Desde París
Gianni Infantino
acababa de ser reelecto por aclamación como presidente de la FIFA y tras una
larga conferencia de prensa de más de una hora, parecía que iba a saludar para
irse a descansar. Sin embargo, como si fuera un tema aparte, volvió sobre sí
mismo y primero en italiano y luego en inglés (todas las preguntas las había
respondido en una sola lengua) quiso referirse a la Súper Champions.
“Creemos en la
mundialización del fútbol. Buscamos que todos los que compitan tengan cada vez
más posibilidades de ganar y que no quede todo en una élite de pocos equipos.
La mundialización es todo lo contrario a la elitización”, afirmó Infantino en
lo que sonó a dura respuesta al presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin y a
los más importantes clubes del Viejo Continente, nucleados en la Asociación de
Clubes Europeos (ECA).
El tema de la
llamada “Súper Champions”, competencia que pretenden comenzar a desarrollar los
clubes poderosos de Europa, que ahora cuentan con el apoyo de la UEFA (lo que
nunca antes), ya es una cuestión de Estado, porque varios mandatarios de los
países de Europa occidental observan con temor (trasladado desde sus
federaciones nacionales) de que las ligas locales vayan perdiendo lugar,
tapadas por la nueva Champions League pensada (y prácticamente aprobada) a
partir de 2024.
La idea de la
nueva Champions es que en vez de una fase de ocho grupos de cuatro equipos como
hasta ahora, haya cuatro grupos de ocho equipos cada uno, lo que significaría
que cada equipo jugaría no menos de catorce partidos europeos en una sola
temporada, y podría llegar a veintiuno en el caso de llegar a la final, lo que
representa más de media liga local (suelen ser de treinta y ocho fechas).
Esto sería
devastador para los torneos locales europeos y es lo que puso en alerta a cada
federación, que no quiere depreciar la joya de su corona, y por lo tanto, lo
fue trasladando a sus mandatarios nacionales para que hagan presión ante los
poderosos clubes europeos y la UEFA.
No es de
extrañar entonces que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, le enviara una
carta al presidente de la Federación Francesa (FFF), Noël Le Graët donde le
manifiesta su apoyo “en su oposición a la reforma prevista por la UEFA”.
“Creo que
debemos defender nuestro modelo, nuestros clubes, y no creo que sea una buena
idea sacrificar la fiabilidad de nuestro modelo en beneficio de unos pocos a
escala europea. A menudo se ha denunciado que en los últimos años hay mucho dinero
en el fútbol y especialmente en el fútbol masculino. Estas reformas conducen a
lo peor y quiero decirles a todos los presidentes de clubes que sé que están
preocupados, que estaré encima y que ese es el mensaje que le transmitiré a la
FIFA y al presidente de la UEFA”, sostuvo Macron en la durísima carta.
La idea de una
“Súper Champions” con clubes de élite viene de muy lejos, incluso antes del
actual mandato de Ceferin, cuando la UEFA (con Michel Platini en la
presidencia) se oponía, varias veces la ECA amenazó con armar un torneo por
fuera de la confederación europea y retirarse de la Champions League y de la
Europa League porque una competencia entre los equipos grandes tendría mucha
más venta de derechos de marketing y de TV.
Pero desde la
llegada del esloveno Ceferin, la UEFA, para no perder a estos clubes de élite
ante las amenazas cada vez más fuertes de separación, fue cediendo poder hasta
llegar a aprobar el nuevo formato para 2024, que contempla un inicio con la
mayoría de los clubes de élite y por el que aquellos clubes medianos o pequeños
del continente deberán hacer malabares para poder acceder, con muy pocas
plazas.
Por esta misma
razón es que la FIFA sigue sin aprobar el Mundial de Clubes de 2021 con 24
equipos, debido a que la UEFA considera que este torneo molestaría a las
competencias europeas por jugarse en diciembre, y sigue resistiéndose al nuevo
formato.
Se especula
también con que una vez que se concrete la idea de la “Súper Champions” para
2024, los clubes poderosos europeos avanzarían todavía más y propondrían
cambiar los días de disputa con las ligas locales, dejando a éstas la mitad de
la semana y pasando a los domingos los torneos europeos.
Entre los que
resisten estos avances, además de los mandatarios nacionales y los presidentes
de cada federación, está el propio Infantino, presidente de la FIFA.
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