domingo, 27 de junio de 2010
Un Mundial que salió distinto a lo esperado (Yahoo)
El profesor Oscar Tabárez cada día puede disimular menos su sonrisa. Maestro de escuela, maneja como pocos el léxico de la cordialidad y la mesura, pero es sincero y sabe bien que si alguien le hubiera dicho que éste sería el panorama de los “celestes” para la parte final del Mundial, seguramente lo habría tachado de loco.
Y tiene razón, Tabárez, porque en verdad, Uruguay está aprovechando un calendario que no es que lo favorece por casualidad sino porque la FIFA lo estructuró para que el local, Sudáfrica, avanzara todo lo posible, tal como en el 2002 le dio resultado con el seleccionado de Corea del Sur.
Pero no tuvo suerte con Sudáfrica y no lo ayudó para nada el escándalo vivido por la selección francesa, al punto de que nomás pisar territorio propio, el veterano delantero del Barcelona, Thierry Henry, que no ha sido protagonista en los campos de juego, fue citado nada menos que por el presidente Nicolás Sarkozy para sdaber qué fue lo que pasó.
La debacle francesa y la falta de coherencia en el juego plasmado por los “Bafana Bafana” en el Grupo A, con el brasileño Carlos Parreira manifestando, a pocos días del comienzo del Mundial, que “ahora sí” su equipo había encontrado una identidad cuando al asumir, siete meses antes, en reemplazo de otro compatriota, Joel Santana, había afirmado que el mismo plantel “no tenía” identidad, derivó en una pronta eliminación y con los uruguayos, invitados de piedra, proyectados ahora casi hasta semifinales, si logran trabajar con sabiduría y pasan a Corea del Sur en octavos, y al ganador de Estados Unidos-Ghana en cuartos.
Eso que le sucede a Uruguay, lo tenía pensado la FIFA para Sudáfrica, y lo mismo para otros equipos del continente local, pero se encontró no sólo con que de los seis africanos sólo uno siguió en carrera (Ghana) sino que lo hizo entrando por la ventana, perdiendo en su último partido ante Alemania y sin embargo, sin hacer demasiada fuerza y a los abrazos cuando sonó el pitido final.
Justamente la imagen contraria es la que proyecta el continente sudamericano, con sus cinco participantes (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile) clasificados para octavos de final y ya con un equipo en cuartos, porque Brasil y Chile deberán enfrentarse el próximo 29 de junio en Ciudad del Cabo.
La mejora en la producción de los cinco sudamericanos no es tampoco casual, sino que tiene relación con la llegada a las grandes ligas de jugadores de todo el continente, que fueron tomando experiencia, ganando en autoestima, y conociendo los diferentes sistemas tácticos, por lo que a igual conocimiento y experiencia, más importancioa cobra la técnica.
En cambio, Europa occidental y África son los grandes derrotados de la primera fase de este Mundial y deben hacerse un gran replanteo, como valientemente propuso el volante italiano Gennaro Gattusso luego de que Italia, el anterior campeón mundial, resignara sus chances al caer derrotada ante un limitado equipo eslovaco. “Hay que cambiar todo en nuestro calcio”, dijo Gattusso, y se refirió a los sistemas de juego y a la forma en que todo se maneja en su país y en Europa.
También el renunciante técnico Marcello Lippi fue claro cuando se refirió a Italia. “Nos preparamos mal y no hicimos nada y estoy decepcionado”, pero no aclaró por qué, cuando realmente lo necesitó, los “azzurri” llegaron, al final, a jugar con un conductor como Andrea Pirtlo y tres delanteros como Quagliarella, Di Natale e Iaquinta, pero en el resto de los casos, prefirió defender el cero en el arco propio.
Tampoco algunos de los que pasaron a octavos, como Portugal, Inglaterra y en buena medida Alemania, demostraron demasiado, y menos aún Serbia y Dinamarca, que debieron hacer las maletas pronto.
Los africanos deben preguntarse dónde quedó aquella frescura, esa magia de los primeros tiempos de su aparición en el fútbol grande, subsumida por los tacticismos europeos, con una disciplina que nada tiene que ver con la tradición de cada uno de sus países.
Fue ridículo escuchar a Sven Goran Ericksson, el sueco entrenador de otra de las decepciones, Costa de Marfil, afirmar que había tenido poco tiempo para preparar al equipo para un torneo de este calibre, pero nada dijo sobre esto cuando le pagaron una fortuna y aceptó, al igual que Parreira con los “Bafana Bafana”, que ahora ya ni contemplan la chance de un extranjero y sus dirigentes no quieren esperar mucho para designar a su sucesor, que será local.
Todo indica que África tiene que volver a las fuentes, a apostar por su rico fútbol, mientras que Europa debe entender que aquella fórmula propuesta por el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y sostenida por el presidente de la UEFA, Michel Platini, acerca del “6 + 5”, (seis jugadores locales y cinco extranjeros, que se van reduciendo hasta llegar a 2012 con “8 + 3” debe ser estudiada con detenimiento, porque casi no hubo renovación, y los jugadores extranjeros pululan por todas las ligas en un mercadeo de agentes y representantes.
Entonces, cuando el Inter o el Arsenal salen a la cancha sin ningún jugador nacido en el país, no es apenas un hecho curioso, sino el germen de lo que luego pasará con su selección.
En tiempos de gran poder en los clubes, los seleccionados nacionales deben su existencia en gran parte a su identidad. Y si sus jugadores no participan, difícilmente haya posibilidad de conseguirla, aunque hábiles entrenadores que venden su alma al diablo, insistan en lo contrario. Ese tipo de verdades suelen durar demasiado poco, ante la evidencia.
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