domingo, 20 de junio de 2010
¿El fútbol va en camino a la “pulseada táctica”? (Yahoo)
Tal vez sin darse cuenta exactamente de la lucidez con que soltó la frase en una conferencia de prensa, el capitán de la selección argentina, Javier Mascherano, afirmó, cuando fue consultado sobre el nivel del Mundial cuando promedia la segunda fecha de la primera fase, que el fútbol, en general, “va camino de ser una pulseada táctica en la que cualquier equipo más o menos bien parado puede competir contra otro que parece superior”.
No es sólo una frase la de Mascherano, acostumbrado como estuvo por años a jugar en el Liverpool de uno de los mayores ajedrecistas del fútbol de estos tiempos, el español Rafa Benítez, ahora contratado por el Inter italiano.
El excelente volante argentino se refiere en muy buena medida a lo que se ha visto hasta ahora en este Mundial de Sudáfrica y es que la tendencia es cada vez más conservadora y muy pocos equipos se atreven realmente a jugar un fútbol de ataque, estético, que agrade a los espectadores, más allá de contar con estrellas con condiciones técnicas de conseguirlo.
En buena medida, la FIFA deberá replantearse para el próximo Mundial de 2014 si trealmente quiere que el fútbol se siga expandiendo y que además de ser un fenómeno de masas incomparable en el mundo entero, al punto de paralizar por un mes la actividad de un tercio del planeta, pueda volver a generar interés concreto por lo que pasa en el mismo césped y no sólo en sus alrededores, la industria misma del espectáculo.
Y para eso, seguramente debe estudiar en profundidad si alcanza con que las ligas de las selecciones que compiten terminen veinticinco días antes de la máxima cita, porque muchos de los jugadores no llegan en buen estado físico y entonces toca observar un torneo con futbolistas agotados, o lesionados a punto de comenzar el evento, y en la mayoría de los casos, con equipos con miedo a perder y por lo tanto, con esquemas conservadores como el cada vez más repetitivo 4-2-3-1 ó, como máximo, el 4-4-2.
Es tanta la igualdad que ya casi no hay equipos que marquen la diferencia y la historia cada vez reserva menos lugar en la influencia sobre los otros. Salvo Argentina y Holanda (que no cuenta de momento con su máxima figura, el extremo Arje Robben, lesionado, aunque podría regresar más adelante), ninguna otra selección de tradición ha logrado imponerse con claridad.
El equipo italiano se encuentra en plena polémica entre la prensa y su entrenador Marcelo Lippi, que defiende el alto promedio de edad de sus jugadores, y apenas sui ha rasguñado un punto ante Paraguay gracias a un error del arquero Justo Villar, ayuidado por el extrañísimop pique del balón “Jabulani”.
Ni hablar de España, máxima candidsata para muchos por su juego estético y de posesión de balón, que intenta parecerse al Barcelona pero que tropezó en su debut inesperadamente ante Suiza y el palo la salvó de una derrota más abultada, con jugadores que no están en su nivel y un equipo que juega a muchsa menos velocidad y que necesita con urgencia a Fernando Torres para sacar una diferencia ante Honduras que le permita soñar con apenas pasar a octavos y donde además podría esoperarla Brasil.
A su vez los pentacampeones del mundo apenas si pudieron vencer 2-1 a la débil Corea del Norte y demostrando que lo más importante que tienen hoy está en la defensa y no en el ataque, contrariamente a su riquísima historia, por momentos con jugadores deslumbrantes. Pero este equipo de Dunga se parece más a aquel utilitario de Italia 1990 o de Estados Unidos 1994, con un Kaká apenas en un veinte por ciento de sus posibilidades, lejos de aquel que parecía patinar en el Mundial de Clubes de Japón 2007 o en tantos partidos del Milan antes de su pase al Real Madrid, donde hizo tan poco en la pasada temporada.
Lo mismo, o acaso peor, puede decirse de Inglaterra, al punto de que su propio entrenador, el italiano Fabio Capello, llegó a manifestar que “no se parece a lo que yo conocí”, luego de dos magros empates ante Estados Unidos y Argelia, que hace que dependa todo del último partido, en el que deberá vencer a Eslovenia si quiere llegar a duras penas a octavos de final. Los ingleses casi que no generan situaciones dse gol, dejando muy solo a Wayne Rooney, su excepcional goleador.
Menos aún de bueno se puede decir de este equipo francés peleado con la pelota y con la prensa, cuyo entrenador Raymond Domenech parece haber entrado en una espiral de conflictos oincluso con sus propios jugadores y que podría retirarse de este Mundial, como en 2002, sin haber marcado un solo gol y con la sensación de estar padeciendo la era post-Zidane.
Alemania, por su parte, aunque algunos salieron demasiado pronto a decir que se trataba de un gran equipo por el mero hecho de golear a una muy débil y decepcionante Australia, tampoco hizo mucho ante Serbia, conservando a los mismos delanteros y hasta algunos volantes que cuatro años atrás.
Y por si esto fuera poco, este Mundial podría quedarse casi sin equipos africanos en octavos de final, luego de la débacle sudafricana ante Uruguay, el mal comienzo de Camerún, derrotado por Japón, el último lugar de Argelia en su grupo, la misma situación para Nigeria en el suyo, y apenas Costa de Marfil, que comparte zona con Brasil y Portugal, y Ghana, que llega en buena posición a la última jornada, tienen chances de representar a su continente en la fase final.
Loi que comienza a vislumbrarse es que el fútbol de alto nivel es demasiado parejo, como dice Mascherano, porque en verdad, las cuatro o cinco principales ligas de Europa reúnen al gran porcentaje de jugadores top, mientras que el resto de las ligas se han transformado tan sólo en satélites que intentan colocar sus jugadores en el gran mercado y a su vez gran circo.
Cabe preguntarse si el gran porcentaje de jugadores de los cinco continentes, o al menos los mejores de cada equipo, participan de las mismas ligas, los mismos entrenadores y los mismos sistemas tácticos, las mismas disciplinas, que a su vez recaen en un fútbol productivo y que no tiene un gran interés en el espectáculo (“pulseadas tácticas”) es entonces posible ver algo demasiado diferente en unos y otros. Y parece que salvo excepciones, no es posible en este tiempo.
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