martes, 18 de junio de 2019

La improvisada selección argentina sólo encuentra eco en la organización de la Copa América (Jornada)




                                                       Desde Belo Horizonte




Acaso el extraño comunicado que anduvo dando vueltas durante la tarde de ayer, que no se sabe si es una fake new u oficial por parte del Comité Organizador de la Copa América, como respuesta al director técnico de la selección argentina, Lionel Scaloni, acerca de que el estado del césped del estadio Fonte Nova de Salvador se encuentra “en excelentes condiciones”, puede alinearse en la misma coherencia del equipo albiceleste.

Si uno no sabe a qué juega y su improvisado entrenador (que llegó al post-doctorado sin haber terminado el bachillerato) atribuye el preocupante desempeño del debut copero ante Colombia al estado del césped (como si para el rival no atentara en su juego), el Comité Organizador no tiene un sitio web claro donde publicar sus comunicados, y la Conmebol tampoco ayuda con sus dudas, sus vaivenes y sus informaciones confusas.

“El Comité Organizador refuerza que el gramado del Arena Fonte Nova está en excelentes condiciones, atendiendo todos sus requisitos como altura de corte, tracción, humedad, compactación y resistencia”, insiste el comunicado, que fue dado a conocer a medias por algunos sitios web sudamericanos, e insiste en que en el período que antecedió al torneo “visitas e inspecciones rutinarias fueron realizadas de acuerdo con el planteamiento establecido por el Comité Organizador local” y finaliza diciendo que durante todo el partido entre Argentina y Colombia “la pelota circuló sin ninguna dificultad y el gramado nunca sufrió dificultades”.

El hecho de colocar una vez más los errores propios en cesta ajena es algo repetitivo en los directores técnicos argentinos, sin ninguna autocrítica y por más que sí la pudieran tener en privado, lo que interesa es el gesto público, como si no fuera humano errar y tener la posibilidad de rectificarse.

Aún así, tras el horroroso inicio de la participación argentina durante el primer tiempo ante Colombia en el Fonte Nova de Salvador, la suerte parece jugar para la selección nacional porque el empate entre Paraguay y Qatar fue como maná del cielo y ya las caras de los jugadores no era la misma al llegar a Belo Horizonte el domingo por la tarde-noche. Es que de ganarle a Paraguay el miércoles en el Mineirao, el equipo argentino estaría casi clasificado para octavos de final y como segundo, lo cual implicaría jugar en el Maracaná de Río de Janeiro y ante Perú o Venezuela, y ganando allí, ya estaría, con muy poco, en semifinales.

El problema de la selección nacional, a no equivocarse, no está en la organización (por pésima que ésta sea) ni en los rivales ni en la suerte (que como se ve, no es grela), sino en su propia organización, desde la dirigencia de la AFA, que fue la que eligió a Scaloni (la culpa nunca es del chancho), hasta una improvisación total de un equipo que tiene, en todo caso, a un genio, tres o cuatro jugadores de gran trayectoria, dos o tres con un futuro interesante, y el resto, acompaña.

Acaso por eso, cada vez se cierran más las puertas, los jugadores casi no hablan, en las conferencias de prensa preguntan siempre los mismos (una manera de asegurarse que no haya planteos demasiado molestos), y cuando hay que jugar, no se cae una idea ni de casualidad, ni se sabe explotar al mejor jugador del mundo, cada vez más preocupado por no tener con quién asociarse.

Aún así, hay tiempo para una recuperación para maquillar este momento, a la espera del regreso de la Copa para que, como se espera, el director general de Selecciones, César Luis Menotti, eche mano de alguien a la altura de la historia y del prestigio del equipo nacional y ponga, como suele decir, la heladera en la cocina, el sillón en el comedor, y el inodoro en el baño.

Al menos, esta selección puede sentirse cómoda en la improvisación en un Comité Organizador que no responde a las consultas, que se olvidó (queremos creer en la buena fe) de habilitar televisores para que los periodistas puedan ver desde un estadio los partidos que se juegan en los otros, que dice (junto a la Conmebol) que la mayoría de las entradas fueron vendidas cuando la mayor parte de los estadios están vacíos y ni Brasil logra llenarlos, o que hace deambular a todos los equipos, y a sus hinchas, por todo un país que es un continente en sí mismo, como si los bolsillos fueran aptos para tamaño gasto.

Basta ver un rato a la selección uruguaya y escuchar a su añejo entrenador, Oscar Washington Tabárez (uno que sí tiene hecho el doctorado y va por el post-doctoral) para entender la noción de equipo, de trabajo a largo plazo, de regularidad y continuidad. Y Uruguay, como Argentina, también exporta a sus jugadores, y tiene los mismos problemas de calendario. Por tanto, no hay excusas. Y la culpa no la tiene el resto del mundo.

No hay comentarios: