martes, 22 de junio de 2010
¿Y dónde está el fútbol? (Jornada)
Johanesburgo.- Al terminar la segunda fecha de las tres de la primera rueda, es hora de un primer balance, que nos indica que en este Mundial, apenas si hemos visto algo del fútbol que vale la pena, y eso debería motivar a los dirigentes y al periodismo a un serio debate sobre si el actual sistema de disputa debe permanecer tal como está para la siguiente cita de Brasil, dentro de cuatro años.
Si tomamos en cuenta los sistemas tácticos de la mayoría de los equipos, casi ninguno juega con más de dos delanteros, y cada vez se hace más común aparecer con uno solo, con esquemas cada vez más conservadores.
Cabe preguntarse si es posible pretender la tan mentada diversidad de sistemas cuando la misma parece pasar solamente por los países de nacimiento o las camisetas, porque si los jugadores top de cada selección de países periféricos participan de las mismas cinco principales ligas del mundo (todas europeas) con los integrantes de los equipos del viejo continente, estamos en presencia de casi lo mismo, y en el caso de los africanos (un sonado fracaso del que sólo podría salir Ghana), hasta con los mismos técnicos europeos con la misma disciplina y el mismo tipo de entrenamiento. ¿No es más de lo mismo, entonces?
En la conferencia de prensa de ayer en Sandton, la zona más rica del continente africano, ofrecida por el francés Zinedine Zidane, y a la que asistimos con Roberto Suárez, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos afirmó que “ya no hay equipos chicos”, refiriéndose a la enorme paridad existente, aunque bien podríamos decir lo contrario sin temor a equivocarnos. Lo que parece no haber más son equipos grandes, o equipos con actitud de grandes.
Las únicas excepciones a la regla son Argentina y Brasil, con una tremenda riqueza individual aunque los nuestros asumen mucho más, por suerte, su rol de grandeza basada en la historia y cierta filosofía por momentos perdida, mientras que los vecinos verdeamarillos han copiado lo más conservador de nuestra propuesta, preocupándose con Dunga de entrenador mucho más por el cero en el arco propio que por los goles en el de enfrente. Mientyras sorpresivamente Diego Maradona recurrió sobre el final a otro delantero (Carlos Tévez) en vez de un lateral derecho, el mensaje de Brasil es que teniendo a Luis Fabiano, Kaká, Robinho o Elano, defendiendo bien, con los cracks que posee atrás, no hay manera de perder.
Lo que siempre fue el aspecto débil de Brasil, la defensa, hoy es lo más fuerte, especialmente el triángfulo final derecho, Julio César, Maicon y Lucio), mientras que lo que siempre fue el fuerte de Argentina (la defensa) ya no lo es tanto, pero el ataque es mortal, con los mejores definidores del mundo (de hecho, el máximo anotador del toneo hasta el momento, es argentino y se llama Gonzalo Higuaín).
Argentina generó dieciocho situaciones de gol en dosa partidos, si bien sostenemos sin ambages que el ewquipo de Maradona no ha jugado, por el momento, ningún partido riesgoso y que en los dos, ha sido siempre el candidatro a ganar.
Entre las sorpresas positivads puede encuadrarse Uruguay, gracias, en muucho, a la dosis de sabiduría y experiencia de Oscar Tabárez, que se ha jugado a un tridente ofensivo con Diego Forlán (su gran estrella), Edinson Cavani y Luis Suárez, que le ha dado buenos resultados, y Chile, con el argentino Marcelo Bielsa, que si bien carece de definición, tiene un alto poder de llegada y un juego interesante, y que puede dar el gran golpe del Mundial si llega a eliminar a España en un partido que todos esperan en Pretoria. Con menos recursos, pero no menos inteligencia y siguiendo la misma línea de trabajo de los trasandinos, el equipo paraguayo, dirigido por Gerardo Martino, va quedándose con el primer puesto de su grupo con las armas de las que dispone.
En cambio, decepcionaron la mayoría de los equipos europeos, de los que puede separarse en parte a Holanda, que no cuenta con su principal figura, Arjen Robben hasta la fase final, un poco de Serbia, que comenzó mal pero tiene un estilo más latino, y por supuesto España, el de la propuesta más ofensiva y estética aunque no ha tenido un buen torneo y algunos de sus jugadores no están en su pico de rendimiento (Torres, Iniesta). Ni qué hablar del muy bajo nivel de Italia, incapaz de doblegar a los entusiastas neocelandeses, o del de Inglaterra, que ni un tacticista como Fabio Capello parece poder enderezar al punto de admitir que no reconoce a su propio equipo. Esta Alemania, más allá de alguna pompa por parte de repentinos admiradores a los que les encanta sentenciar sin esperar, tampoco puede empalagar a nadie, más allá de algunos goles de su dupla incansable (Podolski-.Klose).
Queda un pequeño espacio para el escándalo, de la mano de lo ocurrido entre Nicolás Anelka y el entrenador francés Raymond Doménech, que terminó con la separación derl primero, ya enviado de regreso, el comunicado del capitán Patrice Evra hablando de “traidores” y la consecuente huelga del plantel ante la decisión separatista de la Federación.
Volviendo a Zidane, éste no quiso opinar demasiado al respecto. No fue nunca su fuerte, pero con una frase lo dijo todo. “Cuando ermine el Mundial y asuma la dirección técnica Laurent Blanc, les aseguro que nada de todo esto va a ocurrir”.
Poco tiene de fútbol todo esto. A las anquilosadas máquinas productivas en serie de los esforzados trabajadores de la pelota, les aparecen cracks con cuentagotas para dar batalla y dejar que sigamos soñando con recuperar el fútbol perdido. Por el momento, con estas pocas excepciones, y con treinta y dos partidos jugados, seguimos preguntándonos dónde está el fútbol. Lo seguimos esperando, viajando de una ciudad a otra de Sudáfrica para dar con su paradero.
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