sábado, 19 de junio de 2010

Juan de Biase, maestro de periodistas



Conocimos a Juan de Biase de la manera más extraña y tal vez por eso, la noticia de su muerte, nos derivó en aquel recuerdo al que nunca tratamos de volver porque nunca es bueno darse cuenta de que cometemos errores irreparables en ese momento tan difícil de nuestras vidas que es la adolescencia, hoy más extendida que a principios de los ochenta.
Por una casualidad, el periodista de marras fue reconocido por mi padre en la foto de una revista cuando ya era un periodista consagrado, pero no fue identificado como tal sino como el supuesto bibliotecario del ámbito en el que había estudiado toda su carrera de odontólogo, lo que motivó las lógicas dudas y hasta la casi certeza de que se trataba de un error, pero un llamado telefónico a Radio Continental, donde trabajaba De Biase, acabó con todo y comprobó que estaba en lo cierto. La reunión y el reencuentro luego de treinta años con el padre y el incipiente periodista (que ya trabajaba en una agencia de noticias) fueron inmediatos y va de suyo que lo mismo ocurrió con la cita para una prueba en el gran diario argentino, en el que De Biase era el secretario de deportes desde hacía años, e ícono de una generación (la de quien esto escribe) que veneraba a las grandes plumas y no a los que ponían sus caras en la televisión.
Pero este escriba no se sintió cómodo con la situación. El exagerado sentido de la ética, esa falta de grises que tenemos en nuestros primeros años, hizo que no se sintiera bien llegando con una recomendación a Clarín, y aunque pasó la prueba, que consistía en comentar un partido jugado en la cancha de Bánfield, su estupidez hizo que no regresara más a buscar los resultados ni para una oportunuidad laboral, continuando en la agencia.
Con los años, y los viajes recorriendo el mundo, vino el reencuentro con De Biase, quien seguramente imaginando la situación (así lo esperamos) jamás hizo hincapié en aquellos hechos juveniles y se convirtió en un excelente interlocutor, siempre con las palabras justas y cultas, que nos transportaba a imaginarlo leyéndolo en nuestros primeros años, cuando nos contaba de cada lugar visitado con ese color inimitable.
Pero el tiempo nos regalaría una nueva oportunidad cuando en los noventa llevábamos el programa radial "Palo y Palo" y pudimos invitarlo al estudio. De Biase no sólo vino y participó ese día, sino que volvió sin que lo llamáramos otra vez al bar donde preparábamos el programa, y así lo repitió una y otra vez, hasta hacerse una sana costumbre.
Así fue que De Biase se transformó en Juan, con la misma simpleza que opinaba, tal vez con un tono bajo que no siempre se escuchaba bien, con total simpleza sobre los hechos del fútbol y su contexto.
Con de Biase se va una gran pluma y un hombre apasionado, defensor claro de una estética del juego, que no aceptaba medias tintas y que lamemtablemente se va acabando. Tal vez por eso lo buscábamos en los viajes, en larguísimas charlas con el entrañable amigo Luis Blanco, en cualquier lugar del mundo, y acaso por conocer nuestra opinión es que solía soltar algún concepto, alguna sentencia, cuando nos veía cerca.
Por todo eso, su muerte nos deja un poquito más vacíos de conceptos de juego, de picardía, de noches de charlas y de historias compartidas con el maestro Juan De Biase.

2 comentarios:

Román dijo...

Una pena lo de De Biase, uno de los 'históricos' del periodismo deportivo argentino, de esos pocos grandes profesionales que se extrañan ahora y que se seguirán añorando en el futuro.

Unknown dijo...

Los comentarios de los partidos que hacia este SEÑOR eran poesia pura. Un verdadero embajador del lenguaje.