miércoles, 23 de junio de 2010

La selección argentina empieza a ver la luz (Yahoo)



Un Diego Maradona tranquilo y de traje que repentinamente, en plena conferencia de prensa pide disculpas a Michel Platini, y que decide colocar sobre el final del partido ante Grecia al veterano Martín Palermo y éste lo define, mientras que Martín Demichelis, quien había cometido un grueso error defensivo (el único gol en contra del torneo) ante Corea del Sur, anota en el encuentro siguiente.

Son apenas dos de los muchos hechos que dan a pensar que a la selección argentina se le va iluminando el camino de a poco, paso a paso, lejos de aquellos vaticinios de muchos compatriotas, prensa incluída, de que la inexperiencia y el difícil carácter del entrenador determinarían una rápida eliminación y hasta con algún escándalo.

Nada de eso pasó. Maradona parece haber hecho un camino en diagonal y fue ganando terreno y aprendiendo sobre la marcha y hay algo seguro. Este entrenador no tiene casi nada que ver, futbolísticamente hablando, con aquél que rogaba que alguien lo salvara en los duros partidos de eliminatorias, cuando su selección quedó a un minuto de no participar en este Mundial.

Este equipo argentino parece haber encontrado durante el Mundial casi todo lo que vino a buscar, desde la tranquilidad hasta un grupo que denota haber llegado a Sudáfrica con un claro objetivo, y que sabe que tiene en sus filas al mejor jugador del mundo, Lionel Messi, capaz de desequilibrar aún cuando insólitamente en él, sigue sin haber convertido un solo gol, aunque cuenta con varios tiros en el palo.

Pero también ya sabe que a su goleador del Real Madrid, Gonzalo Higuaín, se le abrió el arco, que lo mismo pasa con el veterano Palermo en apenas diez minutos en el campo de juego, que en cualquier momento lo puede conseguir otro temible goleador como Diego Milito, pero que además tiene recambio en Sergio Agüero, que ha lucido en cada partido en el que ha jugado.

En el arco tampoco presenta problemas y pese a los extraños viboreos de la pelota “Jabulani”, Sergio Romero ha podido afirmarse, si bien utilizando demasiado los puños para despejar.

La única pequeña duda se encuentra en la defensa. No tanto en la individualidad de sus jugadores (hasta el criticado Gabriel Heinze integró el Once Ideal de la FIFA de la primera fecha) sino en la posición que alguno ocupa en el campo. Comenzó defendiendo con tres, colocando a Jonás Gutiérrez, por la derecha, en la zona de volantes, pero la fórmula no parece haber resultado y fue suspendido por un partido por doble tarjeta amarilla. Es evidente que ese no es su lugar.

Tampoco parece que sea lo aconsejable que el joven Nicolás Otamendi siga ocupando la franja derecha cuando no juega Gutiérrez. El defensor de Vélez Sársfield es un claro marcador central, que no tiene gran experiencia por la punta y en todo caso, allí o por el lateral izquierdo puede desempeñarse Clemente Rodríguez, de gran actuación ante Grecia.
En el mediocampo las cosas no están del todo claras y sólo hay una certeza, que es la titularidad de su único volante puro de contención, Javier Mascherano, pero tras el partido ante Grecia, Maradona soltó una frase enigmática cuando se refirió al balón oficial del certamen. “Con la forma de moverse que tiene, no veremos nunca un cambio de frente en este Mundial”. Casualmente, quien realiza estos cambios suele ser Juan Sebastián Verón, quien ya no participó ante Corea del Sur y quien físicamente no parece estar a pleno aunque la calidad siga intacta.

Restan por mencionar entre lo novedoso de la selección argentina otros dos hechos fundamentales, como el ingreso de Carlos Tévez como titular luego de aquella mítica reunión entre Maradona y Messi en Barcelona en marzo pasado, cuando apareció la chance de jugar con un delantero más, resignando un puesto defensivo; y también, el recambio que puede significar el ingreso de Javier Pastore, del Palermo italiano, un jugador de una clase magistral, que ante Grecia cambió el partido, y cuyos encuentros con Messi y Verón tal vez centralicen algo el juego pero lo hacen inabordable para los rivales de turno.

El domingo 27 espera México en Johanesburgo y no es, a priori, un partido fácil por los octavos de final. Se trata de la revancha del mismo partido del Mundial 2006, cuando un golazo desde muy lejos de Maxi Rodríguez liquidó un pleito muy parejo y en el que los argentinos sufrieron mucho. Pero además, hay factores culturales (como la inmensa colonia argentina residente en México, escapada del golpe de estado de 1976) que hacen que haya una rivalidad especial, con el condimento de tratarse de dos equipos latinoamericanos.

Para Argentina, además, significará comenzar a pensar que es el inicio del camino definitivo hacia la final y que este equipo necesita, por fin, tener enfrente rivales más fuertes que lo puedan atacar y que le genere más problemas que sus tres rivales de la primera fase.

1 comentario:

FI dijo...

Amigo, será un grandísimo partido, ojalá yo pueda escribir sobre la victoria mexicana jajaja, pero bueno, al final ganará el futbol.