Desde Brasil
Ahora,
seguramente, muchos comenzarán a subirse a un carro triunfalista, apenas porque
esta gris selección argentina de Lionel Scaloni consiguió la clasificación a
los cuartos de final de la Copa América ante una más que tibia Qatar (que ni
siquiera puso en la cancha el espíritu de aquella remontada inicial ante
Paraguay) pero que deja muchísimas dudas y un puñado de certezas.
El viernes, por
ejemplo, espera la selección venezolana en el Maracaná de Río de Janeiro, a la
que en pocas horas llegará el equipo albiceleste, y no hay ninguna certeza de
que los de Scaloni le vayan a ganar y no se sabe hasta qué punto, que no sea el
histórico o que Lionel Messi (quien hoy cumple 32 años) forme parte de sus
filas, pero poco más que eso.
Al fin de
cuentas, la “Vinotinto” de Rafael Dudamel no sólo está más y mejor trabajada en
lo colectivo que la selección argentina, sino que su futuro próximo está mucho
más garantizado al irse incorporando jugadores del sub-20 subcampeón mundial en
2018.
La selección
argentina, afirmémoslo sin temor, no es, hoy, un equipo. Es, apenas, un
conjunto de muy buenas voluntades que deambula por las canchas tratando de dar
lo mejor, sin una idea clara, sin un concepto de juego, y en muchas posiciones,
sin los ejecutantes justos para cada ocasión.
Un ejemplo de
ello es que mientras la selección se entrenaba con miras al partido ante Qatar
en Porto Alegre, en Turín era presentado Maurizio Sarri como director técnico
de la Juventus y lo primero que manifestó es que el juego de ese equipo debe
basarse en sus dos talentos, Cristiano Ronaldo.y Paulo Dybala, quien para
Scaloni es sólo un convocado testimonial, es decir, está físicamente, pero no cuenta,
y anda siempre en zapatillas consciente de que es difícil que se calce botines
por muchos minutos, como si hubiera tanto talento desperdigado que no hiciera
falta.
Si hasta Messi,
durante buenos pasajes de los partidos, parece perdido, como ido, por no
encontrar la fórmula ya no para que haya un juego completamente colectivo sino
siquiera poder combinar con su amigo, compañero de cuarto y socio en los Juegos
Olímpicos, Mundiales sub-20 y otros torneos, Sergio Agüero. Si Messi no puede
acercarse mucho a Agüero, es sólo porque no hay un funcionamiento colectivo que
los ampare.
En ese aquelarre
en el que la selección argentina no tiene la contundencia necesaria (ante Qatar
sus delanteros perdieron demasiadas ocasiones claras), la parte defensiva es
tan frágil que preocupa. Al no disponer de un volante de marca, como antes lo
eran Javier Mascherano o Lucas Biglia (Scaloni no trajo ni a Ascacibar, ni a
Kraneviter ni a Yacob, los tres mejores en esa posición), nadie sale a la
marca, y la última línea es demasiado lenta, muchas veces queda en línea y
habilita a todos, y falla en el juego aéreo.
Por suerte para
Scaloni, y para el equipo, justo cuando la defensa falla tanto y no da la más
mínima garantía, apareció en estos dos últimos partidos de Copa el mejor Franco
Armani, salvando remates bien colocados, bien ubicado, y por supuesto, atajando
ante Derlis González, de Paraguay, un penal decisivo.
La selección
argentina no tiene una idea de juego. Sí tiene jugadores de buen pie como
Leandro Paredes o Giovani Lo Celso, que no acaban de explotar en parte porque
no sienten que haya una estructura atrás y porque todos siguen apocados ante la
inmensidad de la figura de Messi, que hasta patea tiros libres de los costados
que son más para sus compañeros.
Arriba, Agüero fue
una máquina de perderse goles y Lautaro Martínez aparece, junto a Armani, como
lo más rescatable de un conjunto que cambia todo el tiempo de nombres porque no
encuentra claridad en lo que hay que hacer, aunque enfrente esté Qatar, regale
un gol de entrada, y respete demasiado a la camiseta, al punto de entregar tres
cuartos de cancha sin disputar la pelota, algo que no parece que vaya a hacer
Venezuela el viernes.
¿Hasta dónde
puede llegar esta selección argentina? Con esa camiseta, hasta el final, pero las
bases para conseguirlo abren un inmenso signo de pregunta. Con este
funcionamiento, ¿está Argentina en el nivel de Brasil, Uruguay o Colombia? Lo
claro es que no hay ya tiempo para grandes mejoras. Este equipo es lo que es, y
sea cual fuere el resultado que venga, lo claro es que al regresar tras la
Copa, la AFA debe retomar el timón y comenzar, de verdad, el camino hacia el
Mundial 2022 porque ya se perdió un año.
Por todo esto,
la selección argentina tiene dos caras en estas horas: la del alivio por haber
evitado el escándalo de quedar eliminada de la Copa en la primera fase, pero
también la de la preocupación porque de fondo, en cuanto al rendimiento, las
cosas no cambiaron demasiado.
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