presidente de la federación, Ali Kaffashian,
acusó entonces a Queiroz de romper el contrato firmado. Uno de los problemas es
que la Federación Iraní obliga a los entrenadores de la selección nacional a
vivir en forma permanente en Irán, uno de los problemas que también tuvo el
español Javier Clemente.
Igualmente, la
situación se zanjó y le renovaron por otros cuatro años pero en 2015, al quedar
eliminado en los cuartos de final de la Copa Asia y con diferencias con la Federación
pareció que se iba, aunque otra vez continuó hasta Rusia 2018. Consiguió
entonces la segunda clasificación consecutiva para un Mundial, algo inédito.
Pero pese a comenzar venciendo 1-0 a Marruecos, no pudo avanzar y renunció en
enero de 2019 al ser eliminado de la Copa Asia.
El 7 de febrero
de este año, al asumir como seleccionador de Colombia, afirmó que lo principal
que hará será “cuidar el patrimonio que desarrolló por muchos años el DT José
Pekerman”. El presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurún,
quien dijo que el ejecutivo siempre tuvo en mente “traer a una persona idónea,
responsable y con la experiencia para dirigir a nuestra selección que ya ha
ganado un terreno en el nivel mundial”.
Uno de los pocos
requisitos que suele poner Queiroz es que lo dejen regresar cada tanto a
Mozambique, donde participa en una fundación de un par de reservas naturales
porque “los animales no votan”, suele decir.
“No recuerdo
ningún partido en mi carrera en el que no haya sido importante ganar”,
reflexionó alguna vez. “ Si es de pretemporada, porque estamos en pretemporada.
Si es amistoso, porque es amistoso. Si son los primeros, porque hay que ganar
confianza. Si es en mayo, es porque estás en alguna competición. Si es al
final, porque estás peleando el título, Nunca me dijeron que vaya a la cancha,
que me divierta un poco y si pierdo, no pasa nada. Hasta en un partido en la
calle jugamos por la supervivencia de jugar. Sólo si lo haces bien te dejan
jugar. Es la única ley que sobrevive del principio del fútbol y que morirá con
el fútbol y por eso, no me extraña esta exigencia. Ignorar eso es matar el
futbol”
Queiroz es de
los entrenadores respetados por sus jugadores y reconocidos por su rectitud.
“En la vida debemos tener principios y una orientación. No tengo un reglamento
que puede dar resultados en dos días o una semana pero que no tiene
consistencia en el tiempo. Lo importante es que el vestuario conozca el bien
común. Es necesaria la paciencia y la flexibilidad para no crear rupturas. Es
estúpido comprar problemas y confrontaciones”, manifestó en una oportunidad,
como una especie de lema.
El próximo
sábado, en Salvador, otra vez la selección argentina deberá atravesar el
escollo de Queiroz, el hombre del hablar pausado y meditado, esta vez, sentado
en el banco de Colombia, y por la Copa América.
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