viernes, 11 de junio de 2010
La aventura de Sudáfrica
Ricardo me lleva con su coche hacia el Ellis Park, uno de los dos estadios de Johanesburgo, y en el que mañana se producirá el ansiado debut de la selección argentina. Y mientras le cuento que en ese mismo lugar, en 1965, Los Pumas fueron reconocidos por el mundo entero con aquel equipo de Otaño o González del Solar, me cuenta a su vez de sus temores de lo que pueda pasar en los alrededores. La primera imagen es por el posible embotellamiento, pero no. Se refiere a que muy posiblemente haya disturbios y nada tiene que ver la Argentina en ellos. No pareció nada afortunado que días pasados haya habido problemas edilicios en el partido amistoso entre Nigeria y Corea del Norte, en el que casi muere gente por una avalancha y por desprendimiento de una parte del estadio. Lo que sucede, nos indica Ricardo, es que hay una enorme pica entre los sudafricanos y los nigerianos, que son tratados como los provenientes de países limítrofes en la Argentina, o como los sudamericanos o africanos en Europa. Es más, muchos nigerianos, considerados muy trabajadores, han tenido que regresar a su país porque fueron raleados por mal ambiente entre sus compañeros locales, que en reiteradas oportunidades se les acercan para decirles que no son bienvenidos. Ricardo, argentino, me cuenta que en su fábrica pasó lo mismo con un muchacho nigeriano, que ya estaba haciendo las valijas para regresar, pero los sudamericamnos decidieron sostenerlo contra viento y marea, y lentamente se acabaron las presiones. Pero todo puede suceder mañana.
Llegamos a la zona del Ellis Park con suficiente tiempo. Aun son las 12,15 y aunque partimos 10,40 desde Roodeport, donde nos alojamos, aún quedan casi dos horas para regresar al Soccer City a la ceremonia inaugural del Mundial, pero antes, tenemos que retirar el ticket de acceso al estadio para mañana (la FIFA determinó que cada entrada de prensa se retira en el estadio donde se juega cada partido). Sin embargo, nada es como parece y no encontramos la entrada de prensa y nos mandan de un lado para el otro, con una seguridad total, aunque nos estén guiando al revés y en un inglés mezclado con alguno de los nueve dialectos posibles. Por fin, una mujer se apiada de nosotros, nos indica que el tema es que hay que pasar un control antibomba para lo cual tenemos que salir del auto, abrir todas las puertas, el capot y el baúl para que pasen un sensor. En el interin, suena el teléfono celular y es la radio de Las Parejas para una salida así que mientras este cronista cuenta sus avatares sudafricanos, un aparato es pasado por su cuerpo por los controles, a pura seña.
Partimos nuevamente y un policía en moto nos dice que lo sigamos. "Follow me", y allá vamos. Pero no, no era ahí la "·media entrance" sino mucho más lejos, así que igual ya Ricardo debe detenerse y este cronista debe caminar, ahora sí, con pasos acelerados, unos 300 metros, subir un puente, bajarlo, dar tres vueltas en escalera caracol ascendente y siendo ya las 13, por fin, suspirando, llega al escritorio de supuesta ayuda. Sólo venimos a buscar el ticket para mañana, pero ya se huele, ahora vendrán caras extrañas. Nos miran como pidiendo perdón y nos dicen que no, que "I'm very sorry" pero que los tickets no fueron impresos aún y que debería regresar más tarde. Ante la rotunda negativa y la explicación de que ya en ese día debemos retornar al Soccer City, y que luego debemos cubrir el partido de Uruguay-Francia y ya luego será la noche avanzada, las voluntarias, vestidas de verde y amarillo, se miran absortas. "What to do, now?". No hay tiempo de espera y pedimos que vayan a buscar al jefe y allá van, con demasiado tiempo y viento a favor y ya presentimos, por nuestros ya diez días aquí, que no regresarán y en efecto, allá vamos nosotros cual toro a embestir al jefe. Pero éste resulta ser un simpático negro al que ya tratamos en Alemania 2006 y que responde a uno de los encargados de Prensa de la FIFA, de origen portugués. Sobre su mesa flota una inmensa cantidad de tickets pero no clasificados. Procedemos a contarle lo que nos ocurre y nos guiña un ojo y nos dice que aunque no se pueden dar tickets, va a consultar telefónicamente a sus superiores y milagrosamente llega el OK. Pero aún nos queda la acreditación de estacionamiento, pero surge un nuevo problema: no está la llave del armario para poder rescatar las credenciales y la chica encargada se fue a una reuniòn y apagó su celular, por lo que nuestro amigo la manda a buscar y nos dice que "take a site" pero le decimos que no, que no podemos esperar más, que debemos retornar al Soccer City y son las 13,45 y ya sabemos que nos perderemos la ceremonia inaugural, al menos aspiramos al partido. Y la voluntaria no regresa y seguimos esperando pero se nos suman dos colegas de Mar del Plata, Vito Amalfitano y Daniel Moyo, con problemas pora la acreditaciòn. Los ayudamos con el inglés pero se desesperan,. Moyo no figura entre los acreditados aunque la FIFA le haya enviado un email de confirmación. El empleado marca nuevamente el teléfono de su jefe pero nada nuevo bajo el sol. Son las 14 y por fin, alguien abre el musterioso ropero. Parece que tendré mi estacionamiento y el empleado me extiende un papel, pero me advierte que hay que sellarlo en la entrada. Allá vamos al último paso pero las voluntarias me dicen que deben fijarse en el sistema computarizado si efectivamente me corresponde y luego de mirar entre ellas, discutir, analizar y hasta tomarse un refresco, notan que no, que no me toca, que "I'm very sorry", la misma respuesta que reciben mis colegas así que siendo las 14,20 partimos rumbo al Soccer City, para lo cual hay que volver a pasar las pruebas atléticas de la escalera caracol, el puente y otros obstáculos de los mil metros con vallas. Ricardo pone primera y allá vamos, aunque ya a paso de hombre. No se puede salir de la maraña del tráfico. Sólo un carril para coches, el resto para el metrobús, el mismo que parece que quiere implementar Maurizio y dice que va a estare linda Buenos Aires y nos reímos. Mientras suenan y nos aturden las vuvuzelas, otras bocinas indican que hay combis blancas que aún tienen lugar para llevar gente a ver a los Bafana Bafana, y otros nos hacen señas con el dedo índice hacia arriba, que significa que van hacia ese lado y necesitan que los transporten. Llegamos a las 15,15 y Ricardo ya nos deja para que caminemos al estadio para encarar una nueva odisea, la de dar con el sector de Prensa por donde entrar, por fin. Luego de mucho renegar, a las 15,30 estamos ya en la fila para el hot dog y la naranja, porque ahora todo se paga, periodistas incluídos. Por fin, el pupitre, el descanso, los saludos con los colegas y la convicción de que acabamos de vivir una aventura sudafricana más para nuestro recuerdo.
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3 comentarios:
Te envidio, Sergio, te envidio por estar allá.
La organizacion debe considerar que no son "periodistas de deporte" sino "periodistas deportivos" y por eso los hace hacer tanta gimnasia.
Al Acrobata.
No entiendo porque nadie todavia le hizo una minima entrevista a Heinze, que después de todo hizo lo indicado en el momento indicado, cosa que otros no hicieron, no pudieron. El arquero que no le pudo atajar el gol a Heinze era el mismo que si le atajó los proyectos de gol a Messi.
Hay mucho ninguneo con la gente en este país.
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