De a poco, el fútbol argentino va saliendo del
letargo post-mundialista y van apareciendo algunas preguntas de fondo, mientras
de forma la AFA busca por todos los medios renovarle el contrato al entrenador
de la selección nacional, Alejandro Sabella, luego de haber llegado a la final
y de haberla perdido por poco ante Alemania en Brasil.
El presidente de la AFA, Julio Grondona, también
vicepresidente senior de la FIFA, repite constantemente que “no hay Plan B”,
aunque Sabella no da indicios de seguir debido a un supuesto “agotamiento”,
palabra usada anteriormente por Marcelo Bielsa cuando dejó el cargo en 2004, y
que también ya sabrían los jugadores del equipo albiceleste, que desean que siga
en el cargo.
Aparecen, entonces, algunos candidatos como Gerardo
Martino (el vicepresidente de la Federación Paraguaya dice que le ofrecieron
ser seleccionador pero que respondió que ya le dio la palabra a la AFA), Diego
Simeone (pretende seguir en Europa, por ahora), y se auto postuló Ramón Díaz,
luego de irse de River Plate, donde
volvió a ser campeón como hace una década, mientras que sorpresivamente, Diego
Maradona –muy duro con el juego del equipo albiceleste en el Mundial- apareció
respaldando al veterano César Luis Menotti, sin chances reales de asumir.
De fondo, comienzan a aparecer los primeros
nubarrones de cara al futuro. Es claro que hay una generación que terminó con
este Mundial de Brasil y que a lo sumo puede llegar bien a la Copa América de
Chile 2015, o si acaso, a la Copa América Extra de los Estados Unidos 2016, pero que ya no llega con
una edad competitiva al Mundial de Rusia 2018.
Martín Demichelis, Javier Mascherano, Maxi Rodríguez
y hasta eventualmente Carlos Tévez, no citado para Brasil, superarán los 34
años en 2018 y todo indica que será costoso que lleguen a la máxima cita,
sumados a Rodrigo Palacio.
Si bien es cierto que el fútbol argentino siempre se
destacó por la formación de jugadores, no hay que descuidar aquellas palabras
del entrenador José Pekerman, actualmente en Colombia, cuando al finalizar la
participación de la selección argentina en el Mundial de Alemania 2006 y
renunció al cargo, dijo que “abajo no hay nada” al referirse a los juveniles y
al futuro.
Por el momento, la selección argentina tuvo en
Lionel Messi al estandarte para aspirar a los mejores lugares en los dos
últimos Mundiales, y tampoco contó demasiado con él, siendo muy joven, en
Alemania 2006. Para Rusia 2018 estará cumpliendo 31 años en pleno torneo y podría
decirse que será su último en plenitud, aunque todo indica que la gran
oportunidad era la de Brasil, que lo tomaba con frescos 27 y en territorio
cercano.
Tal como señaló Pekerman con preocupación, el último
torneo juvenil ganado por una selección argentina fue el Mundial sub20 de
Canadá, en 2007, con una generación que llegará a Rusia rondando los 30 años
(Romero, Agüero, Banega, Mercado, Mauro Zárate), y con un cuerpo técnico afín al ahora
entrenador de Colombia.
En la selección absoluta, el último título oficial
proviene de la Copa América de Ecuador en 1993, hace 21 años, y en el medio
sólo pueden destacarse las dos medallas doradas consecutivas en los Juegos
Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008. No parece casualidad que esos años hayan
sido los últimos con algún éxito.
Es a partir de allí que Pekerman venía señalando
desde 2006 que más allá en el tiempo las cosas se irían complicando, por la
falta de nuevos valores, y a lo que tampoco ayudó la AFA con una falta de
proyectos y de continuidad en el trabajo, sin una coherencia en lo que se
busca.
Es que salvo períodos específicos, como el de
Marcelo Bielsa (1998-2004) por lo general, el fútbol argentino siempre navegó
en los últimos años, desde hace tres décadas, en la dependencia de algún
supercrack, como Diego Maradona primero, o Lionel Messi después.
La gran pregunta es qué habrá luego, cuando Messi
comience una lógica declinación en su carrera. Qué respuestas institucionales
habrá, qué proyectos son los que seguirán, y con qué jugadores.
Por el momento, por ejemplo, no está nada claro el
panorama de los juveniles. No se vislumbra un proyecto concreto sobre filosofía
de juego. A qué se quiere jugar, qué tipo de jugador se busca para el futuro,
cómo se va a trabajar para ello.
Más bien son espasmos, momentos, nombres que
aparecen por alguna buena campaña, pero no es lo mismo una idea de Simeone que
otra de Martino. No es lo mismo Jorge Theiler, quien viene trabajando en los
juveniles de Newell’s Old Boys siguiendo los lineamientos de Martino, que Humberto
Grondona, el hijo del presidente de la AFA, que sería bueno preguntarse si
estaría en condiciones de tomar este lugar si no fuera por esta razón familiar.
El fútbol argentino sigue sin debatir lo importante,
para resolver rápido el vacío de un cargo, y de esta manera viene eludiendo la
posibilidad de preguntarse qué le pasa y cómo cambiarlo, si es necesario
modificarlo. Mientras esto sucede, el tiempo sigue pasando, y los títulos van
quedando, borrosos, en el pasado.
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